Guerra de Ucrania – Día 606

La guerra de Ucrania continúa su curso un día más, entre una relativa ausencia de novedades, con la atención internacional centrada en Israel y con las noticias más importantes haciendo referencia a los constantes intentos rusos sobre Avdiívka, en donde no detienen su ofensiva a pesar de las bajas. Respecto a estas, recientemente la inteligencia británica ha publicado cifras que hablan de entre 150.000 y 190.000 rusos o bien muertos, o bien impedidos de por vida, un cálculo posible, aunque choca con otros hechos por distintos estamentos.

El conflicto en Ucrania ha centrado la atención de los medios desde que en los días previos al inicio de la invasión, el hecho de que esta fuese una posibilidad real, comenzase a resquebrajar la fe de todos aquellos que defendían que la acumulación de tropas rusas no era más que otra demostración de fuerza por parte de Rusia, un país que según muchos estaría buscando cambiar la política ucraniana y su acercamiento a Occidente a través de la amenaza, pero sin intención real de intervenir.

Más allá del error de considerar -especialmente tras el ultimátum a la OTAN o indicios como la acumulación de reservas de sangre o la llegada de material de ingenieros- que Rusia actuaba de farol, había cierta hipocresía en esto. Al fin y al cabo, la guerra llevaba azotando a Ucrania no desde febrero de 2022, sino desde 2014, cuando a través de sus agentes delegados en el país, lanzó un órdago sobre el Donbás y con una acción –magistral, todo hay que decirlo– inesperada se hizo con el control de la península de Crimea.

Precisamente, una de las consecuencias de la rapidez y la relativa ausencia de violencia de la toma de Crimea, más allá de que los países occidentales no llegasen a reaccionar, dejando vía libre a las posteriores ambiciones rusas -como ocurriera en el mar de Azov-, tiene que ver con el hecho de que nunca llegase a copar tantos titulares como debía. Por supuesto, durante unos días y semanas los «hombrecillos verdes» fueron el tema de discusión en tertulias y cancillerías, pero en ningún caso se valoró la importancia del suceso de la forma en que debía.

Ahora, cuando ha transcurrido ya más de un año y medios de guerra en Ucrania, el hartazgo internacional es obvio, con los medios y el público centrándose en nuevos escenarios. Además, como hemos explicado alguna vez a propósito de la crisis entre la organización terrorista Hamás e Israel, muy relacionadas en algunos casos con lo que ocurre en Ucrania. Algo aplicable tanto a Oriente Medio como a algunas de las recientes crisis en África en las que actores como el Grupo Wagner han desarrollado un papel.

No obstante, sería una tragedia olvidar que el conflicto verdaderamente relevante ahora mismo sigue siendo el de Ucrania, por terrible que pueda llegar a ser la situación en torno a Israel. De hecho, hay mucho de acción de «flanqueo» rusa allí, a través de Irán. Pese a lo cual, el enfrentamiento más importante es el que se está produciendo entre una Rusia a la defensiva estratégica y un Occidente -liderado por Estados Unidos-, para el que su fuente de preocupación -y negocio- está cada vez más en el sudeste asiático, uno de los factores que motivaron –junto a la indolencia europea– la ventana de oportunidad aprovechada por Rusia para atacar en Ucrania.

Cambiando radicalmente de tercio, en las últimas horas el Ministerio de Defensa británico ha publicado, como es habitual, su resumen diario de inteligencia -en muchas ocasiones da la impresión de que desinforman más que informan- sobre la guerra de Ucrania. En él se daban cifras relativas a las bajas rusas -obviamente evitan tratar el tema de las ucranianas- según las cuales hasta entre 150.000 y 190.000 militares rusos habrían o bien perdido la vida, o bien quedado totalmente impedidos de cara a su vuelta al servicio, causando por lo tanto baja permanente.

En cuanto a las bajas totales, sin incluir a Wagner Group –recordemos que desde esta organización llegaron a asumir 20.000 bajas-, el número total ascendería hasta 240.000 o incluso 290.000 hombres, muchos de los cuales podrían haber regresado al campo de batalla al sufrir heridas menores o que no habrían causado una incapacidad permanente. Un cálculo distinto del ucraniano, que habla a día de hoy de 294.700 rusos «eliminados», aunque en puridad nunca llegó a aclararse por completo si se referían exclusivamente a los muertos, como parece, ni si se incluyen en el cálculo, como también parece, tanto los militares como los milicianos y los mercenarios.

Volviendo sobre las cifras británicas, estas podrían parecer exageradas o, más que esto, jugar con unas horquillas demasiado amplias para dar impresión de unas pérdidas mayores de las reales. Sin embargo, no difieren tanto de análisis realizados por medios independientes como Mediazona o Meduza, que hace ya unos meses hablaban de casi 50.000 rusos fallecidos desde el comienzo de la guerra. Por otra parte, hay que tener en cuenta que algunas de las relaciones habituales, que suelen ser de 1:3 o 1:4 entre muertos y heridos, quizá en este escenario no se apliquen, lo que dificulta el cálculo de las bajas totales si este se realiza por extrapolación.

Respecto a estos últimos cálculos, cifraban a finales de mayo el número total de bajas permanentes en el Ejército ruso en al menos 125.000 hombres, basándose en los informes existentes sobre los obituarios publicados, los datos de mortalidad del Servicio Federal de Estadísticas del Estado y los registros del Registro Nacional de Sucesiones. Y es que la única forma real de hacer un cálculo, dada la total opacidad, es de forma indirecta.

Dejando de lado los cálculos de bajas -todavía más difíciles en el caso ucraniano si cabe que en el ruso-, en las últimas horas apenas se han producido incidentes notables sobre el terreno, más allá de los habituales ataques artilleros. Lo único reseñable sería el derribo, según medios rusos, de un drone ucraniano sobre Voronezh.

En cuanto al frente, no hay novedades al norte, en donde la situación se mantiene estable respecto a lo visto ayer.

Idéntica es la situación en Bakhmut, sin cambios.

En Avdiívka Rusia continúa con su ofensiva, sin lograr por el momento avances significativos, como reconocen incluso las fuentes rusas. De hecho, a pesar de las bajas sufridas, todo indica que continúan canalizando recursos hacia esta zona del frente, mientras Ucrania toma medidas para asegurar la zona por si se produjesen ataques rusos no solo en los dos ejes por los que intenta avanzar desde hace unos días, sino en los alrededores.

Al sur, por último, se ha hablado en las últimas horas de un nuevo intento de avance ucraniano en el eje de Orijiv, que se habría saldado sin cambios. En cuanto a Jersón, concretamente a las operaciones ucranianas al este del río Dniéper, por el momento continúan reforzando posiciones sin que Rusia haya sido capaz, como sí ocurrió en intentos anteriores, de expulsarles de la zona.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

En el apartado internacional, lo más relevante es la llegada del ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, a Teherán, en donde se reunirá con los ministros de Asuntos Exteriores de Azerbaiyán, Armenia, Irán, Rusia y Turquía. Además de esto, se espera también que siga profundizando los lazos con el régimen iraní, a la sazón uno de los principales aliados de Rusia. Además, por razones obvias, coordinarán posturas en relación con la crisis en curso en Oriente Medio.

Siguiendo con Rusia, se espera que la cámara alta del parlamento ruso considere el miércoles un proyecto de ley para retirarse del Tratado de Prohibición de Ensayos Nucleares, después de lo cual se presentará al presidente ruso Vladimir Putin para su firma. El proyecto de ley fue aprobado la semana pasada por la Duma de la Cámara Baja de Rusia por 415 votos contra cero.

En cuanto a Ucrania, en las últimas horas el presidente del país, Volodímir Zelenski, ha mantenido una charla telefónica con el Emir de Catar,  el jeque Tamim bin Hamad Al Thani, a quien ha agradecido el envío de 100 millones de dólares destinados a fortalecer el sector energético en Ucrania, así como a equipar ambulancias y unidades quirúrgicas.

Siguiendo con la ayuda al sector energético ucraniano, hoy se ha sabido que el Cuerpo de Ingenieros Reales del Ejército británico ha formado a ingenieros ucranianos para ayudarlos a proteger mejor las instalaciones de energía contra los ataques de las fuerzas armadas rusas que se espera lleven a cabo este invierno. En su comunicado, el Ministerio de Defensa británico explica que los participantes aprendieron a «identificar los elementos más vulnerables de las infraestructuras nacionales críticas, conocer los radios de explosión y de impacto de diferentes armas y explosivos, y saber dónde es mejor colocar barreras físicas y aéreas» para proteger mejor estos sitios de los ataques rusos.

Mientras tanto, y en relación con lo anterior, la población ucraniana, aunque es un tema que no suele tratarse, hace acopio de productos básicos, como velas, pilas o linternas, así como de leña en previsión de lo que pueda ocurrir. Quien dispone de una situación más holgada se ha hecho con un generador eléctrico -las ventas en Ucrania se dispararon a finales del verano- o, incluso, con paneles solares.

Terminando con el tema energético, la Comisión Europea estaría discutiendo con Bulgaria la reciente introducción por parte de este país de una tarifa sobre el tránsito de gas ruso, una medida que ha enojado a la vecina Hungría, miembro de la UE, así como a Serbia, ambos receptores del gas ruso. Y es que Bulgaria introdujo la semana pasada un nuevo impuesto energético a las transferencias de gas natural ruso a través de su territorio alegando que la medida reducirá la posición privilegiada de la empresa energética estatal rusa Gazprom en el sudeste de Europa y disuadirá la influencia rusa en la región en general.

En otro orden de cosas, se espera que un tribunal rusa se pronuncie mañana lunes sobre la detención preventiva del periodista ruso-estadounidense Alsu Kurmasheva. La periodista, que trabaja para Radio Europa Libre/Radio Libertad (RFE/RL), ha estado encerrada en un centro de detención temporal desde que fuera detenida el pasado miércoles. Rusia dice que no se registró como “agente extranjero” cuando viajó al país en mayo por una emergencia familiar.


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