Guerra de Ucrania – Día 788

Un día después de aprobarse en el Congreso estadounidense los fondos que permitirán reanudar la ayuda a Ucrania, desde este país se han hecho llamamientos a acelerar al máximo los trámites en el Senado y en la Casa Blanca, de forma que comience a llegar al país cuanto antes. Según algunas fuentes, el equipo militar podría comenzar a arribar a las AFU, incluyendo misiles balísticos ATACMS en variantes más modernas que las entregadas hasta la fecha, a finales de la semana que comienza. Continúan mientras tanto los intercambios con drones y misiles, alcanzando los rusos varios puntos de la geografía ucraniana, mientras desde este país reclaman haber dañado el histórico buque «Kommuna» de la Armada Rusa, atracado en Sebastopol. Todo ello en una jornada en la que el Ejército ruso ha reclamado la toma de Bohdanivka, entre Bakhmut y Chasiv Yar.

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En el informe de ayer hicimos referencia al posible impacto de un misil ucraniano -desde este país aseguraban que el incendio que se había producido era consecuencia de la caída de restos y no de ningún impacto– en la base naval de Sebastopol. Según pasaban las horas la situación se iba aclarando y más y más fuentes confirmaban no solo que el misil había alcanzado el perímetro de la base sino que un buque había sido alcanzado. Y no un buque cualquiera, sino posiblemente el histórico buque de apoyo a submarins «Kommuna», a la sazón uno de los buques en servicio más antiguos del mundo y, como curiosidad, el primer multicasco diseñado y construido en la Unión Soviética.

Lo importante del ataque, a la espera de que se aclare si realmente es este el buque alcanzado (pues hay otras versiones sobre lo ocurrido) y el grado de daño sufrido, es que se ha demostrado una vez más la capacidad ucraniana de alcanzar, por sus propios medios -en todo momento se ha hablado de un misil «Neptune» puntos cruciales y muy protegidos del dispositivo ruso. Una capacidad que se verá incrementada notablemente si, como se ha venido sugiriendo en las últimas horas, los primeros paquetes de ayuda militar concedidos por los Estados Unidos incluyen variantes de largo alcance de los misiles balísticos ATACMS.

Hay que tener en cuenta aquí que hasta el momento, además de haber llegado en cantidades limitadas, los misiles ATACMS suministrados a Ucrania eran de sus versiones más antiguas, con un alcance sustancialmente menor a los 300 kilómetros de las últimas fabricadas. De esta forma, no quedaba cubierto por este alcance, toda la profundidad de las líneas rusas en el territorio ucraniano ocupado por este país, en tanto sus 165 kilómetros de alcance dejaban fuera buena parte de la península de Criema.

Ahora bien, independientemente de que se envíen estos misiles, aunque su simple envío permite entrever cuáles son las intenciones estadounidenses, más importante que su llegada es el levantamiento del veto que impedía su empleo en determinadas áreas, como el territorio ruso. Hay que tener en cuenta, como se ve en el siguiente mapa, que la Federación de Rusia, si bien continúa manteniendo importantes volúmenes de tropas en las zonas de Ucrania ocupadas, ha ido adaptando su logística y su despliegue de tal forma que el impacto de las armas recibidas por este último país se viese minimizado. Está pues por ver si con las nuevas armas llegan cambios de postura en este área y cómo se gestiona, llegado el caso, el espinoso asunto de la escalada.

Dicho esto, y a pesar de la pequeña revolución que ha supuesto la multiplicación en el empleo de drones comerciales letalizados, o de lo importante que es disponer de artillería, tanto guiada y de largo alcance, como convencional, hay que tener en cuenta que hay aspectos en la guerra que no han cambiado salvo por obligación. Con esto queremos decir que sigue siendo tan importante como lo fuera en verano de 2022 el destruir las concentraciones de tropas rusas y batir sus líneas logísticas, como camino más seguro de cara a erosionar su capacidad militar.

Uno de los grandes problemas, a la hora de analizar cualquier conflicto en marcha, tiene que ver con el riesgo de entrar en ciertas dinámicas casi sin quererlo. Es muy sencillo ser presa de «la rueda», terminando por no hacer sino más que repetir argumentos circulares. En este sentido, como hemos explicado alguna vez, la multiplicación en el número de drones de ataque precisos, baratos y letales, así como el auge de la robótica en general suponen en el mejor de los casos una Revolución en los Asuntos Militares, pero en ningún caso una Revolución Militar, concepto mucho más amplio, complejo y de implicaciones más profundas.

Dicho esto, y por más que los drones hayan conseguido en parte sustituir a la artillería, supongan un problema mayúsculo para los combatientes sobre el terreno y en especial para los carros de combate y blindados e, incluso, aunque se estén cobrando desde hace un tiempo la mayor parte de las bajas, difícilmente permitirán a unos u otros ganar la guerra. De hecho, es importante encuadrar bien cada factor de cambio y cada elemento en su contexto. Así las cosas, los drones tipo FPV, que son un desafío monumental para cualquier ejército y lo seguirán siendo hasta que se cierre la ventana de vulnerabilidad abierta con su eclosión (entre cinco y diez años en el mejor de los casos), al igual que otros elementos como la sensorización del campo de batalla, contribuyen al estancamiento del frente de forma exagerada porque en el contexto concreto de la guerra de Ucrania no hay un poder aeroespacial suficiente que impida, entre otras cosas, que lleguen a primera línea, que es la distancia desde la que pueden ser empleados.

Esto no quiere decir que en otro contexto este tipo de ingenios no vayan a suponer un problema. De hecho lo son y lo seguirán siendo y debemos invertir mucho más y mucho mejor que hasta ahora de cara a combatir una amenaza que va más allá del campo de batalla para afectar a la seguridad ciudadana. Solo que como solemos insistir, no se pueden extrapolar las lecciones ucranianas a otros conflictos presentes o futuros. Ni siquiera al ucraniano si las «reglas» fueran otras y no solo se hubiese permitido a Ucrania atacar las concentraciones rusas allí en donde estas estuviesen, sino también se le hubiese proporcionado el volumen de artillería necesario para igualar la apuesta rusa.

Por resumirlo de forma sencilla, si Ucrania es capaz de volver a hacer mella en la logística rusa, impidiendo que hombres, sistemas, municiones y pertrechos de todo tipo lleguen allí a donde son necesarios para mantener la ofensiva, la situación cambiará a su favor pues, más allá de la táctica, que parece ser el fin último de esta guerra por alguna extraña inversión, esta se decidirá (o debería decidirse) en los niveles más altos, esto es, en el operacional y el estratégico.

Alcance teórico de las versiones más modernas del misil balísticos ATACMS desde las posiciones ucranianas. Los círculos rojos y blancos corresponden con las concentraciones de tropas rusas. Fuente: Elaboración propia a partir de un mapa de Google Maps.

Mientras esperamos a ver cómo la ayuda estadounidense impacta sobre el devenir de la guerra, Ucrania sigue siendo víctima de los ataques rusos con misiles y drones. A pesar de que no se ha publicado ningún recuento oficial en las últimas horas, sí han trascendido informaciones relativas a impactos tanto de estos como de bombas de aviación por ejemplo en Kozatske, en Jersón, en donde ha resultado destruido un edificio de viviendas. También en la capital de esta región, alcanzada una vez más. O en Odesa, en donde se ha informado de una explosión, seguramente consecuencia de la llegada de varios drones tipo Shahed-131/136 (Geran-1/2) a la zona.

En el caso de Rusia, además del ataque a Sebastopol, se ha hablado de ataques contra zonas en este caso en el interior de su territorio, como Pskov, en donde un dron ucraniano ha sido derribado por la defensa antiaérea. También han denunciado el lanzamiento de drones contra la región de Briansk.

En cuanto a los combates y los movimientos sobre el terreno tenemos, en las últimas horas, nuevos avances rusos en distintos sectores del frente. Como se esperaba, Rusia está tratando de aprovechar la actual debilidad ucraniana para presionar todo lo posible, especialmente con la intención de seguir ampliando el territorio buffer alrededor de la ciudad de Donetsk, aunque no sólo, pues por ejemplo según Zelenski el Ejército ruso hará todo lo posible por tomar Chasiv Yar antes del próximo «Día de la Victoria», de forma que tengan algo que celebrar.

Así las cosas tenemos, por una parte y en el caso de Bakhmut que han continuado tratando de acercarse a Chasiv Yar, reclamando además el control total sobre Bohdanivka, al noreste de esta localidad.

En el caso de Avdiívka, han continuado progresando al norte en la zona de Ocheteryne, con la infantería rusa entrando por la zona sudoriental de esta población, aprovechando para su avance el trazado de las líneas férreas que divide la localidad en dos a norte y sur. Al mismo tiempo que esto sucede, se especula con las causas, pues según algunas fuentes, y como vimos en su día en el caso de Avdiívka, algunos avances rusos se explicarían por las rotaciones de unidades hechas por parte de las AFU y que no habrían sido coordinadas con la debida diligencia, provocando una debilidad en las líneas ucranianas que habría sido aprovechada por sus enemigos.

El otro punto de máximo interés está en el área de Mariínka, en donde desde Rusia aseguran desde ayer haber completado la captura de Novomykhailivka mientras siguen presionando tanto al sur de esta localidad como, más al norte, al oeste de Mariínka y en dirección a Pobjeda.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

Una vez superado con éxito el escollo del Congreso y tras las primeras reacciones en Ucrania y en el resto del mundo a la aprobación de la ayuda estadounidense a este país, en las últimas horas lo que nos encontramos son llamamientos no a que llegue, sino a que lo haga a la mayor brevedad. En este sentido se han pronunciado en las últimas horas desde distintas instancias, comenzando por el Gobierno ucraniano, aunque resulta difícil que nada pueda cambiar antes del martes, día en que el Senado tomará una decisión.

Así, tenemos mensajes del jefe de la Oficina del Presidente, Andriy Yermak no solo agradeciendo el paso dado por los Estados unidos, sino expresando su esperanza en que el Senado complete rápidamente los trámites necesarios para que la decisión de la cámara baja se haga efectiva. En el mismo sentido se ha pronunciado Zelenski, quien ha asegurado que desde Ucrania siguen trabajando en que los EE. UU. aceleren los trámites pues: «El tiempo entre las decisiones políticas y el daño real al enemigo en el frente, entre la aprobación del paquete y el fortalecimiento de nuestros guerreros, debe ser lo más corto posible».

No han sido, ni mucho menos, las únicas declaraciones de Zelenski, quien se ha referido al que, a su juicio, debería ser el contenido de los paquetes de ayuda militar norteamericanos, haciendo referencia a la necesidad de «rellenarlos» con «armas escasas». En este sentido, en una entrevista al programa de la NBC «Meet the Press», ha sido muy claro al definir este tipo de armas, explicando que «Esto incluye artillería, armas estratégicas de largo alcance, ATACMS… todo esto es importante para evitar perder gente en el frente. La razón por la que los estamos perdiendo es porque no tenemos las armas de largo alcance adecuadas. Esto también ya que la defensa aérea, que es tan importante, es ciertamente una prioridad hoy».

Respecto a esto, a pesar de los llamamientos desde Alemania, o por parte del Alto Representante de la Unión Europea, Josep Borrell, a los Estados Miembros, lo cierto es que se están encontrando notables problemas para suministrar más sistemas de defensa aérea a Ucrania. Incluso en medios estadounidenses como Financial Times se han publicado recientemente artículos explicando que países como España o Portugal están bajo una intensa presión por parte de sus socios para transferir a Ucrania algunos de sus sistemas, incluyendo en el caso español Patriot.

Sin embargo, por el momento esta presión no ha dado sus frutos y, de hecho, durante la celebración del pasado Consejo Europeo, los días 17 y 18 de abril, nadie se atrevió a hacer la más mínima promesa, a excepción del primer ministro saliente de los Países Bajos, Mark Rutte, quien sí se ofreció a sufragar el coste de alguno de estos sistemas para enviarlo a Ucrania, de forma que el país suministrador pudiese después adquirir un reemplazo. Todo a la espera de lo que se decida, claro está, en la próxima reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la UE, en la que se volverá a tocar el tema ucraniano.

Por otra parte, desde Ucrania el presidente de la Rada Suprema, Ruslan Stefanchuk ha hecho referencia no tanto al paquete de ayuda, como a la futura transferencia de activos congelados de la Federación Rusa a Ucrania, medida en la que desde Kiev llevan trabajando desde los primeros compases de la guerra, pero que en algunos casos todavía no está nada claro cómo se implementará.

Desde Rusia, por su parte, han seguido criticando la decisión del Congreso de los Estados Unidos de aprobar la ayuda a Ucrania, aunque según algunos de sus diplomáticos como el el primer representante permanente adjunto de Rusia ante la ONU, Dmitry Polyansky, quien ha calificado a Ucrania de «compañía militar privada», «el fin vergonzoso del régimen de Kiev es inevitable, independientemente de este nuevo paquete y de todos los inútiles esfuerzos de sus patrocinadores estadounidenses y de la OTAN para mantenerlo vivo».

Por último, además de sobre la situación en la vecina Moldavia, en donde miembros de los partidos prorrusos se reunieron en Moscú para establecer un nuevo bloque político antieuropeo destinado a descarrilar la planeada adhesión de Moldavia a la Unión Europea, en las últimas horas se ha hablado también sobre los controles a las exportaciones, que son parte esencial del régimen de sanciones contra Rusia. En este sentido, desde Ucrania han venido denunciando desde hace tiempo la necesidad de reforzarlos, toda vez que siguen encontrándose en los misiles y drones rusos derribados los mismos componentes occidentales, mientras desde Rusia dicen que Occidente debe «sopesar los costos y beneficios de una aplicación estricta de los controles de exportación», esto es, cómo afectan a las economías de Europa y Norteamérica, así como del resto de aliados de Ucrania.


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