Cuando se cumplen dos años desde el inicio de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, desde Kiev han logrado dar dos pasos más en su búsqueda de apoyos a largo plazo, firmando sendos acuerdos de seguridad con Canadá e Italia, que se suman a los ya logrados en las últimas semanas. La estrategia ucraniana pasa ahora por aumentar los costes de la guerra para Moscú, tratando de hacerle ver que un conflicto de desgaste y a largo plazo tampoco tendrá la recompensa que el Kremlin espera. Al mismo tiempo, Zelenski se compromete a no utilizar el armamento extranjero en el territorio de otros estados, mientras en el frente continúan los combates y el lento repliegue de las Fuerzas Armadas ucranianas frente a los ataques rusos, que en las últimas horas han logrado acceder al interior de Robotyne.
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Cada vez que llegamos a una fecha que podríamos considerar como simbólica, sea como ocurre ahora el segundo aniversario tras el inicio de la «Operación Militar Especial», en el argot ruso, o cada vez que han transcurrido un centenar de días desde la misma fecha, debemos aclarar por qué no hacemos nada «especial». Al fin y al cabo, en mayor o menor medida, todos los medios dedican unas páginas o algún artículo, coincidiendo con estas fechas, a tratar el tema de Ucrania, buscando en lo posible adelantar el futuro.
Y la respuesta, por nuestra parte, sería tan simple como que no hay motivos. No porque no haya nada que celebrar o conmemorar, sino porque la guerra es un fenómeno absolutamente ajeno a las fechas, más allá de que por distintas razones los días señalados puedan coincidir con más anuncios de ayuda o incluso con golpes de mano de algún tipo. Así las cosas, cuando los medios , que en muchos casos han dejado de lado la actualidad ucraniana para centrarse en asuntos más actuales -es decir, que ofrezcan más visitas y, con ello, ingresos-, dedican espacio a Ucrania es siempre cuando ocurre algo que pueda llamar la atención e implique «clicks» o puedan ofrecer un rédito de otro tipo, por ejemplo en lo relativo al relato.
Eso para los internacionales. Algunos de ellos bastante serios incluso a pesar de los imperativos económicos, que son los que deciden en última instancia -siempre que no estén sujetos al control político- lo que debe y no debe aparecer en portada y en qué posición. De los nacionales es mejor ni hablar, pues salgo contadísimas excepciones han pasado a tratar casi exclusivamente los aspectos más «lacrimógenos» o morbosos de este conflicto, dejando totalmente de lado el análisis de situación o cualquier intento explicativo medianamente serio, ya que sus fuentes mayoritarias son las agencias de prensa y su objetivo el «clickbait».
En nuestro caso, al no tener ese tipo de necesidades, podemos centrarnos en lo esencial, buscando aquello que sí es verdaderamente significativo en términos políticos, estratégicos, operacionales, tácticos o técnicos. Y estos cambios, concederá el lector, pueden llegar al cumplirse los dos años de guerra, pero también un martes cualquier del mes que elijamos.
Al fin y al cabo, la guerra nunca ha sentido demasiada afección por lo sentimental. Ni siquiera por lo morboso. Más bien, como corresponde a un fenómeno -por mucho que intentemos dotarla de cierta personalidad-, es absolutamente fría e indiferente a todo aquello que no sean sus lógicas internas. Así pues, de lo que la guerra entiende es de otras cosas, como relaciones de fuerzas, empleo de los medios, rozamiento, objetivos…
En este sentido, la de Ucrania continúa –aunque no todos los vean así– estancada pues, a pesar de los recientes avances rusos -que previsiblemente continuarán en las próximas semanas y meses si nada cambia-, el ritmo de estos es tan lento y las ganancias territoriales tan magras, que en lo sustancial nada ha cambiado ni parece apreciarse un peligro inminente de colapso por parte ucraniana aunque Rusia haya recuperado impulso y logrado éxitos recientemente. Tampoco el «centro de gravedad», que continúa siendo el grado de apoyo que Kiev logre de sus aliados en términos absolutos, así como el compromiso de que este continúe a largo plazo.
Por supuesto, que Ucrania logre lo anterior no cambiará el hecho de que para Rusia, la guerra de Ucrania, sea significativamente más importante que para los socios de este país y que, por ello, esté dispuesta a asumir un sacrificio muchísimo mayor con tal de alcanzar sus objetivos. Sin embargo, sí podría incluir sobre la cuenta de costes/beneficios rusos, al hacerle ver que podría llegarse a un punto sin salida en el que la «inversión» en vidas y medios sería inútil, forzando así algún tipo de negociación. Es en este contexto en donde mejor se entiende, por cierto, la insistencia ucraniana en plantear objetivos de máximos, aun cuando la realidad en el terreno y en la relación de fuerzas es la que es.
Respecto a las posibles negociaciones, debe quedar claro que no servirán de demasiado si, al mismo tiempo, no se dota a Ucrania de medios capaces de generar disuasión, tal y como hemos repetido en decenas de ocasiones, de forma que la agresión rusa, una vez reconstituidas sus Fuerzas Armadas, no se reproduzca. Algo que es aplicable no solo a la propia Ucrania, sino al resto de sus aliados europeos y a la OTAN en su conjunto, en tanto hay que cerrar cualquier ventana de vulnerabilidad todavía abierta. Al fin y al cabo, si simplificáramos al máximo el «problema ucraniano» -por lo demás increíblemente complejo al incluir también factores históricos, culturales, ideológicos y territoriales-, no tendríamos otra cosa que una situación de desequilibrio estratégico a corregir y que es la que permite a Rusia, como potencia revisionista que es, intentar entre otras cosas, redibujar las fronteras europeas.
Dicho todo lo anterior, no somos de piedra. Cuesta muchísimo tratar de ser fríos cuando a diario nos enfrentamos a decenas de vídeos de destrucción, a testimonios de pérdidas, a mensajes de odio y a mil cosas más. Sin embargo, difícilmente aportaríamos algo a nuestros lectores dejándonos llevar por lo sentimental en lugar de tratar de exponer los hechos y que cada cual saque sus conclusiones. Así, aunque en muchas ocasiones erremos y análisis hechos en determinados momentos, con el paso del tiempo varíen (un ejemplo claro es la interpretación que hacemos de lo ocurrido a propósito del Nord Stream, sin ir más lejos), seguiremos intentando en cada informe enlazar cuantas más fuentes, mejor, dar todos los puntos de vista posibles y, dejando claro que somos un medio occidental y que apoyamos la causa (justa) de una Ucrania que muchas veces se olvida que es la agredida, de informar y analizar sin caer en la equivocación de pensar que objetividad es lo mismo que equidistancia.
Dicho todo lo anterior, y de vuelta al terreno, una noche más se ha producido un ataque ruso mediante drones, totalizando 18 Shahed-131/136 (Geran-1/2) lanzados, de los que las fuentes oficiales ucranianas aseguran haber neutralizado 16 antes de que alcanzasen su objetivo. Pese a ello, aunque no han trascendido datos relativos a destrucción de edificios o instalaciones, se ha hablado de explosiones en Sumy o Mikolaiv, así como en , todo lo cual podría deberse a la actividad de los antiaéreos.
Del lado ruso han hablado de intentos ucranianos por llevar a cabo «ataques terroristas» utilizando vehículos aéreos no tripulados en la región fronteriza de Bélgorod.
En cuanto a los combates, que como puede verse en la siguiente tabla, siguen arrojando un importante número de pérdidas materiales, continúan produciéndose con intensidad a lo largo del este y sur de Ucrania. Más difícil es determinar el número de bajas humanas, ya que no se puede localizar cada una de ellas dado que no hay documentos gráficos que las recojan, algo que sí ocurre en mayor medida con las plataformas y sistemas destruidos.
Las últimas estimaciones que se han publicado, las hechas por el Ministerio de Defensa del Reino Unido, hablan de un total de 350.000 bajas rusas (muertos y heridos), sin dar ninguna cifra de las pérdidas ucranianas. Según otros medios, como Meduza, el número de rusos muertos rondaría los 75.000, muchos de los cuales, con nombres y apellidos, han sido identificados. Del lado contrario, son muchos menos los datos disponibles, aunque hay también asociaciones que intentan esclarecer el número real de bajas.
Más allá de esto, en las últimas horas se han vuelto a producir enfrentamientos en el área de Bakhmut, en donde Rusia ya ha superado en distintos puntos la línea de avance máximo lograda por Wagner en su momento, mientras continúan acercándose a Ivanivske por el sur.
En el caso de Avdiívka, también continúan «rellenando» el vacío dejado por las tropas ucranianas en su repliegue a «posiciones más ventajosas» en palabras de Syrsky, tomando con ello algunas de las pequeñas poblaciones vecinas, como Latochkyne. Todo a la espera de ver qué aprovechamiento hace Ucrania de la orografía de la zona, que tampoco ofrece demasiadas posiciones altas en las que plantear una defensa en la zona más cercana al oeste de Avdiívka.
Lo más interesante de la jornada, no obstante, ha ocurrido en Robotyne, en donde ha podido verse a blindados rusos alcanzando el centro de la localidad (ver vídeo bajo estas líneas), aunque finalmente han sufrido numerosas bajas en su intento, una vez los drones FPV se han cobrado los blindados. En relación con esto, hay quien habla de ruptura de las defensas ucranianas y de retirada del saliente que se había creado en la zona.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
En el apartado internacional, como no podía ser de otra forma, han sido muchas las muestras de apoyo y las visitas de líderes internacionales a Ucrania. También se han producido gestos más concretos, en última instancia lo determinante.
Lo más relevante, en relación con esto, ha sido la firma de nuevos acuerdos de seguridad entre Ucrania y dos de sus aliados, en este caso Italia y Canadá. Al igual que en el caso de los acuerdos firmados anteriormente con Reino Unido, Francia, Alemania o Dinamarca, los textos son a una década vista y prevén una mayor colaboración en materia militar, incluyendo tanto el envío de ayuda, como la capacitación de las tropas ucranianas y, además, la cooperación en materia industrial militar.
Además, y tal y como se esperaba, el Reino Unido ha hecho finalmente público un nuevo paquete de ayuda militar a Ucrania por valor de 245 millones de libras (286 millones de euros), que serán destinados tanto a adquirir disparos de artillería como a revitalizar las líneas de suministro ucranianas de cara a que el país aumente la producción.
Dejando a un lado los nuevos acuerdos, y como decíamos, han sido numerosos los políticos que o bien han viajado a Ucrania, o bien han hecho referencias de apoyo. Por ejemplo, hasta Odesa se ha dirigido la ministra de Exteriores alemana, Annalena Baerbock y encontrándose con su homólogo, Dmytro Kuleba. Lo mismo cabe decir del primer ministro belga, Alexander de Croo, quien se ha encontrado con el primer ministro ucraniano, Denys Shmyhal, quien le ha agradecido el apoyo de Bélgica y con quien ha hablado sobre el establecimiento de mecanismos que permitan utilizar los fondos rusos congelados en la UE. Además de ellos, a Kiev se han dirigido, por ejemplo, el ex-primer ministro británico, Boris Johnson, quien se ha visto con Zelenski, al igual que ha hecho el actual primer ministro sueco, Pal Jonson.
La cita más importante, sin embargo, ha sido la mantenida por Zelenski con la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen y con el primer ministro belga cuyo país ostenta, además, la presidencia de turno de la UE, así como con el primer ministro de Canadá, Trudeau y la primera ministra italiana, Meloni. Además de para suscribir los acuerdos de seguridad, a los que ya hemos hecho referencia, en su presencia Zelenski se ha dirigido a los líderes del G7.
Además, entre las declaraciones de apoyo cabe citar, por ejemplo, la del Alto Representante de la UE, que ha pedido que se haga no solo más, sino también más rápido, presionando a los Estados miembros para que incrementen la ayuda financiera a Ucrania durante una entrevista concedida a la CNN. No ha cesado ahí la actividad de Borrell, quien también ha mantenido una conversación telefónica con el ministro de Exteriores ucraniano.
También el que han mostrado desde el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, a través de un nuevo comunicado oficial. Aunque hay que decir que el país, más centrado en las primarias del Partido Republicano que en cualquier otro asunto, ha estado bastante al margen de la actualidad ucraniana.
Aspecto interesante, ya al margen de las celebraciones, es que desde Ucrania Zelenski ha asegurado -una vez más- que su país nunca utilizará el armamento suministrado por sus aliados contra un país extranjero, dejando claro que ese tipo de ataques se realizan con medios propios e intentando así tanto calmar a sus socios como limitar cualquier posible miedo a la escalada que les frene a la hora de seguir apoyando a Kiev.
Desde Rusia, más allá de los eventos a los que hicimos referencia en los dos informes anteriores, no parecen haber prestado demasiada atención al aniversario del inicio de la «Operación Militar Especial», centrándose los titulares en aspectos como las medidas del G7 para reforzar el cumplimiento de los límites de precios al petróleo ruso, por ejemplo.
Putin, por su parte, ha mantenido una reunión con el jefe de los chechenos, Ramzan Kadírov, quien como sabemos lleva ya meses prácticamente desaparecido de la actualidad, al igual que sus combatientes, que si bien durante el primer año de guerra tuvieron un papel relevante, han dejado de estar presentes salvo de forma anecdótica en el campo de batalla.
Para finalizar, lo hacemos hoy con dos anuncios de donaciones, en este caso para Ucrania. Por una parte, el magnate y político Petró Poroshenko ha anunciado que su fundación ha hecho entrega a las Fuerzas Armadas ucranianas de más de un millar de drones de distintos tipos, 900 de ellos FPV. Por otra, la Fundación Howard G. Buffett, que hasta el momento ha entregado a Ucrania más de 500 millones de dólares en ayuda humanitaria, ha prometido la donación de 300 millones adicionales a lo largo del presente año, con lo que superaría las contribuciones que en esta materia han hecho estados como el Reino Unido, Países Bajos o Canadá.