Guerra de Ucrania – Día 730

Las próximas horas serán de homenajes y declaraciones de apoyo, como corresponde a cada fecha emblemática. Después de dos años de lucha, sin embargo, nada hace pensar que el final de la guerra de Ucrania esté mucho más cerca que cuando se cumplió el primer aniversario. El estancamiento sigue siendo la norma, al igual que que la fuerte atrición, a la espera de que el panorama político se despeje en los Estados Unidos en un sentido o en otro. Mientras tanto, acciones como el derribo de un nuevo A-50 ruso por parte de Ucrania permiten reforzar la validez de algunas de las lecciones que esta guerra nos ha venido dejando, como la dificultad para emplear en el campo de batalla grandes y complejas plataformas como estas.

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En las últimas horas las Fuerzas Armadas ucranianas se han anotado, en su particular cuenta de derribos, la destrucción de un nuevo avión de alerta temprana y mando y control A-50 Mainstay ruso, mientras sobrevolaba territorio ruso apenas a unos kilómetros de la costa del mar de Azov. Alcanzado por un antiaéreo de largo alcance ucraniano, ha trascendido un vídeo en el que el aparato ruso lanzaba contramedidas antes de ser finalmente destruido, en una acción que ha supuesto la muerte de toda su tripulación y que supone un nuevo y duro varapalo para Rusia, dada la escasez y valía de estas plataformas.

El incidente es más sorprendente si cabe, toda vez que hace poco más de un mes otro aparato similar, un Beriev A-50U fue alcanzado a unos 160 kilómetros del frente, en aquel caso sobre las aguas de Azov, perdiéndose en el mar. Todo a la vez que el Il-22 (numeral RF-95678), también alcanzado pero que logró mantenerse en vuelo y regresar a territorio ruso, pudo refugiarse en la base de Anapa, muy cerca del estrecho de Kerch. De hecho, es tan similar el incidente, que durante horas se ha estado especulando –incluso medios rusos han hablado de dos aparatos perdidos– con la posibilidad de que también un Il-22 hubiese sido alcanzado, aunque finalmente desde el Ministerio de Defensa ucraniano únicamente han reconocido un derribo.

Esta nueva pérdida rusa -y van tres A-50 si tenemos en cuenta que uno de ellos fue alcanzado en tierra-, demuestra la dificultad creciente de operar grandes plataformas aéreas. Algo que no es nuevo –y de hecho hemos publicado sobre ello en más de una ocasión-, pero que tiene profundas implicaciones. Como indican en un estudio del think tank CSBA titulado “Five Priorities for the Air Force´s Future Combat Air Force” (2020), el entorno operativo futuro estará caracterizado por el desarrollo y despliegue por parte de los países adversarios de los EE.UU. de sistemas de Defensa Aéreos Integrados Avanzados (IADS), que forzarán a que la forma en que se han diseñado y conducido las campañas aéreas hasta el momento se torne inviable.

Al menos será así para la mayor parte de Fuerzas Aéreas -entre las que se incluyen las de todas las potencias medias, como nuestro Ejército del Aire y del Espacio-. Es así, en tanto que ninguna de ellas, a pesar de adquirir equipos y armas puntuales, como los misiles antirradiación- dispone de capacidades SEAD significativas. Un tipo de medios -y el necesario bagaje- que en la práctica solo están a disposición de los Estados Unidos, tanto de su Fuerza Aérea como de su Marina de guerra, únicas que han acumulado la experiencia suficiente y han mantenido unidades especializadas en este tipo de tareas.

El problema que plantean las redes IADS es que, al negar el uso del espacio aéreo al contrario, en muchos casos le impiden también realizar un tipo de guerra concreto, para el cual la presencia de aparatos tipo AWACS y JSTARS es imprescindible. Y es que sin  poder detectar y seguir las amenazas aéreas (AWACS) o las concentraciones de la fuerza de maniobra terrestre adversarias (JSTARS) se hace sumamente difícil batir a cualquier enemigo, por la simple y llana falta de información sobre este, así como de capacidades de mando y control. Lo mismo, además, es extensible a muchos de los aparatos de caza de cuarta generación, como hemos visto también en Ucrania con toda la familia derivada del Su-27, incluyendo los bombarderos tácticos Su-34.

Además, las plataformas tripuladas no son las únicas sensibles a los sistemas antiaéreos enemigos, pues también los grandes drones destinados a tareas ISTAR (Intelligence, Surveillance, Target Acquisition, & Reconnaissance) son muy vulnerables. Es más, podría decirse que, dado el desarrollo que están conociendo los sistemas antiaéreos, con alcances y precisiones crecientes, la mayor parte de aparatos en servicio únicamente podrán operar con garantías en ambientes muy permisivos.

En el caso de los Estados Unidos, que podría decirse sin lugar a dudas que van un par de pasos por delante del resto en este aspecto, llevan años trabajando en la forma de adaptar su forma de luchar al nuevo escenario. La solución propuesta pasar por la implementación de un nuevo sistema denominado ABMS (Advanced Battle Management System) y que tiene como objetivo dotar a la USAF de un nuevo sistema de Mando y Control que reemplace a los E-3 Sentry actualmente en servicio, pues se teme que en caso de enfrentamiento con un rival con capacidades antiaéreas importantes, pudiesen correr el mismo destino que los A-50 rusos.

En la práctica, lo que se propone es pasar, como en tantos otros aspectos, de depender de las grandes, caras, complejas y vulnerables plataformas monolíticas a un sistema de sistemas en el que muchos de los sensores y equipos de comunicaciones, así como las capacidades de ataque estén distribuidas en elementos más pequeños y, de ser posible, prescindibles. Todo de forma que, en caso de pérdida, el conjunto no se resienta, siendo por lo tanto mucho más resiliente que el basado en las arquitecturas actuales.

Un camino que tarde o temprano deberán seguir todas las Fuerzas Aéreas -y no solo- que se precien pero que, por el momento, es demasiado complejo y oneroso de implementar, con lo que la artillería antiaérea continúa teniendo cierta ventaja sobre las fuerzas aéreas que la enfrentan. De ahí, por una parte, que Ucrania insista tanto en la necesidad de que sus aliados le envíen más y más recursos en este sentido -pues no solo pretenden defender sus ciudades de los drones y misiles rusos-, sino que pretenden también batir los aparatos de la VVS, negándose el uso del cielo. De ahí también que, pese a todo lo que puedan aportar, los F-16 difícilmente darán un vuelco al conflicto, si no se ofrecen a Ucrania medios complementarios que permitan neutralizar sus defensas aéreas.

Dejando de lado el futuro de la guerra, para volver sobre el presente, tenemos que Rusia ha vuelto a lanzar sus drones y misiles sobre Ucrania. Desde este país hablan de dos misiles balísticos Iskander-M, tres misiles de crucero Kh-59 y una docena de drones tipo Shahed-131/136 (Geran-1/2) empleados por parte rusa. Al mismo tiempo, aseguran haber derribado dos de los misiles Kh-59 y todos los drones, con las defensas aéreas activas sobre puntos como Odesa o Kropivnitsky.

Del lado contrario, además de la pérdida del Beriev A-50 Mainstay, nos encontramos con un gran incendio en la planta metalúrgica Novolipetsk, en la localidad de Lipetsk, en el interior de Rusia, provocado como consecuencia de la llegada de drones de suicidas ucranianos. Además, desde Rusia aseguran haber derribado drones ucranianos también sobre Tula.

Dicho esto, sobre el frente continúan los combates, mientras Ucrania sigue inmersa en su esfuerzo por construir nuevas posiciones defensivas a lo largo del todo el frente, que aseguren que cualquier avance ruso sea lento y costoso, como corresponde al cambio a una estrategia defensiva que se viene implementando desde el pasado otoño.

En cuanto a los enfrentamientos, comenzando por el norte tenemos que, en el área de Siversk han continuado los ataques rusos en dirección a la localidad de Bilohorivka, aunque apenas han servido en este caso para poco más que para acumular pérdidas.

No ha ocurrido lo mismo en Bakhmut, en donde poco a poco el Ejército ruso continúa arañando metros en dirección a Ivanivske y, como vimos ayer, ya controla algunas edificaciones a levante de esta localidad, además de haber tomado algunas de las líneas de trincheras ucranianas situadas en las afueras.

En cuanto a Avdiívka, la situación evoluciona como cabía esperar, con las tropas rusas poco a poco ocupando el espacio entre la ciudad y lo que se espera sea la nueva línea defensiva ucraniana (ver informes anteriores) entre Orlivka, Tonenke y Severne. Precisamente, es en esta última dirección donde han conseguido los avances más importantes. Además, cabe señalar que, por primera vez, se ha podido ver cómo entraba en combate y geolocalizar un carro de combate Abrams, en este caso entre Berdychi y Stepove.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

En el apartado internacional, la jornada del sábado será, sin duda, de homenajes y de discursos de apoyo a las tropas en uno y otro lado. Por parte de los aliados de Ucrania, ya han comenzado a recibir palabras de aliento y compromiso, mientras que desde el país recuerdan que la guerra lleva diez y no dos años en marcha. Del lado ruso, como vimos ayer, se adelantaron unas horas en este sentido, con Putin aprovechando el «Día del Defensor de la Patria» en un acto en el que se visitó la tumba del soldado desconocido y en el que saludó a los «auténticos héroes del pueblo» mientras Shoigú visitaba a las tropas en Donetsk.

Sin embargo, más interesantes que los homenajes son las noticias sobre las acciones de uno y otro bando para tratar de imponerse. Así las cosas, desde Ucrania el ministro de Defensa, Rustem Umerov y el jefe de las Fuerzas Armadas, Oleksandr Syrsky han mantenido una reunión con un grupo de senadores estadounidenses encabezado por el líder de la mayoría republicana, Chuck Schumer, con quienes también se ha visto posteriormente Zelenski. En la misma explicaron a los legisladores lo que a su juicio Ucrania necesitaba para vencer, además de expresas su preocupación por los retrasos en el envío de ayuda por parte de los EE. UU. y por la situación de las tropas en el frente.

El ministro de Exteriores, Dmitro Kuleba, se dirigió a su vez ante los representantes de la OSCE, instando tanto a la organización como a los Estados miembros a «incrementar sus esfuerzos para responsabilizar a Rusia por su guerra de agresión y crímenes posteriores». Según el diplomático ucraniano, «La OSCE puede y debe ser más activa y rápida a la hora de desplegar los instrumentos existentes y desarrollar otros nuevos, según sea necesario, para ayudar a traer de regreso a los niños ucranianos deportados».

También, aunque en este caso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, Kuleba ha acusado a Rusia de «ignorar la voz del mundo» al continuar con su agresión, a la vez que llamaba al resto de países miembros a participar en la conferencia de paz que se celebrará en Suiza y que girará en torno a la implementación de la «Fórmula de paz» de Zelenski, propuesta que Rusia rechaza de plano y que considera «inútiles planes de Kiev» por «atraer al mayor número posible de países a reuniones interminables sobre un proyecto utópico».

Cambiando de tercio, y después de que la Unión Europea, Reino Unido y Estados Unidos aprobasen nuevas sanciones contra Rusia, en las últimas horas se ha subido también a este carro Canadá. El país norteamericano ha impuesto sanciones adicionales contra 153 entidades y una decena de personas, en coordinación con sus vecinos estadounidenses y el Gobierno británico.

Además de esto, se reunió en privado con el secretario de Exteriores británico, David Cameron, con quien «se puso al día» y con quien habló sobre opciones destinadas a acelerar el suministro de municiones de artillería y otros equipos importantes a Ucrania. Se espera, de hecho, que el Reino Unido haga algún anuncio en este sentido en las próximas horas, pues son muchos los rumores relativos a un nuevo paquete de ayuda.

También se ha producido una reunión del equipo de Gobierno ucraniano, encabezado por Denys Shmyhal, a la frontera con Polonia. Concretamente al puesto de control de Cracovia, con la intención de que los agricultores y la sociedad polaca escuchen la posición de Ucrania. La situación, a pesar de la propuesta por parte de este país de constituir una mesa trilateral entre Polonia y Ucrania, con la participación de la UE, parece lejos de resolverse.

Además de esto Shmyhal se ha visto con la primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen. Este, como sabemos, ha sido el primer país no perteneciente al G7 que ha firmado un acuerdo de seguridad con Ucrania y, desde los inicios de la invasión, uno de los Estados que han prestado un apoyo más firme a Kiev. En su encuentro, los dos políticos han hablado sobre la ayuda militar, la implementación de reformas por parte ucraniana o la integración europea entre otros temas.

En otro orden de cosas, después de las noticias referentes a la entrega de un centenar de misiles balísticos por parte de Irán a Rusia, el primer país ha negado la mayor. Así, Irán aseguró, el viernes por la tarde, que no había tranferido misiles a Rusia. O al menos esta es la versión del país chií y así lo han manifestado sus representantes ante las Naciones Unidas. Según las mismas: «Aunque no existen restricciones o prohibiciones internacionales sobre la venta de misiles balísticos, Irán se considera moralmente obligado a abstenerse de realizar transacciones de armas mientras dure el actual conflicto entre Rusia y Ucrania».

Más allá de esto, en las Naciones Unidas el secretario general de la organización, Antonio Guterres, ha asegurado que esta seguirá «presionando por la libertad y la seguridad de la navegación en el Mar Negro y por que los alimentos y fertilizantes ucranianos y rusos que tanto necesitan lleguen al mercado mundial sin restricciones».

Para finalizar, lo hacemos también con la ONU. Concretamente con el último recuento de bajas civiles hecho por sus técnicos y que asciende, al menos, a 10.582 civiles, a los que habría que sumar más de 20.000 heridos desde el inicio de la invasión. Al respecto, y según el responsable de la Misión de Vigilancia de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ucrania (HRMMU), Volker Turk, «El impacto a largo plazo de esta guerra en Ucrania se sentirá durante generaciones». La cifra, en cualquier caso, podría ser bastante mayor, toda vez que no todos los casos han podido ser debidamente identificados.