Guerra de Ucrania – Día 641

Las Fuerzas Armadas rusas, incluyendo unidades milicianas de las regiones ocupadas, continúan avanzando hacia el interior de Avdiívka, aprovechando que el combate urbano les favorece, dadas las posibilidades de ocultación que proporciona este escenario, a diferencia del terreno abierto. En otras zonas del frente, sin embargo, las operaciones están casi totalmente paradas debido a las condiciones climatológicas extremas de las últimas horas, que han dejado cientos de poblaciones de Ucrania, incluyendo Crimea, sin suministro eléctrico. En el apartado internacional, mientras tanto, Ucrania apuesta por convertirse en el nuevo «arsenal de las democracias», a la espera también de que el próximo 4 de diciembre se vote en los Estados Unidos la propuesta de ayuda a este país y a Israel.

El combate urbano es, además de una de las tendencias clave de la guerra tanto desde hace algunos años, como de cara al futuro, uno de los mayores desafíos que puede afrontar un ejército moderno. El combate en población es, por sus particulares características, el ambiente idóneo para que fuerzas irregulares o ejércitos débiles maximicen sus posibilidades frente a otras más fuertes, con mayor capacidad de combate y mejor equipadas y entrenadas. Sin embargo, es también, al menos entre el gran público, uno de los ambientes más desconocidos y que más se prestan a la confusión.

A lo largo de la historia, el concepto teórico de lo que significaba la guerra en ciudades o el combate urbano ha evolucionado. Si bien ciertos conceptos, como el de la ‘guerra de asedio’, son de uso común, tienen poco que ver con lo que se estila ahora en lugares como Ucrania, pues los combates se producían generalmente alrededor de las ciudades y raramente en su interior. Cuando se consideraba que un enemigo había penetrado en el interior de la muralla, y por tanto en la ciudad, la resistencia generalmente terminaba, pues rara vez los defensores se planteaban continuar la lucha «casa por casa», con lo que daba comienzo el saqueo de la población tomada.

Con la revolución industrial y el crecimiento de las ciudades, el perímetro urbano fue desdibujándose, haciendo desaparecer la frontera de la ciudad una vez derribadas las murallas. Con la llegada del ferrocarril, las carreteras y las líneas de comunicación industriales, las ciudades pasaron de ser fortalezas llenas de recursos humanos y materiales a elementos nodales sobre los que plantear logísticamente sus estrategias de despliegue de tropas y suministros. Y esto se mantuvo así incluso a lo largo de la Primera Guerra Mundial, donde si bien se combatió alrededor de las ciudades, no se hizo (o muy raramente) en su interior, sino apoyándose en ellas como elementos defensivos y logísticos. Con la captura de las ciudades se buscaba el acceso al elemento central de la red logística enemiga para traer nuestros recursos más rápidos y hacer que el enemigo tardase más. Claros ejemplos de esto son Lieja (1914), Ypres (1914), el Marne (1914) (por París) o Gallipoli (1915-16) (por Constantinopla).

No fue hasta finales de los años treinta, principio de los años cuarenta, cuando se empezó a usar el término “Street Fighting” (‘lucha callejera’ o ‘combate en las calles’). Así aparece, al menos, en multitud de panfletos y guías que fueron publicadas a lo largo de 1942 sobre todo para la Home Guard. En caso de que la Wehrmacht consiguiera cruzar el canal, la resistencia tendría que trasladarse a las ciudades inglesas. “The defence of villages & small towns”, “Defence of Houses” o “House to House fighting”, obras todas del Coronel G.A. Wade son claros ejemplos de ellos. Estas experiencias bebían principalmente de las escuelas de entrenamiento ad hoc, constituidas en su mayoría por veteranos de las Brigadas Internacionales de la Guerra Civil Española, en torno a Osterley Park (Londres) y Aldershot en 1940.

https://www.revistaejercitos.com/2022/03/28/combate-urbano-en-las-ciudades-ucranianas/

Con todo, durante la Segunda Guerra Mundial, ya se empezó a combatir en el interior de las ciudades de manera regular e intensiva. Se convirtió así en una herramienta para compensar la debilidad del bando en desventaja, aunque las ciudades de por sí solas tuvieran un valor político inherente. Sobra explicar los intensos combates por Shanghai (1937), Sebastopol (1941-42), Ortona (1943), Budapest (1944-45) o Breslau (1945) por mencionar algunos menos conocidos. Sin embargo, tras múltiples batallas, se comprendió perfectamente que la “Street fighting” no se producía precisamente en las calles, sino en el interior de los edificios o en sus ruinas. Esto queda claro si nos atenemos a los testimonios históricos, como por ejemplo el de Vasili Chuikov durante la batalla de Stalingrado (1942-43).

A pesar de que durante toda la Guerra Fría el concepto fue perdiendo interés, pasando este a centrarse tanto en las armas estratégicas como en los movimientos a gran escala de las fuerzas convencionales, una vez finalizado el periodo volvió a ponerse de actualidad, siendo el escenario predilecto de todas aquellas fuerzas que pretendían hacer de la asimetría su fortaleza. Desde la famosa batalla de Mogadiscio en 1993 (inmortalizada por Ridley Scott en «Black Hawk Down») hasta las batallas de Náyaf o Faluya, que hemos narrado en detalle y, más recientemente, la sorprendente acción llevada a cabo por una alianza de grupos islamistas encabezados por Abu Sayyaf y respaldados por Dáesh en Marawi (Filipinas), han sido muchos los ejemplos del uso del combate urbano en las últimas tres décadas por parte del bando a priori más débil.

En el caso ucraniano, sin embargo, hemos asistido a usos diferentes. En un principio, los ucranianos se beneficiaron de la existencia de núcleos de población de un cierto tamaño -en algunos casos de millones de habitantes, como Járkov o la propia Kiev, para establecer defensas en las zonas periféricas de las mismas, provocando un importante desgaste y al Ejército ruso en su avance y retardos a su plan de invasión (Mykolaiv, Sumy…). Solo en casos puntuales como Mariúpol, Mariínka, Bakhmut o actualmente en Avdiívka, se ha decidido la lucha casa por casa, aprovechando que las ciudades, en defensiva, permiten desgastar al rival de forma considerable. Casos, todos ellos, en los que además de a la infantería parapetada en edificios, hemos visto el uso de blindados e incluso de carros de combate.

Pese a todo lo anterior, y a las ventajas de la defensa, son muchas las localidades que han cambiado de manos en esta guerra tras intensos combates en su interior. Y es que no debemos olvidar que no hay escenario alguno en la guerra que sea la panacea, ni para defensores, ni para atacantes. De hecho, se esté de acuerdo o no con las cifras que ofrece, en este sentido conviene releer a autores como el coronel T.N. Dupuy para entender el concepto de «capacidad de combate» y «la relación de fuerzas» y cómo determinados escenarios influyen, sin llegar en ningún caso a ser definitivos, al entrar en juego muchos otros factores.

En el caso de Avdiívka, que es el que ahora mismo está en desarrollo, los avances rusos se explican por diversas razones, desde la voluntad de asumir un número de bajas enorme -entre otras cosas a base de sacrificar unidades procedentes de las región de Donetsk- a la superioridad artillera rusa que permite batir de forma inmisericorde las posiciones ucranianas durante las 24 horas del día o, por supuesto, al hecho de que el escenario urbano enjuaga parte de las ventajas que los drones y las imágenes por satélite (aun comerciales) ofrecen en cuanto a ISR. De hecho, si hemos visto el uso de túneles por parte rusa para aparecer tras las posiciones ucranianas, o el derribo de muros (de esto hay ejemplos claros en Bakhmut) para avanzar por el interior de las edificaciones o de una a otra, es precisamente para no salir en ningún momento al exterior. Así las cosas, no es de extrañar que el Ejército ruso llegue a avanzar o a ser capaz de tomar ciudades. Más interesante sería saber la relación real de pérdidas entre defensores y atacantes, un extremo todavía en disputa respecto a batallas como la de Bakhmut.

Dicho todo lo anterior, y pasando a las acciones en las últimas 24 horas, Rusia ha vuelto a lanzar sus drones sobre Ucrania, hablando el Ministerio de Defensa de este último país del derribo de ocho drones tipo Shahed. Rusia, por su parte, ha denunciado el lanzamiento de dos misiles ucranianos sobre el mar de Azov que, asegura, también han sido neutralizados.

Más allá de esto, uno de los aspectos relevantes de la jornada han sido las condiciones climáticas extremas que se viven en el sur de Ucrania y que han dejado a centenares de localidades sin suministro eléctrico tanto en la región de Odesa como en Crimea. También es de destacar, aunque se desconoce si ha sido un sabotaje, la fuerte explosión que se ha producido en la fábrica de tractores de Cheliabinsk, en el interior de Rusia, la que entre otras cosas se producen motores para blindados y carros de combate.

Además de esto, y pasando a los combates, se ha registrado al norte del frente un contraataque ruso en Yahidne, que ha servido para recuperar las posiciones que había ganado Ucrania en jornadas anteriores. Según el propio Zelenski, en las últimas horas se han registrado intensos combates en dirección a Kupiansk.

Si bien en el caso de Bakhmut no hay apenas noticias, ni movimientos, más compleja es la situación en Avdiívka. Allí, comenzando por el norte, el Ejército ruso continúa buscando la forma de ampliar su control en los alrededores de Krasnohorivka, aunque por el momento no ha tenido demasiado éxito en su intento de cruzar las líneas férreas, salvo puntualmente. Precisamente por las razones que dábamos anteriormente, les es más sencillo avanzar a lo largo de las zonas industriales, como la de Promka, al sureste, que ofrecen cierta cobertura.

Sin noticias relevantes procedentes del sur de Ucrania.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

En el apartado internacional, y como suele ser habitual durante los fines de semana, la actividad se ha reducido notablemente. Entre lo más interesante, las palabras del ministro de Industria Armamentística ucraniano, pidiendo que el país se convierta en el «arsenal del mundo libre» incluso durante la guerra. Y es que Oleksandr Kamyshin pretende reactivar el sector industrial militar estatal y coordinar a las empresas privadas para impulsar la exportación de armas, aun sabiendo las enormes necesidades en cuanto a suministro que sigue teniendo el país. No obstante, además de una forma de obtener nuevos fondos, el plan de Kamyshin pasa por asegurar que el país cuente con una industria suficiente como para asegurar las necesidades de las Fuerzas Armadas del país aun en el caso de que la ayuda exterior se siga reduciendo y en el contexto de un conflicto a largo plazo.

Más allá de esto, el ministro de Defensa ucraniano, Rustem Umerov, ha mantenido una nueva conversación telefónica con el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, en la que han vuelto a hablar sobre la asistencia de seguridad y las prioridades a la hora de reforzar las capacidades defensivas ucranianas, con especial énfasis una vez más en la defensa antiaérea.

Si bien es poco lo que ahora pueden hacer los Estados Unidos, ya que apenas restan unos cientos de millones de dólares por gastar de los fondos disponibles para Ucrania, la situación podría llegar a cambiar el próximo día 4 de diciembre, cuando se espera que tenga lugar en el Senado la votación sobre la propuesta de fondos para ayudar a Ucrania e Israel. Una cuestión que los republicanos favorables a conceder estos fondos pretenden, no obstante, ligar a la política de seguridad fronteriza estadounidense, lo que sin duda dará lugar a tensas negociaciones entre ambos partidos durante la próxima semana.

Desde la Unión Europea, la única referencia a Ucrania en las últimas horas ha sido para condenar la oleada de drones lanzada por Rusia durante la madrugada del pasado día 25, siendo el español Josep Borrell, Alto Representante, quien se ha pronunciado en las redes sociales.

En otro orden de cosas, recientemente se ha sabido que la justicia rusa ha emitido una orden de búsqueda contra el portavoz de la empresa Meta, responsable entre otras redes sociales, de Facebook. No se han ofrecido detalles sobre las acusaciones, más allá de decir que se le busca por un «cargo penal». Se cree que

También desde Rusia, aunque no tiene que ver tanto con Ucrania, como en general con la disuasión frente a la OTAN, el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, se ha pronunciado recientemente a propósito de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, asegurando que la misma cuenta ya con un sistema de defensa aéreo integrado que permite centralizar el control de los sistemas desplegados en Bielorrusia, Kazaijistán, Tayikistán, Kirguistán, Rusia e, incluso, Armenia.

Siguiendo con este país, Financial Times ha publicado un interesante artículo en el que se habla sobre cómo el aumento en la producción de armamento por parte de Rusia está dejando a otros sectores productivos en una situación complicada, al haber absorbido buena parte de la relativamente escasa mano de obra de la que dispone el país. Una perspectiva que dada la crisis demográfica, solo parece poder empeorar en los próximos años.


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