Guerra de Ucrania – Día 635

Las primeras nieves de consideración han llegado a Ucrania en un momento en el que las Fuerzas Armadas ucranianas están intensificando sus acciones en la orilla oriental del Dniéper. Al mismo tiempo, desde los Estados Unidos han aprobado un nuevo, aunque mínimo, paquete de ayuda militar, dotado con cien millones de dólares, a la espera de que en las próximas horas se celebre una nueva reunión en formato Ramstein. Mientras tanto, desde Rusia continúan tanto con su ofensiva al este de Ucrania, como con el lanzamiento de drones sobre el territorio de este país, atacando por segundo día consecutivo su capital, Kiev.

El frío y las nieves llegan a Ucrania, como no podía ser de otra forma. Además, lo hacen acompañados, en otras zonas del país, por lluvias o aguanieve y el consiguiente barro: la temida «raspútitsa». Es difícil, no obstante, que puedan tener un impacto significativo sobre las operaciones, en tanto la guerra sigue y seguirá siendo de posiciones al menos hasta que: 1) aparezcan elementos nuevos que permitan superar el estancamiento técnico o bien; 2) que el cansancio haga mella en uno de los dos contendientes, provocando un derrumbe del frente, algo que no parece pueda producirse a corto plazo.

En relación con el estancamiento, y con los intentos de superarlo, en las últimas horas ha vuelto a saltar a la palestra la conocida propagandista rusa Margarita Simonian, directora del medio RT. Lo ha hecho, porque un diputado de la Duma rusa, Yevgeny Stupin ha publicado una decisión del Ministerio de Interior en la que se explicaba que unas palabras suyas de principios de octubre, sugiriendo que debería detonarse un artefacto nuclear en Siberia -recordemos que Rusia se ha apartado del tratado que prohibía las pruebas nucleares-, para así imponerse en la «Operación Militar Especial», no eran constitutivas de delito.

Más allá del pequeño «culebrón» interno, dado que Stupin, que es contrario al Kremli e incluso ha sido calificado en Rusia de «agente extranjero» había solicitado una investigación, lo que las palabras de Simonyan indican -dentro de lo poco en serio que se pueden tomar declaraciones hechas dentro del marco de sus programas, conocidos por sus constantes salidas de tono-, es que en Moscú -no pronuncia una sílaba sin orden del Kremlin- también están intranquilos debido a la duración de la guerra y la falta de salidas a esta, por más que a largo plazo les beneficie. Al fin y al cabo, que el resultado de una guerra larga pueda ser mejor en términos de las condiciones de un acuerdo, no implica que el sufrimiento y las tensiones no sean máximos.

Por otra parte, estamos en un momento, igual que ocurriera hace un año, en el que Rusia ha aireado una vez más el fantasma nuclear, aunque con mucha menor intensidad, buscando antes del invierno una salida negociada que le sea favorable. Amenazas que llegan de la mano de una ofensiva en el este -que ya explicáramos que hay que entender en un contexto de defensivo-, así como de un aumento en los ataques con drones, que buscan una vez más afectar a las infraestructuras críticas ucranianas a las puertas del invierno.

Dicho esto, la amenaza de escalada, especialmente de escalada nuclear, ha sido una constante desde el inicio de la invasión. A diferencia del uso más conocido de la disuasión, que es defensivo, Rusia no ha dudado en recurrir a esta con fines ofensivos, para tratar de evitar que terceros países interviniesen en Ucrania frustrando sus planes y, cuando esto ha sido imposible, para limitar su grado de implicación. Sin ir más lejos, el 27 de febrero de 2022, apenas transcurridos tres días desde el inicio de la invasión, Putin ordenó a sus fuerzas estratégicas que aumentasen su grado de preparación para el combate, a lo que Biden, en lugar de igualar la apuesta decretando el paso a Defcon 3, respondió buscando rebajar la tensión.

Posteriormente, cuando la derrota en Kiev era ya una evidencia y el Kremlin recortó sus objetivos estratégicos optando por replegarse de la capital ucraniana para concentrar sus fuerzas en un ataque a través del saliente de Izium con la intención de atacar Sloviansk y Kramatorsk, desde Moscú volvieron a sacar a relucir el tema nuclear. En este caso, no obstante, de forma diferente, pues el portavoz ruso Peskov afirmó que Rusia únicamente recurriría al armamento nuclear si “su existencia estuviera amenazada”.

Distintas fueron las declaraciones por parte de la cúpula rusa cuando la situación se complicó, tanto por la pérdida de Járkov, como por la retirada de Jersón y la posibilidad de una ofensiva exitosa por parte ucraniana en Zaporiyia. Fue el 21 septiembre de 2022, en el marco de un discurso pronunciado en Veliky Novgorod, cuando el mismo Putin declaró que “Si la integridad territorial de nuestro país se ve amenazada, sin duda utilizaremos todos los medios disponibles para proteger a Rusia y a nuestro pueblo”, añadiendo “Esto no es un engaño”.

Una alocución que se produjo apenas unos días antes de oficializarse la anexión de las regiones ucranianas de Jersón y Zaporiyia, parcialmente ocupadas, así como de las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, lo que situaba a los habitantes de las mismas como parte de lo que el presidente ruso consideraba “nuestro pueblo”. De hecho, la tensión siguió incrementándose en las semanas siguientes, a medida que la ofensiva ucraniana avanzaba en Jersón, en el que sería catalogado como el intento más significativo de coerción nuclear prolongada, consistente y consciente contra la OTAN y sus socios en casi cuarenta años.

En resumen, que el fantasma de la escalada es de todo menos habitual. Es más, incluso es hasta cierto punto lógico que Rusia, en estas fechas -y en combinación con distintas ofertas de negociación, por parte de Putin, Peskov o Lavrov, como hemos ido compartiendo- aumente el grado de amenaza y el tono de algunas declaraciones, intentando buscar una salida (temporal) a la guerra antes de que se recrudezca un invierno. Al fin y al cabo, para Rusia la situación actual sobre el terreno sería un resultado perfectamente «vendible» y le evitaría incurrir en mayores gastos o arriesgarse a la posibilidad de que el entorno político-estratégico cambie en su contra, aunque esto no parece demasiado factible pese a las muestras de apoyo a Ucrania por parte de sus aliados.

Más allá de lo anterior, y como decíamos, Rusia combina la presión en forma de ofensiva y de declaraciones, con el lanzamiento continuado de drones y misiles sobre Ucrania. Durante la pasada noche, concretamente, se ha registrado el vuelo de varios drones Shahed-131/136 (Geran-1/2) sobre territorio ucraniano, estando las defensas antiaéreas de este país activas en Odesa, Kiev, Volyn o Khmelnitsky.

Del lado contrario, el alcalde de Moscú, Serguéi Sobyanin, ha asegurado que un dron ucraniano ha sido derribado sobre la región en la que se ubica la capital rusa, cayendo sus restos sobre una carretera cercana al pueblo de Monino. También habrían derribado otro aparato en la región de Bryansk.

Además de lo anterior, y ya sobre la línea de frente, continúan los enfrentamientos en buena parte del este y del sur de Ucrania, aunque en las últimas horas no se han producido novedades en el sector más septentrional.

En Bakhmut, la principal actividad ha tenido lugar al sur, una vez más en el área de Klischiívka, complicándose de nuevo la situación para los ucranianos, que hacen frente a continuados ataques rusos. En el caso de Gorlóvka, Ucrania ha seguido presionando, ganando algo de terreno entre Shumy y Pivdenne.

Al oeste de la ciudad de Donetsk, concretamente en Avdiívka, las tropas rusas han conseguido ligeros avances al norte, en Krasnohorivka y se ha seguido luchando al sureste y al sur. Además, han atacado también más al sur, en Mariínka y Novomykhaiklivka.

Al sur de Ucrania, por último, sigue hablándose de las operaciones ucranianas al este del Dniéper, de su objetivo último y de su entidad, habiendo autores que hablan de una intención real de abrir un nuevo frente y otros, que entendiendo que lo que Ucrania pretende es obligar a Rusia a mover reservas desde Orijiv y Velyka-Novosilka, señalan la dificultad de este tipo de acciones. Por de pronto, más allá de las impresiones, continúan los combates en torno a Krynky, en donde los militares ucranianos habrían vuelto a ampliar la zona bajo su control.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

En el apartado internacional, hoy es obligado comenzar por el que ha sido el último paquete de ayuda militar estadounidense a Ucrania hasta la fecha. El anuncio se producía además, coincidiendo con la visita del secretario de Defensa norteamericano, Lloyd Austin, a Kiev, en donde se ha entrevistado con el presidente Zelenski y le ha reafirmado el compromiso a largo plazo del país que representa para con la causa ucraniana.

El presidente ucraniano, como no podía ser de otra forma, ha agradecido esta ayuda en las redes, defendiendo que supone el mensaje exacto que hay que transmitir al agresor, en referencia a Rusia, a pesar de su escasa cuantía.

El nuevo paquete, de un importe mínimo (100 millones de dólares), como viene siendo habitual de un tiempo a esta parte, tiene como objetivo permitir a Ucrania la continuación de las operaciones, mientras se negocia todavía en Washington la provisión de un nuevo fondo, antes de que terminen por agotarse los anteriormente establecidos, algo que está cerca de ocurrir.

Entre el contenido podemos encontrar diversos tipos de munición, misiles antiaéreos y contracarro, respuestos, equipos para climas extremos en previsión del invierno y un sistema MLRS Himars, como puede verse en la imagen que compartimos a continuación.

Austin, además de con Zelenski, se ha reunido también con el ministro de Defensa ucraniano, Rustem Umerov, con quien ha discutido acerca de las capacidades actuales y futuras de las fuerzas armadas ucranianas y, también, acerca de la hipotética entrada de Ucrania en la OTAN, un objetivo que sigue siendo la principal aspiración de este país.

Más allá de la ayuda estadounidense, y tal y como ha anunciado el propio Zelenski, es de destacar que esta haya llegado justo antes de una nueva reunión del grupo de apoyo a Ucrania, esto es, en formato Ramstein. Este tipo de encuentros, que suelen celebrarse en la base aérea alemana del mismo nombre o en Bruselas, han servido desde los inicios de la guerra para coordinar a los distintos aliados de Kiev en su apoyo en forma de entregas de armamento. Está por ver, en el actual clima, si tras la misma llega algún tipo de anuncio adicional, toda vez que Estados como Alemania o los Países Bajos, que son de los principales donantes, ya se han pronunciado al respecto en los últimos días.

Pasando a la diplomacia más relacionada con lo civil, el ministro de Exteriores ucraniano, Kuleba, ha mantenido una conversación con su homólogo estonio, con quien ha hablado sobre las negociaciones de adhesión a la Unión Europea, las entregas de municiones y el Tribunal Especial destinado a juzgar los crímenes rusos relacionados con la invasión.

Siguiendo con la diplomacia, Ucrania continúa como hemos explicado en los últimos días haciendo ímprobos esfuerzos por imponer su relato en África y por estrechar relaciones con los países de este continente. En relación con esto, el Ministerio de Asuntos Exteriores ucraniano ha compartido un vídeo-resumen con las iniciativas llevadas a cabo en fechas recientes, incluyendo las comparecencias de Kuleba o de la primera dama del país ante la prensa de 11 países africanos.

No es cuestión baladí, pues a la vez que Ucrania hace esto, Rusia continúa trabajando en la forma de influir sobre este continente y los regímenes que lo componen, a través de herramientas de todo tipo. Ahora que Wagner Group ha mutado en cierto modo y no permite la «negación plausible» de otros tiempos, parece que la intención de Moscú pasa por crear una unidad ad hoc dentro de sus Fuerzas Armadas centrada en las operaciones africanas, una suerte de «Afrika Corps» a la rusa que buscaría, según el relato ruso «contrarrestar la influencia neocolonial de Occidente».

En otro orden de cosas, y pasando a hablar de la corrupción, se ha sabido que el Gobierno ucraniano ha destituido en las últimas horas a Yuri Shchygol, quien había dirigido durante tres años el Servicio Estatal Especial de Comunicaciones, responsable entre otras cosas de la protección cibernética de las infraestructuras gubernamentales. La razón: se le considera sospechoso de haber malversado más de 1,5 millones de euros en la compra de software a precios inflados.

Por otra parte, en lo relativo a la crisis fronteriza entre Finlandia y Rusia, ha sido el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, quien ha mostrado hoy su apoyo a Helsinki a través de las redes sociales, hablando a la vez sobre cómo Moscú estaría instrumentalizando a inmigrantes vulnerables para perseguir objetivos políticos, algo que según el político belga «encontrará una respuesta adecuada» que, sin embargo, no ha especificado.

Michel, de hecho, no ha sido el único que ha hablado de la crisis migratoria en la frontera finlandesa, sino que han sido varios los medios que han hecho referencia al tema, refiriéndose en todos los casos a acciones rusas en la Zona Gris del espectro de los conflictos, así como en que forman parte de un plan para desestabilizar la OTAN. No obstante, si bien son acciones molestas para quienes las padecen -y España tiene una amplia experiencia en relación con Marruecos y el uso que hace de la inmigración-, en el caso finlandés no parece ser un problema mayor, dado el mínimo volumen de inmigrantes del que hablamos en comparación con lo vivido en otras ocasiones y en otras latitudes.

Del lado ruso, y cambiando de tercio, en las últimas horas han criticado tanto la provisión de nueva ayuda militar a Ucrania por parte de los Estados Unidos, que consideran «una píldora sedante» que no tendrá efecto alguno sobre la situación en el frente, como el hecho de que Zelenski se niegue a mantener conversaciones de paz de ningún tipo, alegando que Ucrania no está dispuesta a «una paz a cualquier precio».

Por último, y terminando con la ayuda exterior, Ucrania y Japón han anunciado los planes del Ministerio de Economía, Comercio e Industria de este último país para proporcionar a Ucrania 160 millones de dólares adicionales en ayuda destinada a implementar diversos proyectos relacionados con la recuperación económica del país.


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *