Guerra de Ucrania – Día 631

Pesimismo. Esa es la tónica general entre analistas y medios tanto en Europa como en los Estados Unidos, mientras muchos se preguntan si no es el momento de cambiar la estrategia respecto a Rusia y apostar por la contención, en vista de que la derrota militar se antoja imposible sin un grado de implicación mucho mayor que el actual por parte de los aliados de Ucrania y mientras su atención ha virado en buena medida hacia Oriente Medio. Mientras tanto, David Cameron ha visitado Kiev, Zelenski advierte de los planes rusos de provocar una supuesta guerra en los Balcanes y, sobre el terreno, Rusia continúa sus ataques generalizados sobre el este de Ucrania.

En varias ocasiones hemos explicado ya que una guerra larga solo favorecía a Rusia, a pesar de que, si la duración es suficiente, puedan generarse nuevas ventanas de oportunidad para la causa ucraniana, por ejemplo si la producción de municiones crece lo suficiente como para compensar la superioridad artillera rusa, si se suministran nuevas armas (con el consiguiente riesgo de escalada) o si aparecen nuevos avances técnicos que supongan un cambio de juego. El problema aquí, dicho esto, es que la «teoría de la victoria» occidental no parece correcta, suponiendo que la haya. Y si la hubo, debería haber cambiado a medida que el compromiso material con Ucrania decrecía, pues como en todo lo que concierne a la estrategia, si los medios, modos y fines están desalineados, el resultado rara vez es el esperado.

Como quiera que confiar en las dos últimas posibilidades no parece razonable, que los objetivos de la ofensiva meridional ucraniana no se han alcanzado y que no hay indicios de descalabro interno ruso después de que el Kremlin haya logrado consolidar la vertical del poder, son cada vez más quienes creen que la guerra ha dado ya un importante giro en contra de los intereses de Kiev y de Occidente y que o bien es el momento de buscar una salida, o bien debe acometerse un cambio radical de estrategia respecto a Rusia. Es más, hay quien habla, directamente -y no sin una importante dosis de razón- sobre la necesidad de acabar con el «pensamiento mágico» acerca de las formas de derrotar a Rusia.

Por supuesto, en las lecturas de la situación, influyen los relatos. Desde hace meses, Moscú se ha esforzado por imponer el suyo y lo ha hecho con cierto éxito, después de que en las primeras fases de la guerra el descrédito internacional motivado por la decisión de invadir a su vecino y el derivado del revés militar, jugasen en su contra. Ahora, dado que la guerra se ha estancado, los efectos de las sanciones no son ni de lejos los esperados por la impotente clase política bruselense y los problemas internos tanto en varios Estados miembros de la UE, como en los Estados Unidos o incluso el Reino Unido, juegan a su favor, Putin puede permitirse vender una imagen de invencibilidad que le es muy beneficiosa.

https://www.revistaejercitos.com/2023/06/01/la-construccion-de-una-politica-exterior-y-de-seguridad-comun-en-europa/

Máxime teniendo en cuenta que se espera que, en breve, anuncie su candidatura a las próximas elecciones rusas, a celebrar en el año entrante. Elecciones para las que está dejando todo atado y bien atado, pues a la vez que continúa reprimiendo cualquier signo de oposición a su régimen, introduce nuevos cambios en la legislación rusa imponiendo restricciones adicionales a la cobertura que los medios de comunicación pueden ejercer. Le es pues muy conveniente -y de ahí el enorme esfuerzo que están realizando en el frente, a costa de enormes pérdidas– presionar cuanto sea posible en los próximos meses, con tal de aparecer como un líder victorioso, por más que, en realidad, Rusia siga igual de lejos de conseguir los objetivos que se marcó antes de la invasión, que entonces.

La reducción parcial en sus objetivos (temporal, recordemos) que pasaban inicialmente por la desaparición de Ucrania o su conversión en un régimen títere de Moscú, convenientemente aderezada por la labor de una prensa afín, es algo que Putin puede vender como una victoria, una vez que el relato pasó a hablar de una guerra contra el «nazismo» a una guerra de Rusia contra todo Occidente. Al fin y al cabo, para el ruso medio, que no tiene acceso a más medios que los oficialistas y es profundamente nacionalista, que su país haya sido capaz de llegar a unas «tablas ventajosas» frente a su archienemigo, se aparece como todo un logro.

Del lado contrario, como decíamos, no parece haber ninguna estrategia, más allá de mantenerse en la guerra. Parece pronto para poner sobre la mesa la opción de que Ucrania renuncie a partes sustanciales de su territorio -las ocupadas por Rusia- a cambio de que el resto se convierta en un estado funcional e integrado plenamente en las estructuras políticas, económicas y securitarias occidentales, siguiendo lo propuesto, por ejemplo, por Rasmussen. Eso a pesar de que, en las reuniones a puerta cerrada que se celebran en Bruselas, siempre hay quien pone este tipo de opciones sobre la mesa. No obstante, no parece que nadie esté preparado para trasladar a su electorado algo que muchos interpretarían como una derrota mientras se insiste en una rápida entrada ucraniana en la UE que difícilmente puede hacerse con garantías, a tenor de las experiencias previas.

Volviendo sobre ese «mantenerse en la guerra», hemos de ser conscientes de que es una idea a la que se llega desde dos direcciones radicalmente diferentes. Por una parte, muchos de los socios europeos de Ucrania entienden que lo que allí sucede es vital para sus intereses, con lo que el apoyo que ofrecen es genuino al aceptar que una derrota ucraniana terminaría por ponerles en peligro. Por otra parte, están también quienes no afrontan un riesgo físico inmediato, pero sí tienen un profundo interés en seguir degradando militarmente a Rusia, como ocurre en el caso de los países anglosajones, que no soportan una amenaza física convencional directa y para quienes esta guerra es únicamente una guerra por delegación (hablamos en términos de poder, sin entrar a juzgar aspectos como el genuino apoyo a la causa ucraniana o el componente moral que también importan, pero que quedan en segundo plano tras el crudo interés).

Dicho esto, y mientras Ucrania busca la forma de poder hacerse en parte cargo de su propia seguridad, toda vez que el apoyo exterior, pese a las buenas palabras, no parece asegurado, una de las herramientas que quedan a Zelenski pasa por azuzar el miedo a Rusia y a sus planes. En las últimas horas, en referencia a la supuesta intención por parte del Kremlin de provocar un conflicto en los Balcanes. En relación con este tipo de discursos -independientemente de que contengan o no cierto grado de verdad-, cabe decir que se nota una diferencia sustancial entre el Zelenski dinámico y seguro de un año atrás y el de hoy, cada vez con menos herramientas en su mano para obtener un resultado sobre el que habían creado unas esperanzas demasiado abultadas y que está muy lejos de alcanzarse. No es de extrañar tampoco, pues, que algunos se pregunten (con un claro interés personal en ello, en este caso) si no ha alcanzado su techo de competencia y es necesario un cambio.

Como quiera que no parecen avecinarse cambios importantes a corto plazo, la guerra continúa. Lo hace con un nuevo lanzamiento de drones Shahed-136 por parte rusa sobre el territorio ucraniano. Las autoridades de este país aseguran haber derribado 16 de los 18 drones entrantes, así como un misil Kh-59. Aun así se han registrado explosiones en Prokrovsk y Staorkostiantyniv. Por otra parte, dos ciudadanos ucranianos han fallecido como consecuencia de los ataques rusos sobre Jersón, realizados mediante su artillería.

Sobre el frente, han vuelto a producirse ataques rusos en el sector más septentrional, en dirección a Kupiansk. En esta zona ambos ejércitos han venido acumulando hombres y carros de combate, aunque las acciones continúan siendo de pequeña entidad, al igual que los avances rusos.

En el área de Bakhmut también se ha combatido en las últimas horas, centrándose la acción al sur de la ciudad, en torno a Klischiívka, población sobre la que los ataques rusos son continuados. Además, se han registrado también enfrentamientos al sur de Shumy, una zona en la que no suele haber acción. No hay cambios de posiciones.

En Avdiívka, Rusia continúa ampliando su control en los alrededores de Krasnohorivka, tanto hacia el noroeste, en paralelo a las vías de tren, como hacia el sur de Terrikon. En la propia ciudad, donde también se registran asaltos rusos, luchan por hacerse con el control de las primeras construcciones en la zona de Promka.

Del sur, apenas hay novedades, aunque se sabe que continúan las operaciones ucranianas al este del Dniéper, en donde seguirían consolidando y tratando de ampliar posiciones.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

En el apartado internacional, cabe comenzar por las consecuencias de la reunión entre Xi Jinping y Biden, que se ha producido en las últimas horas. Aunque es bien poco lo que ha trascendido sobre el contenido real de la conversación, que se ha producido en un contexto particular, con China afectada por sus problemas económicos, y se duda de hasta qué punto este tipo de encuentros tienen un impacto a posteriori sobre la política de las naciones, Zelenski se ha apresurado a declarar que desde su país entienden que este encuentro es bueno para sus intereses.

No ha sido la única declaración de Zelenski en las últimas horas. Más allá de lo ya reseñado respecto de los planes rusos para los Balcanes, el presidente ucraniano, que celebraba como todos sus compatriotas el Día de los Trabajadores de la Radio, la Televisión y la Comunicación, ha hablado sobre la importancia de United News, a la sazón una de las principales herramientas a disposición de Ucrania para hacer frente a la maquinaria mediática del Kremlin en la lucha por el relato.

Siguiendo con los Estados Unidos, este país plantea asignar a Ucrania 500 millones de dólares adicionales para fortalecer la red energética del país de cara al invierno. Hasta el momento ya han proporcionado más de 520 millones de dólares con la intención de que la previsible campaña de ataques rusa contra las infraestructuras sea lo más inefectiva posible.

Al mismo tiempo, el primer ministro ucraniano, Denys Shmyhal y representantes de empresas estadounidenses han estado debatiendo en las últimas horas las prioridades de cara a la recuperación ucraniana y las iniciativas para promover el crecimiento económico del país, como sabemos muy afectado por la guerra pese a los buenos signos de su economía en los últimos meses.

No ha sido la única reunión de Shmyhal, quien también mantuvo un encuentro con el nuevo secretario de Exteriores británico, el ex-primer ministro David Cameron, en la que ha sido la primera visita oficial (y además, por sorpresa- del político inglés a Ucrania desde que asumió el cargo. Además de hablar del apoyo financiero, militar y político a Ucrania, Cameron tuvo tiempo para congratularse por la iniciativa, de la que hablamos días atrás, destinada a asegurar los buques civiles que quieran comerciar desde puertos ucranianos.

Como no podía ser de otra forma, además de con Shmyhal, Cameron se reunió con Zelenski, a quien prometió que su país mantendría el apoyo militar «por el tiempo que fuera necesario», en un esfuerzo por ofrecer tranquilidad frente a los temores ucranianos relativos a la forma en la que el mundo está centrando su atención en otros escenarios. Según las declaraciones del político conservador: Rusia cree (…) que Occidente terminará centrando su atención en otra parte [que no sea Ucrania] . No hay nada más lejos de la verdad”. Y es que Zelenski ha advertido recientemente de que su país no puede permitirse un «conflicto congelado», a la vez que lamenta que la guerra entre Israel y Hamás haya ralentizado los envíos de municiones a Ucrania.

En otro orden de cosas, el Ministerio de Economía suizo acaba de confirmar que está llevando a cabo una investigación sobre las municiones suizas supuestamente entregadas a Ucrania por parte de una empresa polaca, tras la publicación de un artículo en el diario NZZ. Debido a su neutralidad, Suiza no autoriza a los países a los que ha vendido armas su reexportación. Se habla de un total de 645.000 cartuchos para arma larga, tanto para fusil de asalto como para rifle para francotirador.

Pasando a Rusia, un tribunal de San Petersburgo ha condenado a siete años de prisión a la artista rusa Alexandra Skotchilenko, que se encontraba en prisión preventiva desde marzo de 2022 por sustituir las etiquetas de los precios de una tienda por breves notas sobre los “crímenes” del ejército ruso. Al parecer, los partidarios del artista que se encontraban entre el público asistente al juicio corearon «vergüenza» cuando se pronunció la sentencia. Alexandra Skotchilenko, de 33 años, se suma así a las decenas de críticos del Kremlin, famosos o anónimos, encarcelados por haber denunciado la invasión de Ucrania.

Pasando a la OTAN, Turquía ha vuelto a posponer el debate parlamentario relativo a la candidatura de Suecia a la Alianza. Así lo han anunciado desde la Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento Turco. Al parecer, los parlamentarios del partido gobernante, Justicia y Desarrollo, argumentaron que había falta de claridad respecto de Suecia y que el tema no estaba lo suficientemente maduro para ser discutido.

Por otra parte, el Kremlin ha tachado hoy de inaceptables las nuevas sanciones aprobadas por la República Checa contra Rusia que, recordemos, afectan a las propiedades inmobiliarias estatales rusas en territorio checo. Según el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov: «Ahora se está analizando la situación para minimizar de algún modo los riesgos. Esta posición profundamente antirrusa de las autoridades checas es absolutamente desconcertante. Rechazamos categóricamente tal posición, no la aceptamos. Ahora estamos analizando la situación situación».


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