Guerra de Ucrania – Día 562

Con las Fuerzas Armadas ucranianas y las rusas implicadas en batallas como la de Verbove, en el eje de Orijiv, y Zelenski reconoce que la superioridad aérea rusa está contribuyendo a complicar la contraofensiva, ralentizando los avances, los primeros carros de combate Leopard 1 han llegado al país. Una ayuda importante para mantener el esfuerzo bélico, como también lo serán, de llegar, los misiles ATACMS, que por primera vez en los Estados Unidos parecen dispuestos a enviar. Más allá del frente, las cuestiones en las últimas horas giran en torno a la posibilidad de luchar contra Rusia de formas más imaginativas, así como a la forma de hacer frente a la guerra informativa, importante también cuando hablamos de la cuestión nuclear.

En demasiadas ocasiones ya hemos hablado sobre la cuestión nuclear, las líneas rojas rusas y la probabilidad de escalada. Después de más de año y medio de guerra, a nadie se le puede escapar que Rusia ha sacado a relucir esta opción siempre que la situación en el frente ha mutado en su contra, de ahí las continuas amenazas y referencias al posible uso de armas estratégicas por parte del Kremlin. Desde la comunidad académica y desde el entorno militar se asume que hay, por decirlo fácilmente, un punto de ruptura a partir del cual el cálculo ruso haría realmente no ya probable, sino imprescindible la opción nuclear, sin que esto implique pasar de un uso limitado de este tipo de armas.

Ahora bien, como hacemos siempre que surge la ocasión, aprovechamos la publicación en este caso de una columna de opinión por parte de David R. Shedd para Foreign Policy para trasladar a los lectores una pregunta interesante, que tiene mucho que ver con la forma en la que se está gestionando por parte de Occidente -especialmente de los Estados Unidos- el apoyo militar a Ucrania: ¿están haciendo los gobiernos occidentales, y Washington en particular, demasiado caso a las amenazas rusas, cayendo así en sus tretas de guerra informativa, cuando la realidad estratégica va por otro lado?

Explicado de otra forma, lo que Sheed plantea son tres cosas: 1) que Rusia está utilizando la amenaza nuclear de forma periódica y totalmente consciente, para limitar el apoyo que los aliados de Kiev conceden a Ucrania (hasta aquí todo dentro de lo normal) y que; 2) no debería hacerse el menor caso al Kremlin, pues son parte de una estrategia de guerra informativa que lleva ya demasiado tiempo dando réditos a Putin y le ayuda en su propósito de lograr una guerra larga (ya que solo puede ganar por «aburrimiento» entre los socios de Ucrania), pero que no tiene que ver con la realidad estratégica de una Rusia débil y que; 3) deberíamos concentrarnos en poner el foco no en la posibilidad de una guerra nuclear, sino en lo que ocurriría a Rusia si llega a atreverse a iniciarla.

Un punto de vista que es muy interesante, no tanto por dejar de lado la posibilidad del uso de armas nucleares -Shedd no niega que Putin pueda llegar a emplearlas, sino que obvia las consecuencias y la posibilidad de escalada posterior-, como porque lo que plantea es una forma de retomar el control de la escalada simplemente dejando de lado una serie de ideas y premisas que no salen de la nada, sino que el Kremlin se ha esforzado durante décadas en difundir, hasta el punto de que son muchos los líderes occidentales -da varios ejemplos- que las han asumido como si fuesen propias.

No ha sido el único debate interesante en las últimas horas. Otro tiene que ver con las formas de «flanquear» a la Rusia de Putin, aprovechando algunas de sus debilidades. Recordemos que, en alguna ocasión, hemos hablado sobre cómo Rusia estaba tratando precisamente de flanquear a la Unión Europea -pero no solo a la UE- por ejemplo en África, a través de herramientas como la organización de mercenarios Wagner Group. Lo difícil es entender por qué Occidente, con una capacidad obviamente mucho mayor, no está haciendo todo lo posible por frustrar los planes rusos.

El académico estadounidense Walter Russel Mead, en este caso en las páginas de The Wall Street Journal, habla precisamente sobre ello, proponiendo medidas encaminadas a limitar la influencia rusa en África, a aumentar los costos de su intervención en Siria con el apoyo por ejemplo de Turquía, a presionar mucho más de lo que ya se viene haciendo en Moldavia e incluso a ir más allá, apuntando hacia los aliados iberoamericanos de Putin.

Por supuesto, Mead es todo menos una «paloma» dentro de la academia y la política estadounidense. Sus posiciones son, para muchos, muy extremas y bastante alejadas de las que sostiene buena parte de la Administración Biden. De hecho, sus reflexiones han levantado bastantes críticas desde sectores opuestos, con autores como Daniel Larison denunciando cómo los «halcones» están intentando que Biden lleve la lucha con Rusia a todo el globo en lugar de mantenerla limitada a Ucrania.

Precisamente son estas visiones opuestas las que hacen tan fascinante el asunto, pues tienen una profunda relación con el tema anterior, esto es, la posibilidad de un uso nuclear, o de que las amenazas nucleares rusas sean parte de su estrategia de guerra informativa. No hay que olvidar que más allá de que en los Estados Unidos existan algunas tendencias de política exterior identificables desde mucho antes de que Rusia contase con una doctrina sobre operaciones de desinformación o influencia, también hay un curioso juego de retroalimentación que la propia Rusia utiliza -o intenta utilizar-, alimentando el enfrentamiento y las fisuras. De hecho, Rusia selecciona cuidadosamente qué discursos alimenta entre las élites estadounidenses y europeas. Es más, animamos a los lectores a tomar alguna obra en la que se expliquen cuáles son las principales tendencias en cuanto a política exterior estadounidense (en España ha escrito sobre ello el profesor Juan Tovar Ruiz) y comparar los postulados de sus defensores modernos con las noticias que aparecen en medios rusos como Sputnik o TASS, sin ir más lejos…

Volviendo sobre el tema de las percepciones, si hay un arma cuyo envío se ha visto limitado por estas, son los misiles ATACMS. No en vano, Ucrania ha pedido desde el inicio de la invasión prácticamente que los Estados Unidos suministre estos misiles balísticos, útiles no solo por el alcance, sino el ángulo y velocidad de ataque, la energía cinética que acumulan y la carga explosiva que portan. De hecho, estos no son los únicos argumentos que suelen utilizarse para justificar su necesidad, en tanto otras razones como el impacto psicológico que conllevaría su uso o incluso el coste (son sensiblemente más económicos que los Storm Shadow) también suelen salir a la palestra.

Pese a ello, y aunque se han escrito ríos de tinta sobre su posible entrega, hasta ahora prácticamente todo lo que han encontrado los ucranianos han sido negativas, aunque a tenor de lo publicado por el medio norteamericano ABC News, la situación no estaría a punto de cambiar, sino que habría cambiado ya, siendo la entrega inminente…

Dejando de lado los debates en el seno de los Estados Unidos sobre cómo enfocar la ayuda a Ucrania o la competición estratégica contra Rusia, en las últimas horas se han producido interesantes noticias relacionadas con el conflicto, estas sí, tangibles. En primer lugar, precisamente desde este país han anunciado que el entrenamiento de las tripulaciones ucranianas en el manejo de los carros de combate Abrams se prolongará más de lo espera, a petición de los propios ucranianos.

De esta forma, no estarán disponibles hasta la parte final del otoño, en el mejor de los casos, sin que esté claro si van a emplearse directamente en acciones de combate o si Ucrania, que lucha por mantener el apoyo de sus aliados al menos hasta la primavera (apoyo militar, se entiende), optará por mejorar cuanto pueda sus unidades –evitando algunos de los errores detectados hasta ahora– para intentar asestar un golpe definitivo durante el próximo año.

Además de lo anterior, recientemente también se ha sabido que la primera decena de carros de combate Leopard 1 han llegado a Ucrania. Como sabemos, no son precisamente los modelos más modernos del arsenal occidental, pero al igual que ocurre con muchos otros carros del lado ruso, tendrán un papel en misiones secundarias, como artillería móvil, apoyando a la infantería, etcétera.

Y más allá de todo lo anterior, está la realidad de los combates. Una jornada más las defensas antiaéreas ucranianas han estado activas, derribando según sus responsables 16 de los 20 drones Shahed que Rusia habría lanzado sobre el territorio del país. Pese a ello, habrían resultado alcanzadas las localidades de Krivói Rog y Sumy, reportándose un muerto y varios heridos. En el caso contrario, según el Ministerio de Defensa de la Federación Rusa, hasta tres drones ucranianos habrían sido derribados sobre la región de Briansk. Además, se habrían registrado explosiones en la localidad portuaria de Berdiansk, bajo control ruso.

En cuanto al frente, no hay novedades procedentes de la línea Kupianks-Svatove-Kreminna, aunque sí rumores sobre los próximos planes rusos para esta zona, que pasarían por llegar al Oskil a la altura de Borova antes del inicio del invierno, algo sumamente difícil.

En el área de Bakhmut, las Fuerzas Armadas ucranianas han logrado nuevos, aunque limitados, progresos al sur de Klischiívka -señalados también por las fuentes rusas-, concretamente en la zona de Andriívka.

Al oeste de la ciudad de Donetsk, hoy se ha vuelto a hablar de avances rusos en la localidad de Mariínka, aunque no parecen ser diferentes a los que ya se habían detectado a inicios de la semana.

En cuanto al sur de Ucrania, para concluir, no hay cambios en el eje de Velyka-Novosilka, más allá de un ligero avance ruso en Pryutne que sirve para aumentar la zona de seguridad al norte de esta pequeña población situada a poniente de Staromaiors’ke. En cuanto al de Orijiv, allí las Fuerzas Armadas ucranianas continúan operando en dirección a Verbove, a la vez que tratan de superar la «línea Surovikin» al este de Novoprokopivka.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

Abrimos la sección internacional con la entrevista realizada por la estadounidense CNN al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. En un tono tajante, el líder ucraniano ha descartado cualquier posibilidad de lograr un acuerdo con el presidente de Rusia, Vladímir Putin.

En sus propias palabras: “Cuando quieres comprometerte o dialogar con alguien, no puedes hacerlo con un mentiroso”. De otro lado, Zelenski ha acusado al presidente Putin de ser responsable de la muerte de Yevgueny Prigozhin, fundador del Grupo Wagner, con base “en la información que todos tenemos” y lo que “dice mucho sobre su racionalidad y su debilidad”.

Por otro lado, de su actividad destaca la llamada telefónica con el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohammed bin Salman, sobre la cooperación bilateral entre ambos países. Además, Zelenski ha aprovechado la ocasión para mostrarle su agradecimiento por su apoyo continuo a los esfuerzos de paz, incluida la segunda reunión de los asesores políticos y de seguridad en Yeda el pasado 5 de agosto. Igualmente, hay que destacar que el presidente se ha reunido con los atletas ucranianos que se han alzado con el tercer puesto en la clasificación general por equipos en los III Juegos Europeos. De este modo, el deporte también ha tenido un lugar especial en esta jornada

Además, el presidente Zelenski junto con el jefe de su gabinete, Andriy Yermak, han intervenido en la 18ª reunión de la “Yalta European Strategy” que, bajo el título “El futuro se decide en Ucrania”, ha sido un foro para discutir entre otras cuestiones sobre la Fórmula de Paz.

Sobre la Fórmula de Paz, el propio Zelenski ha reiterado una vez más que el objetivo es lograr que el mayor número de países se involucren en su implementación provocando “un aislamiento real de Rusia”. Al mismo tiempo, sostiene que se trataría de un aislamiento político que vendría seguido del aislamiento económico. En particular, se ha referido al caso de China, señalando que es importante que le trasladen a Rusia “el mensaje directo sobre la inadmisibilidad de la intimidación con armas nucleares”. De igual modo, para Ucrania es importante involucrar no solo a China en las discusiones y la implementación de la Fórmula, sino también a los países del Sur Global.

Las autoridades ucranianas han estado acompañadas en este evento, entre otros, por el ex primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, el politólogo estadounidense Francis Fukuyama, la directora del Centro para las Libertades Civiles y Premio Nobel de la Paz, Oleksandra Matviichuk, o Michael McFaul,  profesor de Ciencias Políticas y ex embajador de Estados Unidos en Rusia. En el caso de este último, reviste especial importancia dado que McFaul está involucrado en el grupo que lleva su nombre junto con el del jefe del gabinete de Zelenski, Yermak, relativo a las sanciones contra Rusia.

Continuando con las sanciones, el presidente Zelenski ha expresado que los pasos de Ucrania en referencia a la contraofensiva “sean probablemente más rápidos que nuevos paquetes de sanciones”. A su vez, admite que “La guerra se está desacelerando” y que “Todos los procesos se están volviendo más complicados y más lentos: desde las sanciones hasta el suministro de armas”. Además, en su discurso diario afirma que Rusia está activamente tratando de eludirlas, instando a que se reanude lo que denomina “la ofensiva global de sanciones”. Así, identifica tres prioridades en este ámbito: sanciones adicionales contra el sector energético ruso, restricciones reales a la transferencia de chips y microelectrónica, y un mayor bloqueo del sector financiero ruso.

Aun así, el Consejo de la Unión Europea ha adoptado sanciones contra 6 individuos adicionales bajo el Régimen Global de Sanciones de Derechos Humanos al considerarles responsables de graves violaciones de derechos humanos en Rusia y en los territorios ocupados de Ucrania, incluidas la libertad de opinión y expresión. En particular, se incluyen en la lista negra fiscales y jueces activos en los tribunales establecidos por Rusia en Crimea. Entre otros, participaron en el proceso judicial por motivos políticos contra Vladyslav Yesypenko, un periodista condenado a 6 años de prisión, y Nariman Dzhelyalov, un tártaro de Crimea. Asimismo, las sanciones se dirigen contra dos miembros del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB), por haber participado en la tortura de Yesypenko “o llevaron a cabo las investigaciones de su caso, así como miembros de la comunidad tártara de Crimea y de la comunidad de Testigos de Jehová en Crimea.

Siguiendo con la ayuda, el Ministerio de Defensa de Lituania ha confirmado que el país ha entregado a Ucrania 1,5 millones de disparos como parte de su último paquete de ayuda militar anunciado en agosto. Además, el comunicado señala que “pronto” se transferirán los sistemas NASAMS tal y como estaba previsto, junto con otro material. Desde el inicio de la invasión, la ayuda de Lituania ha alcanzado los 500 millones de euros y se espera que se destinen 200 millones para el periodo 2024-2026.

En relación con otro tipo de ayuda, hay que destacar que ya se conocen los resultados de la tercera Cumbre de Primeras Damas y Caballeros organizada por la primera dama de Ucrania, Olena Zelenska. Además, de las más de 13.000 toneladas de ayuda médica humanitaria, cientos de equipos y vehículos sanitarios se han concluido un total de 25 memorandos de colaboración sanitaria entre instituciones médicas de Ucrania y otros países. En particular, han sido firmados por ministros de Sanidad de 14 países quienes en una Declaración conjunta delinean cuatro áreas principales de cooperación: 1) trabajar en salud mental; 2) asociación médica; 3) desarrollo de los recursos humanos y; 4) cuidar la salud mental de los trabajadores del sector. Además, Ucrania espera que esta asociación iniciada por Ucrania se refleje en los documentos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y se convierta en un formato de trabajo generalmente aceptado en el mundo.

Gracias a estas nuevas colaboraciones 8 hospitales de Francia, 2 de Lituania, Letonia, Moldavia y Macedonia del Norte, así como hospitales de Polonia, Austria, Dinamarca, Estonia, Irlanda, Suecia, España, Canadá, Israel y Países Bajos se han hermanado con los hospitales ucranianos.

A lo anterior se suma que el primer ministro ucraniano Denys Shmyhal ha confirmado durante una sesión del Gobierno que la Iniciativa humanitaria “Granos de Ucrania” del presidente Zelenski -no confundir con la Iniciativa de Granos del Mar Negro- se aplicará ahora a los puertos ucranianos del Danubio. En otras palabras, ahora podrá involucrarse a estos puertos del Danubio en el suministro de ayuda humanitaria en forma de trigo y maíz que se enviarán a países de África y Asia.

Según Shmyhal, esta es la contribución de Ucrania a la seguridad alimentaria mundial y subrayada que están trabajando con las Naciones Unidas y sus socios para restablecer completamente las exportaciones agrícolas de Ucrania y “finalmente desbloquear nuestros puertos del Mar Negro”. Asimismo, ha hecho hincapié en que hasta el momento Ucrania recogido 34 millones de toneladas de cultivos en la cosecha, de las cuales 22 son trigo, pero que la demanda interna anual es únicamente de 6 a 7 millones de toneladas.

Sobre las exportaciones es especialmente relevante la noticia que llega desde Downing Street tras la conversación mantenida entre el presidente Zelenski y el premier Rishi Sunak durante la jornada anterior. Londres ha anunciado que usara su “inteligencia, vigilancia y reconocimiento para monitorear la actividad rusa en el Mar Negro, denunciando a Rusia si vemos señales de advertencia de que esté preparando ataques contra la navegación civil o las infraestructuras en el Mar Negro, y atribuir los ataques para evitar afirmaciones de falsa bandera que pretendan desviar la culpa de Rusia”. En el comunicado se concreta, además, que, como parte de estas operaciones de vigilancia, aviones de la Fuerza Aérea británica “realizarán vuelos sobre la zona para disuadir a Rusia de llevar a cabo ataques ilegales contra buques civiles que transportan cereales”. Además de esto, Reino Unido ha convocado una cumbre sobre seguridad alimentaria en noviembre con el apoyo de la Fundación Bill y Melinda Gates y la Fundación Children’s Investment Fund, y contribuirá con 3 millones de libras a la Iniciativa “Granos de Ucrania”.

Anuncios que se producen a horas de que de comienzo la cumbre del G20 en Nueva Delhi, India, y en la que la seguridad alimentaria y la guerra de Ucrania volverá a ocupar un lugar especial en la agenda.

Volviendo sobre las últimas declaraciones del primer ministro Shmyhal, el gobierno de Ucrania ha aprobado el proyecto de decreto del presidente Zelenski sobre la firma de un acuerdo de libre comercio actualizado con Canadá. Un acuerdo definido por Shmyhal como “moderno y progresista, que tiene como objetivo aumentar la inversión, impulsar el comercio de servicios y desarrollar el comercio digital”. 

Por último, pero no menos importante, han dado comienzo las llamadas “elecciones” organizadas por Rusia en los territorios ucranianos ocupados y anexionados ilegalmente en septiembre de 2022 por Moscú. Ucrania ha calificado los comicios como unas “elecciones falsas” y una “farsa”, en lo que se une al comunicado del Ministerio de Exteriores que señala que “Las ‘pseudoelecciones’ rusas en los territorios ocupados no tienen valor” y pide a la comunidad internacional “que condene las acciones arbitrarias y vanas de Rusia”. A esta petición ya se han sumado ya, por ejemplo, España y Francia.

En el caso de Naciones Unidas, se incide en que las elecciones “no tienen fundamento legal” y socavan las perspectivas de paz. En este sentido, el subsecretario general para Europa, Asia Central y América, Miroslav Jenča, ha insistido en que “Ahora, más que nunca, necesitamos una paz justa y duradera en Ucrania, de acuerdo con la Carta de la ONU, el derecho internacional y las resoluciones de la Asamblea General”.


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