Guerra de Ucrania – Día 449

Una jornada más, la actualidad sobre la guerra de Ucrania nos aleja del campo de batalla para llevarnos muy lejos del frente, a las capitales europeas, a los Estados Unidos, a China o a África. Es así, en tanto son varios los rumores y movimientos que se están produciendo en preparación de posibles negociaciones y a la espera de que la ofensiva ucraniana comience. También por los avances en torno a al posible envío de cazabombarderos F-16 a Ucrania, que los Estados Unidos no bloquearían según las últimas informaciones. En la línea de frente, mientras tanto, los cambios son mínimos y se circunscriben un día más a Bakhmut, en donde se agudizan las tendencias de las jornadas previas.

Desde hace unos días, las noticias relativas a un posible final para la guerra de Ucrania, por más que endeble, han venido sucediéndose. Concretamente han sido los medios estadounidenses los que por una parte aludiendo a los problemas de política interna, y por otra a la imposibilidad de que la contraofensiva ucraniana alcance todos los objetivos deseados, han publicado distintos textos planteando varias opciones de cara al futuro.

Como debe ser, el lector tiene la obligación de cuestionarse, en cada caso, cuánto hay de verdad en todo esto y cuánto de posible campaña de desinformación por parte occidental para desviar la atención internacional -particularmente rusa- de los preparativos ucranianos hacia otros temas. Al fin y al cabo, del otro lado hemos visto una y otra vez cómo Moscú jugaba con la posibilidad de ataques desde Bielorrusia antes de su ofensiva de invierno, o con el miedo a un ataque nuclear -incluso a una bomba sucia- durante su retirada de Jersón, tan bien manejada por Surovikin.

No obstante, hay razones para pensar que en la Administración Biden verdaderamente se estarían planteando la opción de congelar el conflicto, dejándolo en una situación parecida a la de las dos Coreas. Técnicamente en guerra desde la firma del armisticio del 27 de julio de 1952, ambos Estados continúan oficialmente en guerra, a la espera de un acuerdo de paz que en más de siete décadas no ha llegado.

No obstante, lo que era una situación en precario en su día, incluso agravada por el programa nuclear norcoreano, salvo por alguna acción periódica –como el hundimiento de la corbeta ROCKS «Cheonan»– que ha aumentando peligrosamente la tensión, en ningún caso ha degenerado en una escalada incontrolada. Ha sido así, pues se ha demostrado en la práctica un equilibrio manejable, en tanto la disuasión ha funcionado con bastante eficacia, a pesar de requerir continuos ajustes para continuar sirviendo al propósito de evitar una guerra de consecuencias difíciles de predecir.

Aplicado a Ucrania, el «congelamiento» de la guerra, que en varias ocasiones se ha sacado a la palestra como posible medida a aplicar por parte de una Rusia que sería incapaz de seguir logrando avances en el campo de batalla, permitiría, si se gestiona bien, sentar los cimientos de una paz -recordemos que oficialmente Rusia nunca declaró la guerra- frágil, pero seguramente también manejable. Las hostilidades en muchos casos continuarían, al menos hasta que se llegue a algún tipo de arreglo sobre algunas de las cuestiones más sencillas, pero muy posiblemente circunscritas únicamente al nivel de la Zona Gris, como ya venía ocurriendo entre 2014 y 2022.

Que a partir de ahí los combates a gran escala se retomasen o no dependería esencialmente de la capacidad de los aliados de Ucrania para gestionar la escalada. Por una parte, suministrando a este país todos los sistemas, armas y suministros necesarios para reconstituir sus Fuerzas Armadas –y en esto los F-16 son cruciales-, así como el apoyo requerido para hacer de estas un conjunto moderno, capaz y equiparable en cuanto a doctrina o formación a los ejércitos OTAN. De hecho, deberán ser perfectamente interoperables con las que conforman la Alianza, incluso aunque Ucrania no llegue a integrarse en esta.

Por otra, tutelando la política interna del país para evitar que los sectores más belicistas se vean tentados de probar la alternativa militar en el futuro si en una posible negociación -si es que la hay y el «congelamiento» no se produce de facto sin armisticio alguno- Ucrania sale muy perjudicada, debiendo renunciar en la práctica a los territorios ahora bajo control ruso, con la dolorosa cesión del pasillo terrestre.

Sería un escenario indeseado e incómodo, más para los europeos que para los Estados Unidos, en la medida en que Ucrania difícilmente terminaría, posiblemente por décadas, de tener encaje en instituciones como la Unión Europea, o la OTAN. Además, quedaría en suspenso la construcción de una nueva arquitectura de seguridad en el continente que acomodase también a Rusia, aunque por razones de sobra explicadas, no parece posible a corto plazo un arreglo que sea aceptable para el Kremlin –y para una China que juega un papel fundamental-, toda vez que el desequilibrio militar con Occidente es cada vez mayor y que realmente en Moscú creen, en un grado bastante alto, que la guerra de Ucrania es una lucha por la supervivencia de la civilización rusa.

En cualquier caso, y al menos por el momento, todo esto no deja de ser una mera especulación basada en los dos aspectos que hemos mencionado al inicio. Además, es lógico que justo en estos momentos esté hablándose de posibles negociaciones, en tanto en lo posible, los gobiernos implicados directa o indirectamente en la guerra tienen la obligación de probar la vía diplomática -ahora del lado occidental jugando con el miedo que la amenaza de la ofensiva genera en Rusia- para alcanzar un resultado -por más que sub-óptimo- antes de que sean las armas las que juzguen.

Mientras tanto, las cancillerías occidentales tratan de mantener la unidad del bloque, negociándose nuevas sanciones a Rusia por parte de los miembros del G7, a la vez que Ucrania continúa acumulando material clave para que la futura ofensiva cuente con los mimbres necesarios sino para expulsar a Rusia de todo el territorio del país, sí al menos para llevar la guerra a un punto en el que el Kremlin esté dispuesto a ceder en parte en una hipotética negociación.

En este sentido, la decisión estadounidense de no bloquear el envío de cazabombarderos F-16 a Ucrania es un espaldarazo importante a Ucrania y a sus aliados europeos, aunque no está del todo claro en qué fecha podrían entrar en servicio estos aparatos, pues podrían ser los primeros sistemas «del día después».

Respecto a lo ocurrido sobre el terreno, cabe comenzar por la última oleada de ataques rusos con misiles hasta la fecha, que ha consistido en total en más de una treintena de ingenios, entre misiles de crucero Kh-101/Kh-555 y Kalibr, así como misiles balísticos Iskander y drones Shahed. Como es habitual, las defensas antiaéreas rusas han anunciado el derribo de la mayoría de ellos, lo que no ha impedido que se produzcan impactos por ejemplo en Kiev.

Más allá de esto, se ha combatido una jornada más en la zona de Masyutivka, al sur de Dvorichna, junto al río Oskil, sin novedad. También hacia Novoselivka y hacia Nevs’ke, en ambos casos al oeste de Kreminna, sin que tampoco se haya reportado avance alguno por ninguna de las partes. Algo más al sur, en la zona de Siversk, sí se habría producido un ligero ucraniano en dirección a Sakko i Vantsetti.

En el área de Bakhmut, Rusia sigue avanzando calle a calle en el centro de la localidad, mientras que Ucrania sigue retomando terreno en ambos blancos, especialmente el sur, en donde habrían completado la reconquista de toda la zona al oeste del canal de agua dulce en las cercanías de Klischiívka.

Más allá de esto, en el caso de la zona oriental de la ciudad de Donetsk, en las últimas horas únicamente se han reportado combates en Mariínka.

Mapa de situación de la guerra de Ucrania actualizado a 18 de mayo de 2023. Fuente - @War_Mapper.
Mapa de situación de la guerra de Ucrania actualizado a 18 de mayo de 2023. Fuente – @War_Mapper.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

Pasando al apartado internacional, cabe comenzar por los nuevos anuncios de ayuda militar a Ucrania, como en el caso del que ha hecho Noruega. El país nórdico ha aprobado recientemente el envío de tres radares de contrabatería Arthur y ocho lanzacohetes, como parte de una donación que se habría acordado en estrecha colaboración con el Reino Unido y mientras el presidente de la Rada Suprema ucraniana, Ruslan Stefanchuk, visitaba el país.

El anuncio coincidía prácticamente en el tiempo con un nuevo mensaje de Zelenski en el que pedía más misiles, aviones de combate y ayuda en forma de adiestramiento para sus tropas, tras reunirse con su Estado Mayor y evaluar las necesidades de las Fuerzas Armadas del país de cara a los próximos meses.

Además de lo anterior, se ha producido en las últimas un hecho curioso, que podría calificarse de «autodonación» en la medida en que ha sido la empresa estatal Enegoatom, que gestiona las centrales nucleares ucranianas la que ha cedido dos de sus helicópteros, en concreto una pareja de vetustos Mi-2, a las Fuerzas Armadas del país.

Por último, para cerrar el tema de la ayuda a Ucrania, en las últimas horas se ha publicado, aunque todavía debe ser confirmado por los poderes estadounidenses, que este país estaría preparando un plan de asistencia valorado en 60.000 millones de dólares para 2024. Está por ver si se lleva a efecto incluso aunque el Gobierno que deba implementarlo sea de otro signo, si finalmente el Partido Republicano gana las elecciones norteamericanas. No obstante, no deja de ser una muestra del compromiso de los EE. UU.

Más allá de esto, en las últimas horas el presidente ucraniano, Zelenski, ha vuelto a insistir en el marco de una conferencia dada a los participantes en el PISM Strategic Ark, en la necesidad de un tribunal especial que juzgue los crímenes de guerra rusos cometidos en Ucrania, asegurando que si este no llega a crearse, «el mal volverá muy pronto».

En lo referente a las sanciones, comenzando por las que Rusia ha impuesto a la embajada finlandesa en el país, tras congelar sus cuentas bancarias, hoy se ha pronunciado el portavoz del Gobierno ruso, Dmitry Peskov, quien ha declarado que se trata de una respuesta a lo «actos inamistosos» del país nórdico, en referencia a la expulsión de diplomáticos rusos semanas atrás y alegando al principio de reciprocidad.

Además de lo anterior, a través de su cuenta de Twitter la misión rusa en la Unión Europea ha publicado un mensaje «recordando» a la Unión Europea y a sus Estados miembros que las sanciones aprobadas fuera del marco de las Naciones Unidas son, por definición, ilegales. Algo que no impide, lógicamente, que la Unión Europea siga trabajando en nuevas sanciones o en perfeccionar las anteriores.

En otro orden de cosas, pero también en relación con la Unión Europea, en este caso desde Bruselas en la Comisión Europea se han congratulado por la medida en que han logrado reducir en los últimos meses la dependencia energética (un 75%) respecto a Rusia, a pesar de lo que consideran como «chantaje energético» por parte del Kremlin, en un intento de utilizar la energía como arma. También se felicitan por el éxito del tope al precio del crudo ruso, por más que este país, incluso con descuento, esté logrando salvar a su industria de hidrocarburos.

Pasando a otros temas, el Ministerio de Asuntos Exteriores ucranianos ha publicado una nota de prensa en relación con el 79ª aniversario de la deportación de los tártaros de Crimea y del genocidio del pueblo tártaro, incluyendo en su declaración una referencia a cómo Rusia habría convertido la península al sur de Ucrania en una enorme «prisión».

Un tema, además, sobre el que también se ha pronunciado Zelenski a través de las redes sociales, además ataviado especialmente para la ocasión con una camisa típica. Los gestos del presidente ucraniano no han terminado ahí, sino que se ha reunido además con algunos de los representantes del pueblo tártaro, asegurando que el país está haciendo todo lo posible por liberarles del yugo ruso.


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