Guerra de Ucrania – Día 718

Continúa creciendo el revuelo causado por las palabras del candidato a presidente de los Estados Unidos, Donald J. Trump respecto a Rusia y los países europeos de la OTAN. Hoy, de hecho, ha recibido respuestas por parte de altos cargos como Jens Stoltenberg o Charles Michel. La noticia del día, sin embargo, tiene que ver con el paso dado por el Senado de los Estados Unidos que, a la espera de lo que ocurra en la Cámara de Representantes, acerca un poco más la aprobación del paquete de ayuda militar a Ucrania. Sobre el terreno, una nueva oleada de drones rusos ha alcanzado distintos puntos de este país, mientras se continúa complicando la situación en puntos como Avdiívka.

Las declaraciones, en campaña, del expresidente estadounidense Donald J. Trump respecto de Rusia y los países europeos de la OTAN que no invirtiesen lo suficiente en defensa, a las que hicimos referencia ya en el informe de ayer, continúan causando revuelo y suscitando reacciones internacionales. De hecho, en las últimas horas han sido varios los políticos de alto nivel que se han pronunciado al respecto, comenzando por el propio secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg, quien ha asegurado que «Cualquier sugerencia de que los aliados no se defenderán entre sí socava la seguridad de todos, incluida la de Estados Unidos, y expone a los soldados estadounidenses y europeos a un riesgo mayor».

El danés no ha sido el único en responder a Trump. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, el primer ministro de Bélgica Alexander De Croo o la ministra de Defensa de este mismo país, Ludivine Dedonder son solo algunos de los políticos que también han hecho referencias a las declaraciones de Trump. El primero las calificaba de «imprudentes», a la vez que defendía que «subrayan una vez más la necesidad de que la UE desarrolle urgentemente su autonomía estratégica e invierta en su defensa». El segundo y la tercera, conscientes de que el gasto en defensa de Bélgica no alcanza las cifras recomendadas por la OTAN, hacían hincapié en cómo año tras año el país invertía más dinero en sus Fuerzas Armadas.

No han sido, ni mucho menos, los únicos en criticar las palabras de Trump. De hecho, a lo largo y ancho de toda Europa se han registrado críticas y reacciones contrarias al candidato republicano. Algunas, incluso, bastante duras, como las del comisario europeo de Mercado Interior, el francés Thierry Breton, quien ante las cámaras del canal galo TF1 aseguró que «No podemos jugar nuestra seguridad cada cuatro años… La democracia estadounidense está enferma».

El problema aquí es que, si algo ha demostrado la guerra de Ucrania, es que la seguridad europea sigue dependiendo sobremanera de Washington a pesar de la miríada de iniciativas y proyectos en marcha. Dicho de otra forma, y a pesar de la buena voluntad y del esfuerzo de muchas personas, las capacidades militares de los Veintisiete siguen siendo las del tan manido «enano militar», como las calificara en su día el economista y político Mark Eyskens. Así las cosas, desde las capacidades de la industria a las militares convencionales y, por supuesto, las estratégicas –nadie se atreve a abrir el melón de la disuasión nuclear en el seno de la UE-, siguen siendo ridículas en relación con el peso humano y económico del bloque.

Así las cosas, y aunque la amenaza que muchos políticos ven en Trump, si bien podría seguir alentando como ocurriera con la PESCO durante su anterior mandato, las iniciativas comunitarias en materia de defensa, será necesario para que estas ofrezcan resultados tangibles ir varios pasos más allá, establecer una prioritización clara de las áreas en las que se debe avanzar y, en última instancia, clarificar el papel de algunas instituciones y ceder nuevas competencias…

Dicho lo anterior, las palabras de Trump, a pesar de haber sido pronunciadas por un político en campaña, atacan directamente uno de los pilares de la disuasión, que es la credibilidad, precisamente una de las mejores bazas de Occidente durante algunas de las fases de esta confrontación. Al fin y al cabo, e independientemente de las capacidades militares de las que uno disponga, si el enemigo percibe que este no está dispuesto a emplearlas o si se envía un mensaje equívoco respecto a su posible empleo, lo que se se está ofreciendo, en última instancia, es un incentivo al contrario para atacar.

Todo en un periodo complicado en el que Rusia y los Estados Unidos -y por extensión, la OTAN- han venido tomando medidas para tratar de reequilibrar una situación de por sí precaria y en la que los errores de cálculo y las percepciones erróneas respecto a las capacidades e intenciones del contrario, están a la orden del día. Baste recordar que Rusia ha desplegado armas nucleares tácticas en Bielorrusia, en buena medida para tratar de revertir la pérdida de credibilidad de sus Fuerzas Armadas en términos convencionales, derivada de su mediocre papel en la guerra de Ucrania.

También que Polonia ha pedido a los Estados Unidos participar en el «nuclear sharing», como hace por ejemplo Alemania, de forma que se restablezca un equilibrio que creen degradado dado el despliegue de armas nucleares rusas en la vecina Bielorrusia. Un tema, el del «nuclear sharing» sobre el que, por cierto, hablamos en su día en estas mismas páginas, explicando su razón de ser y los motivos por los que era una herramienta útil, por ejemplo, para evitar el «desacople» (decoupling) entre Washington y sus aliados (y no solo los europeos).

Además de lo anterior, sigue especulándose sobre la posibilidad de que los Estados Unidos vuelvan a situar armas nucleares en territorio británico, por primera vez desde su retirada total hace ya década y media. Intención que ha sido denunciada por Rusia, pero que responde una vez más a la necesidad de restablecer el equilibrio estratégico, en este caso a través de la generación de dilemas entre los decisores rusos, ya que ni se confirma ni se desmiente su presencia.

En resumen, las palabras de Donald J. Trump, independientemente de que se dirigiesen más que a los aliados de los Estados Unidos, a su público en el interior del propio país, llegan en un mal momento. Es más, es muy posible que su mensaje, además de en las capitales europeas, haya sido escuchado con atención en otras como las de Japón o Corea del Sur y que contribuyan, incluso sin pretenderlo, a generar una sensación de urgencia aumentando los gastos militares, contribuyendo a la carrera de armamentos y favoreciendo el «desacople» del que hablábamos antes.

Cambiando de tercio, para pasar a las novedades sobre el terreno, las últimas horas en Ucrania han venido marcadas por la llegada de una nueva oleada de drones rusos tipo Shahed-131/136 (Geran-1/2). En total, según las autoridades ucranianas, habrían sido 45 los aparatos utilizados en este ataque, de los que las defensas habrían logrado neutralizar un total de 40 unidades. Entre otros lugares, se han registrado nuevas explosiones en Járkov y en Pavlogrado. Rusia, por su parte, ha hablado de un intento de ataque ucraniano mediante un UAV sobre Bélgorod que habría sido neutralizado.

Dicho esto, y pasando a los combates, comenzando por el norte tenemos que las Fuerzas Armadas ucranianas habrían recuperado una escueta fracción de terreno en las inmediaciones de la frontera entre Járkov y Lugansk, concretamente en dirección a Novovodyane.

La mayor parte de las novedades, en cualquier caso, siguen concentrándose en la región de Donetsk y, especialmente, en Avdiívka y sus alrededores, en donde la situación continúa deteriorándose para los ucranianos. Allí nos encontramos, un día más, con intentos rusos por rodear el núcleo urbano, atacando tanto desde el norte como desde el sureste. Los intentos rusos se dirigen directamente, en el primer caso, hacia la estación de ferrocarril, mientras que en el segundo tratan de cortar la línea marcada por la carretera T0505. Todo ello mientras más al sur tratan de progresar hacia Pervomaiske, logrando algunas ganancias. Por otra parte, aunque en relación con lo anterior, se han publicado informaciones preocupantes respecto a la preparación previa de las defensas ucranianas en Avdiívka, que no sería la debida en previsión de una ofensiva.

No ha sido el único punto de esta región en el que se han producido combates, pues también han trascendido nuevos ataques rusos más al sur, tanto hacia Novomykhilivka, como en dirección a Pobjeda, al sur de Mariínka.

Además de todo esto, en las últimas horas se ha hablado mucho sobre lo que sería una línea defensiva rusa, de alrededor de 30 kilómetros, compuesta por más de 2.000 vagones de ferrocarril y que cubriría el tramo entre Olenivka y Volnovaja. La información, aparecida originariamente en el canal DeepState, hablaba de:

“una estructura de ingeniería muy específica, cuya eficacia es difícil de evaluar. La idea es clara: un obstáculo para el avance de las Fuerzas de Defensa. Se puede considerar como una línea de defensa separada, porque es extremadamente difícil dañar, mover o hacer estallar una masa de metal de 30 kilómetros de longitud, y mover equipos a través de tal bloqueo sin atravesar el corredor es imposible”.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

Pasando al apartado internacional, y dejando a un lado las palabras de Trump, el revuelo causado y su posible efecto sobre la credibilidad de la Alianza, la noticia más importante del día procede también de los Estados Unidos. Allí los senadores han logrado dar un importante paso al votar a favor, por 67 votos a favor contra 27, del proyecto de ley de ayuda a Ucrania, Israel y Taiwán por valor de 95.340 millones de dólares, 61.000 de los cuales tendrían como destino a Kiev.

La votación, inusual no solo porque implicó que muchos republicanos votaran a favor de la ayuda incluso a pesar de las presiones de Trump y el ala dura, sino por celebrarse en un domingo de Super Bowl -cita casi sagrada en los Estados Unidos-, no es el único escollo antes de que el paquete se apruebe. El verdadero problema llegará con la votación final, que se deberá celebrar en los próximos días pues, como sabemos, en la Cámara de Representantes (cámara baja), son muchos los republicanos que se oponen a la medida.

Por cierto, y antes de abandonar los Estados Unidos, es obligada una referencia al estado de salud del secretario de Defensa, Lloyd Austin III, quien ha sido trasladado al hospital Walter Reed para tratar un problema de vejiga. Aunque en primera instancia, y según el comunicado oficial, conservó «las funciones y deberes de su cargo» y llevó consigo los sistemas de comunicaciones «necesarios para el cumplimiento de sus tareas», finalmente ha transferido sus poderes a la subsecretaria de Defensa, Kathleen Hicks, quien «asumió las funciones y deberes» justo antes de las 5:00 pm, tras ser ingresado Austin en la unidad de cuidados intensivos.

Dejando la salud de Austin al margen, el resultado de la votación en el Senado ha sido acogido con agrado tanto desde el gobierno estadounidense como desde el ucraniano. Así las cosas, el jefe de la Oficina del Presidente de Ucrania, Andriy Yermak, ha agradecido a «todos los amigos de Ucrania» su ayuda, mientras hablaba de una próxima semana decisiva y afirmaba tener los «dedos cruzados».

Siguiendo con Ucrania, en este caos con Zelenski, ha dedicado unas palabras en las redes sociales a felicitar al nuevo presidente de Finlandia, Alexander Stubb, por su reciente elección. Como es habitual en estos casos, Zelenski ha mostrado su deseo de seguir avanzando en las relaciones bilaterales y en su «visión compartida de una Europa libre, unidad y bien defendida».

Además de esto, y aunque no guarda excesiva relación, Zelenski se ha referido a los esfuerzos que están llevando a cabo por dotar a más regiones de equipos de guerra electrónica y sobre cómo ha aumentado la efectividad de los destacamentos de defensa móviles contra los drones rusos.

En otro orden de cosas, el Consejo de Seguridad de la ONU celebrará en cuestión de horas una reunión sobre la situación en Ucrania, coincidiendo con el aniversario de la firma de los acuerdos de Minsk. La reunión se celebrará a petición de Rusia, según ha explicado el primer representante permanente adjunto de Rusia ante la ONU, Dmitry Polyansky, quien ha emitido el siguiente comunicado: «En la mañana del 12 de febrero – aniversario de la adopción del paquete de Minsk – hemos solicitado una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU para recordar a nuestros colegas la oportunidad histórica de una solución pacífica de la crisis interna de Ucrania, que fue desperdiciada por el régimen de Kiev y sus patrocinadores. Discutiremos cómo, debido a las acciones de los miembros occidentales del Consejo de Seguridad, el Consejo no pudo llevar a cabo una de sus tareas más importantes: la prevención de crisis y conflictos».

Además de lo anterior, entre los días 15 y 17 de febrero se celebrará en Rusia la reunión fundacional del «Foro de partidarios de la lucha contra las prácticas neocolonialistas modernas», en la que tomarán parte, entre otros, el presidente de la República Centroafricana, Faustin-Archange Touadera. Como sabemos, este es uno de los varios estados africanos en los que Rusia tiene un importante interés, lo que ha llevado a desplegar en el pasado efectivos de Wagner Group.