Guerra de Ucrania – Día 679

Durante las últimas horas, la campaña de ataques rusos con misiles y drones se ha reducido notablemente, permitiendo un descanso a la defensa antiaérea ucraniana. En relación con esto, y a pesar de los esfuerzos de los aliados de Kiev, siguen preocupando los problemas a la hora de aumentar la producción de misiles y municiones, especialmente para los sistemas más capaces, como los Patriot. De ahí que la OTAN haya tomado cartas en el asunto para acelerar la producción y garantizar la reposición de los stock. Además de esto, durante la última jornada de guerra se ha llevado a cabo el mayor intercambio de prisioneros de guerra desde el inicio de la invasión, totalizando casi 500 uniformados, Turquía ha impedido el paso de cazaminas británicos donados a Ucrania a través del Bósforo y Rusia ha impedido el paso a los inspectores del OIEA a los reactores de la central nuclear de Zaporiyia.

Desde que Rusia incrementase de forma considerable su campaña de ataques mediante misiles y drones contra el interior de Ucrania, nos hemos centrado en hablar sobre los objetivos y los efectos de estos ataques, mostrando además preocupación por la presión que los mismos imponen a las defensas aéreas de este último país. Al fin y al cabo, Ucrania depende de sus aliados para abastecerse de misiles y de municiones para su artillería y sistemas antiaéreos, algo que Rusia aprovecha para trasladar a estos los costes de la guerra.

De esta forma, aunque hay informes como los de la inteligencia militar británica, que hablan sobre cómo Rusia está centrándose en atacar instalaciones relacionadas con la producción militar ucraniana, más que contra la red eléctrica o energética -que ha sido reforzada de forma importante desde el pasado invierno y constituye un objetivo menos apetecible-, consideramos que el principal objetivo ruso, además de castigar a la sociedad ucraniana, continúa siendo precisamente el de tensar a los aliados de Kiev y la relación entre estos y Ucrania.

En relación con lo anterior, y como también hemos explicado, Ucrania ha venido haciendo un notable esfuerzo por aumentar la producción nacional de todo tipo de municiones, plataformas y sistemas de armas, con la intención, si sus aliados fallan, de poder continuar la guerra por sus propios medios hasta donde sea posible. Ejemplos de esto hay muchos, desde los acuerdos con empresas foráneas para producir disparos de 155mm en el país a la de misiles Neptune u obuses autopropulsados 2S22 Bohdana, entre otros. Incluso, en las últimas horas, se ha sabido que comenzará a fabricar pick-ups Isuzo D-Max en Cherkasy para sus fuerzas armadas, una clase de vehículos que se han demostrado muy útiles en esta guerra y además, una forma de reforzar la economía y el tejido industrial del país. En total, según el Gobierno ucraniano, después de triplicar la producción militar durante 2023, pretenden multiplicarla por seis durante el año que comienza, centrándose en municiones, drones y blindados.

Ahora bien, en el caso concreto de los misiles antiaéreos, continúa siendo absolutamente dependiente de las decisiones de sus aliados. Socios que no han sabido, hasta el momento, responder con contundencia al envite ruso en este ámbito pues, a pesar de haber suministrado centenares de sistemas antiaéreos de todo tipo y miles de misiles, no han aumentado la producción al ritmo requerido por la guerra. Esto no significa que no se haya hecho nada, ni mucho menos. Por ejemplo, en el caso de la germana Diehl, fabricante de los IRIS-T, los planes pasaban por triplicar la producción en 2023 y duplicarla nuevamente en 2024. Sin embargo, dado que se partía de un nivel de fabricación bajísimo, esto implica producir en total, a partir de 2024, entre 400 y 500 misiles por año.

Por otra parte, hay un problema importante de costes en algunos casos. Hemos hablado, tanto en varios artículos como en distintos informes, sobre el diferencial en el precio de adquisición entre algunos misiles antiaéreos occidentales y las amenazas a las que deben hacer frente. Era una de las razones por las que, en su día, la US Navy comenzó a apostar por un concepto operativo conocido como «Letalidad Distribuida» que, entre otras cosas, pretendía poner el peso de la defensa aérea no en los misiles de largo alcance como los SM-2/3/6, sino en los de medio y corto alcance complementados por sistemas de guerra electrónica y armas de energía dirigida, cuyo desarrollo e instalación puede ser caro, pero cuyo uso posterior se espera más económico.

En el caso que nos ocupa, Rusia ha venido buscando la forma de alterar a su favor la relación de costes de lanzar una campaña de ataques estratégicos mediante el empleo de drones de diseño iraní Shahed-131/136 que, desde hace un tiempo, han comenzado a fabricar en parte en el país bajo las denominaciones Geran-1/2. Sus planes, como comentamos el pasado 16 de diciembre, pasan por producir hasta 6.000 unidades al mes, lo que permitiría, al menos teóricamente, emplear contra Ucrania hasta 200 de ellos por día. Planes además que continuarán con o sin guerra, pues Rusia mira más allá de Ucrania con la OTAN en mente, algo que Putin ha dejado claro una y otra vez.

Dicho esto, y a la espera de que sistemas como los láser u otros puedan constituirse en una alternativa real, lo que queda para hacer frente a los aumentos rusos en la producción de drones y misiles de todo tipo y su aparentemente inagotable stock, que no se puede contar con que desaparezca por arte de magia, lo que queda es aceptar la apuesta del desgaste y dar los pasos necesarios para incrementar la producción en los estados OTAN al nivel que sea necesario. Además, y por otra parte, en vista de las cifras de lanzamientos que dan no solo Ucrania, sino también fuentes rusas y de los cálculos previos a la invasión relativos a la disponibilidad de misiles por parte rusa, está claro que o bien se había subestimado el stock, o bien el análisis sobre la capacidad de producción era erróneo, pues sigue lanzando ola tras ola y ni siquiera las sanciones han logrado frenar sus intenciones.

En estas está la OTAN, organización a través de cuya Agencia de Adquisiciones y Apoyo (NSPA) se ha gestionado la formación de una coalición destinada a la compra de hasta un millar de misiles Patriot por un montante total de 5.500 millones de dólares o, al cambio, 5.032 millones de euros. Esto da idea del coste unitario de cada misil, seguramente muy superior al de algunos de los objetivos que debe enfrentar, incluyendo misiles de crucero y balísticos. No olvidemos que los cálculos que se hacen respecto al coste de los Kh-101, Iskander o incluso Khinzal podrían no corresponderse con la realidad y que, en cualquier caso, en muchas ocasiones se lanzan dos interceptores por objetivo para maximizar las oportunidades de éxito.

Pasando a lo ocurrido sobre el terreno en las últimas horas, tenemos que, aunque se ha registrado alguna explosión en localidades como Járkov y las defensas antiaéreas ucranianas han abatido un misil sobre Dnipró, Rusia no ha seguido con los lanzamientos masivos de las jornadas anteriores.

Ucrania, por su parte, habría vuelto a lanzar ataques sobre la región de Bélgorod, en donde se ha informado también de explosiones y donde también, según el Ministerio de Defensa ruso, habrían derribado misiles Tochka-U (resulta curioso que todavía pueda quedar alguno en los stocks ucranianos) y cohetes. Además, se ha sabido que la aviación de este país habría bombardeado por error la localidad rusa de Petropavlovka, en la región de Voronezh, tras lo cual se ha ordenado la reconstrucción de los edificios afectados.

Respecto a los movimientos, tenemos en las últimas horas nuevos ataques rusos al norte, en dirección al río Sherebets a la altura de Nevs’ke. Aunque no se ha informado de cambios de posición, las imágenes que van trascendiendo hablan de importantes combates en los bosques de Kreminna, en donde se estarían empleando (y sufriendo pérdidas), carros de combate Leopard 2A6 por parte de la 21ª brigada.

En el área de Bakhmut habrían logrado escuetos avances al norte, en la zona de Bohdanivka, siguiendo el trazado de las vías de tren que conducen a Chasiv-Yar, mientras ataca y trata de avanzar también al sur de la ciudad, tanto hacia Klischiívka, como en Kurdyumivka. Según fuentes ucranianas, se espera que Rusia continúe reforzando su despliegue en la zona para culminar la recuperación de las posiciones perdidas durante el pasado verano.

Pasando al oeste de Donetsk, la situación sigue siendo complicada en Avdiívka para los ucranianos, con las tropas rusas logrando nuevos avances al sur, en dirección a Pervomais’ke. Al mismo tiempo, han seguido atacando en dirección a Novomykhailivka, al sur de Mariínka, aunque en este caso sin éxito y sufriendo importantes bajas.

No hay novedades procedentes del sur del país.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

En el apartado internacional, y de forma excepcional, comenzamos hoy por el aparato humanitario, pues gracias a las gestiones de los Emiratos Árabes Unidos, se ha podido realizar el que es el mayor intercambio de prisioneros entre Rusia y Ucrania desde el comienzo de la invasión, el 24 de febrero de 2022.

En total, casi 500 uniformados han sido transferidos de vuelta a sus países, siendo en el caso de Ucrania 230 los beneficiados -cinco de ellos eran mujeres-, incluyendo cautivos que habían sido apresados en la Isla de las Serpientes o durante la batalla por Mariúpol, en algunos casos y pertenecientes no solo a las Fuerzas Armadas, sino también a la Guardia de Fronteras y a la Guardia Nacional, entre otros. En el caso de Rusia, habrían sido 248 los militares liberados.

Este intercambio supone el 49ª que se realiza desde el inicio de la invasión y supone también que, en total, ye n el caso de Ucrania que es el país que más datos facilita sobre el particular, 2.828 prisioneros hayan podido regresar a sus hogares tras ser apresados en algún momento. Como no podía ser de otra forma, y más después de los últimos días de ataques, las autoridades ucranianas han corrido a celebrarlo en las redes sociales, comenzando por Zelenski, como puede verse a continuación o Yermak.

Por otra parte, el defensor del pueblo de Ucrania, Dmytro Lubinets, ha adelantado que en las próximas semanas podría llevarse a cabo otro intercambio de prisioneros, en el marco de una entrevista televisiva.

Además de esto, poco a poco comienza a recuperarse la actividad diplomática. Por ejemplo, el ministro de Exteriores ucraniano, Kuleba, ha hablado con su homólogo indio, con quien ha hablado sobre la «Fórmula de paz» de Zelenski, pero también sobre la escalada rusa en lo relativo a los ataques al interior de Ucrania, entre otros temas.

Curiosamente, también desde Rusia han estado cuidando la relación con India, en tanto este es uno de los países que ambos bandos pretenden atraer a su causa y además, en el caso de Rusia, es uno de los destinos preferentes de sus exportaciones, toda vez que los mercados occidentales le son cada vez más inaccesibles. Así las cosas, y pese a hablar ahora con Kuleba, el ministro indio, Subrahmanyam Jaishankar, había visitado como recordaremos recientemente Moscú, para verse con Lavrov y preparar el futuro encuentro entre Putin y Modi.

Al margen de lo anterior, también han mantenido conversaciones el Alto Representante de la Unión Europea, Josep Borrell, y el ministro de Exteriores de Polonia, Radoslaw Sirkorsi, concluyendo que es necesario mejorar el apoyo militar a Ucrania, especialmente en lo relativo al suministro de misiles antiaéreos y armas de largo alcance, lo que no hace sino aumentar un punto más la presión sobre Alemania para que entregue misiles Taurus, tema que tocamos ayer. Y es que el ministro de Asuntos Exteriores polaco ha pedido a los aliados que entreguen misiles de largo alcance a Ucrania para ayudar a Kiev a atacar los “lugares de lanzamiento y centros de mando” rusos.

Siguiendo con el tema del apoyo militar, Noruega enviará dos aviones de combate F-16 a Dinamarca para contribuir a la formación de pilotos ucranianos, según han anunciado desde el Ministerio de Defensa del país nórdico.

Una de cal y otra de aren para la causa ucraniana, pues se ha sabido que los dos buques de guerra de minas donados por el Reino Unido a Ucrania y que deberían servir para consolidar el pasillo marítimo que permite la exportación de productos agrícolas, no han podido realizar el cruce de los estrechos turcos. En este caso, ha sido Turquía quien se ha negado a permitir su paso, pues como informó a sus aliados de la OTAN, no permitirá que ningún buque militar cruce el Bósforo y los Dardanelos mientras dure la guerra.

En otro orden de cosas, a los inspectores de la OIEA se les ha negado el acceso a las salas principales de los reactores uno, dos y seis de la central eléctrica de Zaporiyia, en Ucrania, ocupada por Rusia. Según Rafael Mariano Grossi, director general de la organización, los inspectores de la planta no han tenido acceso durante dos semanas y aún no han recibido los planes de mantenimiento para 2024. Es más, según sus palabras: «Esta es la primera vez que a los expertos de la OIEA no se les ha concedido acceso a la sala del reactor de una unidad que estaba en parada fría».


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