Guerra de Ucrania – Día 620

Las imágenes por satélite parecen confirmar los daños en la corbeta rusa situada en los astilleros Zaliv de Kiev. Los titulares en las últimas horas, no obstante, los ha acaparado Zelenski, quien ha anunciado una investigación dirigida a esclarecer las circunstancias en las que más de una veintena de integrantes de la 128ª Brigada de Asalto ucraniana habrían fallecido tras un ataque ruso con un misil, ha negado la posibilidad de establecer conversaciones con Rusia en estos momentos y ha invitado a Trump a Ucrania para explicarle personalmente las razones por las cuales no puede gestionar esta guerra y llevar la paz al país.

Tras el ataque llevado a cabo horas atrás por Ucrania contra las instalaciones de Zaliv en el estrecho de Kerch (Crimea), las imágenes por satélite parecen dejar claro que la corbeta clase Karakurt «Askold» ha sido dañada de forma severa. Al menos eso es lo que se desprende de las marcas de los impactos sobre la cubierta. De esta forma, incluso aunque el buque sea recuperable, resultará muy difícil -por no decir imposible- que pueda ser entregado a la Armada Rusa en diciembre, como estaba previsto.

La actualidad de la guerra, sin embargo, nos aleja de Kerch para acercarnos a Kiev, desde donde el presidente ucraniano, Zelenski, ha anunciado que se llevará a cabo una investigación cuyo objeto será esclarecer las circunstancias en las que al menos una veintena de integrantes de la 128ª Brigada de Asalto ucraniana habrían fallecido víctimas de un ataque ruso llevado a cabo empleando un misil -hay fuentes que hablan de un Iskander y otras que hacen referencia a un Kh-59- mientras se celebraba una ceremonia de condecoración, dejando imágenes dantescas.

En unas declaraciones bastante fueras de lo común, Zelenski ha asegurado que se han iniciado procedimientos penales y que lo principal es establecer toda «la verdad sobre lo sucedido», brindando respuestas a las familias de los soldados caídos y a la sociedad sobre la forma en que «ocurrió esta tragedia y si se emitieron órdenes indebidas». Y es que, al parecer, todo apunta a un fallo de seguridad, al haberse hecho público el lugar y hora de reunión, dejando el terreno expedito al ataque ruso.

En relación con esto último, y aunque ya no es algo tan común, cabe recordar que a lo largo de la guerra, y especialmente desde el lado ruso, han sido muchos los fallos de seguridad en las operaciones (OPSEC) que se han producido, dando como resultado la pérdida de numerosas vidas, así como de material valioso. Generalmente como resultado de compartir en redes sociales la ubicación de tal o cual punto de concentración o la posición de determinado sistema, bien por parte de soldados a título individual, bien incluso por parte de los periodistas empotrados con las tropas, bien incluso de turistas.

En otro orden de cosas, como veremos en la segunda parte del informe, Zelenski asegura que sus hombres están trabajando en la forma de avanzar más rápidamente en el frente, consciente de que su mayor problema ahora mismo es la falta de resultados sobre el terreno. Una diferencia entre las expectativas generadas y la realidad del campo de batalla que reduce las posibilidades a la hora de recibir ayuda por parte de sus aliados y, por tanto, compromete el resultado de la guerra.

Una de las razones por las que Ucrania no ha avanzado, como hemos explicado en reiteradas ocasiones, tiene que ver con las altísimas concentraciones de minas contracarro que se han ido depositando por parte rusa, como elemento fundamental de su defensa en profundidad, en la que se suceden los cinturones defensivas, cada uno de ellos con sus correspondientes posiciones fijas, barreras y campos de minas, entre otros.

En relación con esto, recientemente hemos hablado sobre los tipos de minas, la forma de detectarlas y también los medios más comunes para retirarlas del terreno o neutralizarlas. No obstante, es necesario hacer un par de aclaraciones, pues hay cosas que parecen no entenderse bien. En primer lugar, no hay medios de detección capaces, por el momento, de dar la ubicación de todas y cada una de las minas en un espacio de varias hectáreas en el que pueden darse densidades de más de una mina por metro cuadrado, por bárbara que parezca la cifra. Y eso que se ha probado de todo en las últimas décadas, desde bacterias modificadas genéticamente que producen fluorescencia en presencia de TNT a robots y de plantas manipuladas también genéticamente que cambian a determinado color en presencia de óxido nitroso a la detección nuclear, irradiando neutrones términos a la mina en busca de los rayos gamma emitidos por el nitrógeno-15, presente en algunos explosivos.

Tampoco hay formas sencillas de abrirse camino, cuando se está frente a un campo de minas. Los arados y rodilos tienen una vida limitada cuando se enfrentan a minas superpuestas, cuya explosión termina por desmontarlos. El desminado manual expone a los infantes a la artillería y los drones enemigos, en un campo de batalla tan sensorizado como el actual. Además, se da la particularidad de que las minas rara vez explotan por simpatía, con lo que esperar que el hacer detonar una o varias pueda provocar algún tipo de reacción en cadena, es una ilusión.

Dicho esto, lo más útil sigue siendo el uso de pértigas o mangueras explosivas, a ser posible de forma automatizada como permiten los sistemas tipo MICLIC, Giant Viper, Python, Tipo 92, MTK, MTK-2 o UR-77. Estos, al detonar a lo largo de todo el cordón, destruyen algunas de las minas y, en cualquier caso, despejan un pasillo de terreno al apartar, con la explosión, el resto de minas en una anchura de unos pocos metros. Lamentablemente, su alcance es limitado y siguen expuestos a los mismos problemas que los infantes, dada la profusión de drones ISR y la velocidad con la que la artillería enemiga responde a cualquier movimiento contrario.

Otra opción, para lograr el mismo efecto, pasaría por utilizar bombas de aviación tipo FAE, para lo cual habría que dotarlas de algún kit de guiado, como explica Fran Matías en Twitter. Esta es una opción en la que Ucrania podría estar trabajando pero que, para poder emplearse con eficacia, necesita en primer lugar de la llegada de nuevos cazas y, en segundo lugar, de un vector que aumente su alcance, de forma que no se exponga a la aviación frente a los antiaéreos enemigos. Mientras esto no ocurra, las opciones siguen siendo francamente escasas.

Respecto a lo ocurrido sobre el terreno, en las últimas horas se han vuelto a registrar ataques rusos sobre distintos puntos de Ucrania, con especial incidencia en Odesa, en donde drones rusos habrían sido lanzados contra la infraestructura portuaria. Como resultado de los ataques, han resultado dañadas varias viviendas y heridas ocho personas. Según los medios ucranianos, además, un misil ruso habría sido destruido sobre Krivói Rog.

Del lado contrario, se han producido explosiones en Mariúpol, localidad ucraniana controlada por Rusia en la costa del mar de Azov, registrándose un importante incendio. En total, las autoridades ucranianas hablan de una quincena de drones Sahed (Geran-2) destruidos durante la pasada noche, así como de un misil Kh-59 neutralizado.

Más allá de esto, las novedades son francamente escasas. Una jornada más, no hay noticias procedentes del norte del frente, el que coincide con la línea Kupiansk-Svatove-Kreminna. Sí alguna, aunque poco importante, desde el área de Bakhmut. Allí las fuerzas rusas han continuado ganando terreno en la zona de Berkhivka, al norte, así como en las inmediaciones de Klischiívka, al sur.

En torno a Avdiívka continúan los combates, así como los intercambios con drones y artillería, sin que los intentos rusos se hayan traducido en nuevos avances en las últimas horas.

Al sur, por último, sin noticias procedentes de los ejes de Orijiv o Velyka-Novosilka, la atención se concentra al este del Dniéper, en donde los bombardeos rusos de las últimas horas confirman que Ucrania mantiene e incluso está ampliando su presencia en la zona al norte de Pidstepne y no solo en Krynky. Las fuentes rusas, por el contrario, hablan de intentos ucranianos frustrados por establecer una nueva cabeza de puente en la zona.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

En el apartado internacional, es obligado comenzar por las declaraciones realizadas en las últimas horas por el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. Este, como sabemos, se ha mostrado convencido -o ha intentado parecer convencido ante las cámaras- de que la guerra no se encuentra en un punto muerto, desacreditando así a su subordinado, el general Valerii Zaluzhnyi, quien había venido a decir básicamente lo contrario apenas unos días antes.

Es más, el político ucraniano, que se ha negado a establecer conversaciones con Rusia en estos momentos, ha asegurado que desde sus Fuerzas Armadas están trabajando en diferentes opciones destinadas no solo a «avanzar más rápido», sino también a atacar a Rusia de forma «inesperada», quejándose de que «con las manos desnudas», es imposible hacerlo, en referencia a la falta del equipo militar necesario para llevar a cabo las operaciones. Además de esto, Zelenski reconocía la lentitud de los avances mientras dejaba claro que el ejército ucraniano estaba todavía más motivado que el ruso. Las encuestas, no obstante, parecen mostrar un creciente descontento y falta de motivación, si no en el seno de las FAS, sí entre la población ucraniana en general.

Igual de interesante que lo anterior, ha sido la invitación hecha al candidato a presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, a visitar el país, para explicarle las razones por las que no se debe detener el envío de ayuda a Ucrania. Trump, en más de una ocasión, se ha mostrado dispuesto a poner fin a la guerra en cuanto llegue al poder, si es que gana unas elecciones en la que las encuestas le sitúan actualmente como favorito.

Mientras tanto, su principal aliado continúa dudando sobre el grado de apoyo a prestar a Ucrania, entre otras cosas porque carece de una estrategia clara de salida al conflicto. Diferente parece ser la posición de los Estados miembros de la UE, al menos a tenor de las palabras de Úrsula von der Leyen, quien visitó Ucrania recientemente de forma sorpresiva y garantizó el apoyo financiero al país. Lamentablemente, el respaldo financiero no sirve para cambiar un escenario como el actual si no viene acompañado del mismo grado de apoyo militar, algo que no está en manos de la UE, dado el bloqueo que ejercen Estados miembros como Hungría y dada la falta de herramientas y stocks.

Del otro lado Rusia, desde que se fuese imponiendo su nueva teoría de la victoria, parece decidida a imponerse en una guerra de desgaste en la que sabe que tiene ventaja a largo plazo a costa, eso sí, de un gran desgaste material y humano. Así las cosas, y aprovechando las crecientes divisiones entre Ucrania y sus aliados y los problemas internos de estos, desde el Kremlin han vuelto a lanzar una invitación a los Estados Unidos de cara a establecer contactos de alto nivel y a adoptar una posición más constructiva respecto a las relaciones bilaterales. Ha sido el portavoz del Ministerio de Exteriores, Dmitry Peskov, quien ha recordado que Putin se ha mostrado siempre dispuesto a «cualquier contacto», algo que no ocurre desde junio de 2021.

Una postura, la rusa, que en cierto modo refleja también sus propias carencias y la necesidad de buscar una salida (temporal) a un conflicto que está suponiendo un gran desembolso y en el que las sanciones y el desgaste están haciendo también mella en el país, pese a la forma en que han logrado lidiar con estas.

De hecho, en relación con esto último, el viceprimer ministro ruso, Alexander Novak, ha anunciado recientemente que el país continuará con los recortes voluntarios en la exportación de petróleo de 300.000 barriles diarios hasta fin de año, momento en el que se realizará un nuevo análisis de mercado y se tomará una decisión al respecto. Recordemos que Rusia anunció en abril de 2023 un recorte en la producción de medio millón de barriles de crudo, aumentando posteriormente la cifra, para influir así sobre los precios.


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