La esperada reunión entre ucranianos y rusos en Estambul, finalmente no ha tenido lugar. La capital turca, hasta donde se había dirigido el presidente ucraniano, quien se ha visto finalmente sólo con Erdogan ante la ausencia de Putin, ha sido el escenario de varios tiras y aflojas y declaraciones encontradas, si bien se espera que haya un primer contacto entre ambas delegaciones el día 16 por la mañana. Más allá de esto, en Turquía está teniendo también lugar una reunión informal de ministros de la OTAN en la que se discutirá sobre el objetivo de invertir, para 2032, un 5% del PIB en defensa. Mientras tanto, en una jornada en la que se han conocido importantes cambios en la cúpula militar rusa, han seguido los combates y, también, el lanzamiento de drones por parte de Rusia contra Ucrania.
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La última jornada de guerra en Ucrania ha visto cómo los medios internacionales concentraban toda su atención en Estambul. A pesar de la importancia de lo que allí está sucediendo, se han producido diversos incidentes y lances que pasamos a comentar antes de entrar de lleno en el apartado diplomático.
En primer lugar, habrían sido un total de 112 los drones de la familia Shahed lanzados por Rusia, de los cuales los ucranianos aseguran haber abatido 73 unidades mientras que 36 más habrían caído por acción de la guerra electrónica o por diversas razones más, como los problemas técnicos.
Dicho esto, se ha hablado de impactos,por ejemplo, en Kramatorsk, en donde varios drones habrían alcanzado una zona industrial. En Kiev, por su parte, se han producido explosiones en el distrito de Svyatoshinskiy, consecuencia de la llegada de drones Shahed. Además, se han contabilizado decenas de lanzamientos de bombas planeadoras una jornada más.
Por último, Ucrania ha confirmado la pérdida de un nuevo F-16, cuando estaba cumpliendo una misión de ataque en el este del país. El piloto habría conseguido eyectarse correctamente y ha sido rescatado. Según los ucranianos, había destruido ya tres objetivos y estaba trabajando en el cuarto, cuando se produjo una situación de emergencia a bordo, sin especificar. Con este serían ya tres los aparatos perdidos de este modelo.
Del lado de Rusia, lo más relevante ha sido la explosión de un depósito de municiones en la península de Crimea, bajo su control. En concreto en la localidad de Perevalne, al sureste de la región, en donde las detonaciones han sido audibles y se ha podía ver cómo se elevaban columnas de humo. Por el momento, se desconocen las causas, por lo que es imposible determinar si se ha tratado de un ataque con drones, un accidente o un hecho fortuito, algo muy poco probable.
En otro orden de cosas, y antes de pasar a los movimientos y los combates, es imposible no hablar de los recientes cambios en la cúpula militar rusa, que afectan entre otros al general Mordvichev, quien hasta ahora ocupaba el puesto más importante dentro de quienes dirigen la «Operación Militar Especial» (dejando al margen a Guerásimov).
Este militar ruso, de 49 años, independientemente de las filias y fobias de cada cual y del enorme consumo de «biomasa» que su estrategia y las tácticas empleadas han supuesto, ha sido capaz de imponer cierto raciocinio y lógica a las acciones rusas, siguiendo la estela de Surovikin y buscando no entrar en desgastes inasumibles, derivados de penetraciones imposibles. Sea como fuere, a partir de ahora será el nuevo comandante en jefe de las Fuerzas Terrestres Rusas que, como sabemos, están en pleno proceso de modernización y ampliación (además, se ha extendido por dos años el plan de defensa 2021-2025 de Rusia). Está por ver, no obstante, el margen de maniobra que tiene, pues cabe recordar que la cabeza de las Fuerzas Armadas rusas continúa siendo Guerásimov y que otros sujetos como Shoigú, del que hablamos hace un par de días, continúan teniendo una notable influencia, que podría ralentizar los cambios.
Sustituye, por cierto, a Oleg Salyukov, quien a punto de cumplir los 70 años, pasará a ocupar un puesto de segundo de Shoigú en el Consejo de Seguridad de Rusia. Además, previsiblemente Salyukov será relevado como segundo al mando de la «Operación Militar Especial».
Por otra parte, se habla del teniente general Valery Solodchuk como nuevo comandante del grupo de fuerzas «Centro» de Rusia en Ucrania, reemplazando a Mordvichev.
Y, a propósito de los oficiales rusos, para finalizar con este tema, cabe comentar también que se han publicado nuevos datos sobre las bajas mortales dentro de este colectivo, que sumarían ya 6.000; una cifra escandalosa y sin parangón en conflictos recientes.
Pasando, ahora sí, a los combates y los movimientos, iniciamos el repaso por el sector del Oskil, ya que no hay novedades de los otros sectores más septentrionales del frente. En este caso, con noticias que hablan de intentos rusos por alcanzar el centro de Tors’ke, que habrían tenido que abandonar, así como con dudas respecto a la situación en la vecina Yampolivka. Además de esto, más al sur, tenemos que las tropas rusas continúan tratando de ampliar la cabeza de puente al oeste del Zherebets, por el momento sin lograr nuevos avances.
El siguiente punto de interés está en Chassiv Yar. Como vimos ayer, había fuentes que hablaban de una retirada ucraniana del centro de esta población, lo que parece confirmarse. Ahora bien, esto no quiere decir exactamente que el Ejército ruso controle toda la urbe, pues es una zona particularmente compleja, plagada de bosques y pequeñas alturas, en la que todavía hay posiciones de las AFU y en donde previsiblemente tratarán de realizar contraataques como en su momento en Toretsk.
Hablando precisamente de Toretsk, allí se han vuelto a registrar combates en zonas céntricas, pero especialmente en dirección a Konstyantynivka, en el antiguo saliente ucraniano, cada vez más irregular, en el cual Rusia está encontrando la mejor vía para avanzar en la región en las últimas semanas. Avances que, en estas últimas horas, vuelven a tener como protagonista la T0504 y las localidades de Malynivka y Nova Poltavka, pues Rusia no sólo pretende ir en dirección norte, sino también amenazar Pokrovsk, de ahí la presión también hacia Myroliblivka, si bien Pokrovsk es ahora mismo una pieza demasiado grande y difícilmente el Ejército ruso querrá entrar en una batalla como la de Bakhmut, ahora que no hay una Wagner que pueda asumir la mayor parte de las bajas.
En el sector de Pokrovsk, vecino del anterior, las novedades son pocas, con las tropas rusas intentando llegar a la región de Dnipró en el extremo occidental del mismo. Situación parecida a la del sector de Kurajove, de donde tampoco han trascendido noticias relevantes.
Para finalizar, toca hablar de Velika Novosilka, pues allí el Ejército ruso también sigue presionando a las AFU en puntos como Vesele Pole, alcanzada recientemente y por cuyo control están luchando.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
El apartado internacional se centrará, por razones obvias, en los caóticos acontecimientos vividos durante esta última jornada en Estambul. Hasta allí, tal y como había anunciado, se trasladó el presidente ucraniano, Zelenski, quien había invitado a Putin como sin duda los lectores recordarán, a negociar directamente con él, algo que por las razones ya explicadas en su momento era harto improbable. Especialmente porque supondría darle a Zelenski una legitimidad que el Kremlin no le ha otorgado nunca, pues es parte de su estrategia de no considerar a Ucrania un igual.
Así las cosas, a Zelenski no le ha quedado más remedio que reunirse con Erdogan y esperar a ver cómo se desarrollaban los acontecimientos, denunciando que «Rusia demostró una vez más que no pretende poner fin a la guerra, al enviar una delegación de representantes de bajo nivel. Además, este enfoque ruso es una falta de respeto hacia el mundo y hacia todos los socios. Esperamos una respuesta clara y contundente de nuestros socios».
Unas declaraciones a las que han respondido desde Rusia, concretamente la portavoz de Exteriores, María Zajárova, calificando a Zelenski de «payaso» y «perdedor», en la misma línea que su jefe directo, el responsable de Exteriores, Serguéi Lavrov, quien ha dicho que Zelenski es «patético» por exigir la presencia de Putin en Turquía. Precisamente, Lavrov ha vuelto a cargar, como Putin durante su discurso del Día de la Victoria, contra los aliados de Ucrania, afirmando que «Hay muchas pruebas de que ni Berlín, ni París, ni Bruselas, ni especialmente Londres, quieren realmente la paz en Ucrania». Particularmente, en el caso del Reino Unido, ha añadido que «Ya se le ha asignado a Zelensky un asesor de seguridad nacional del primer ministro británico para que no diga nada incorrecto y no manche su reputación junto con la imagen de quienes lo tratan». Además, ha vuelto a recurrir a la retórica tradicional rusa, hablando sobre cómo en Europa se «apoya el nazismo», en referencia a Ucrania. Una entrevista en la que no dejó títere con cabeza aunque, eso sí, tampoco aportó nada nuevo, ya que son las mismas diatribas escuchadas una y mil veces y deben entenderse como parte del juego diplomático. No hay que olvidar que concretamente Lavrov, en los más de 20 años que lleva ocupando su cargo (anteriormente fue, durante 10 años, representante permanente de Rusia ante las Naciones Unidas), ha tenido que defender públicamente posturas diplomáticas totalmente alejadas entre sí, desde los momentos de más cercanía con Occidente, hasta la colaboración, el desencanto, el reseteo y la ruptura abierta. Y, en cada momento, no ha dudado en recurrir a cualquier argumento que fuese necesario, de forma que si finalmente se llega a un acuerdo, no tendrá tampoco problemas en decir que se ha firmando un gran pacto, que Rusia ha logrado una gran victoria, que el mundo es más seguro, que el multilateralismo ha triunfado, que se ha acabado con el nazismo y, en definitiva, en hacer su trabajo, que incluye grandes dosis de cinismo, pero realiza de forma bastante efectiva.
Volviendo sobre el presidente ruso, y guste a los ucranianos o no (que sabían de sobra que no se iba a presentar) lo cierto es que Putin «no tiene planes por el momento» de visitar Turquía, lo que viene bien a la postura de Kiev de presentarse como el bando que realmente busca la paz. Por otra parte, ha llevado a personas como el ministro de Exteriores francés, Jean-Noël Barrot, a denunciar la «política de silla vacía» de Putin y a mostrarse desesperanzado. Todo mientras otros, desde Ucrania, hablan de farsa y de una estratagema más de Rusia, que se estaría riendo de Trump y desde el Reino Unido, Starmer afirma que Rusia debe pagar su negativa «a la paz».
Sin embargo, era perfectamente lógico que el ruso, que rara vez negocia nada en persona y se había reunido con los miembros de la delegación horas antes de su viaje a Turquía, se mantenga al margen de todo lo ocurrido en Estambul, a donde ha enviado una delegación de tercer nivel, puramente técnica, y no política. Algo muy acorde con su estrategia de controlar los tiempos, dilatar al máximo las negociaciones y centrarse en aspectos técnicos en lugar de ceder a la presión exterior y acceder en primer lugar a un alto el fuego de 30 días, como reclaman los aliados de Ucrania.
Lo que está claro es que Rusia, que sigue teniendo pocos incentivos para poner fin a la guerra, y salvo que los Estados Unidos muestren una firmeza y determinación que los aliados europeos de Ucrania no tienen medios para respaldar con «hierro», va a seguir intentando minar la posición ucraniana y logrando avances sobre el terreno que le permitan negociar en condiciones más adecuadas a sus intereses, sin que esto implique, además, que en ningún momento vayan a dejar de prepararse bien para la continuación de la propia guerra, bien para su reanudación futura.
Así las cosas, por el momento habrá que esperar a la mañana del día 16 para que se inicien unas conversaciones que deberían haber comenzado ayer, pero que han ido postergándose entre frenéticos encuentros bilaterales, con los diplomáticos turcos intentando hacer a toda costa que la situación no se descontrole todavía más.
Y, en cualquier caso, a pesar de que las conversaciones previsiblemente tengan lugar, resulta muy difícil que pueda haber ningún avance real hasta que Putin se vea cara a cara con Trump, a quien sí considera un igual y con quien sí podría cerrar algún tipo de acuerdo político, a partir del cual posteriormente cerrar los flecos técnicos.
Cambiamos ahora de tema, pues más allá de lo que ocurra en Estambul, estos días hay más citas importantes, como la reunión informal, también en Turquía, de Ministros de Asuntos Exteriores de la OTAN y, también, la del Consejo OTAN-Ucrania en la que ha tomado parte por videoconferencia el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas ucranianas, Olensandr Sirskiy. Se trata de un acontecimiento clave, aunque preparatorio de lo que está por venir en verano, pues uno de los temas a tratar es el tema presupuestario, con los aliados pensando ya en invertir hasta el 5% de su PIB en defensa (3,5% de inversión directa + 1,5% destinado a temas relacionados, como la resiliencia o seguridad civil) para 2032. Cifras que nos devuelven a la Guerra Fría (aunque entonces llegaron a superarse holgadamente) y que países como España tendrán enormes problemas no ya sólo para reunir, sino también para ejecutar; máxime teniendo en cuenta la enorme falta de planificación y desinterés de los que están haciendo gala.
En otro orden de cosas, se ha sabido que Ucrania recibirá del Banco Mundial 84 millones de dólares que se destinarán a la reconstrucción de edificios residenciales dañados durante la guerra por acción de los ataques rusos, según ha anunciado el Ministerio de Finanzas del país.
Además, durante la pasada jornada han tenido lugar en Ucrania diversas celebraciones en honor a la Vyshyvanka, la conocida prenda tradicional ucraniana que se ha convertido, una vez más, en un símbolo de resistencia cultural frente a las influencias externas. De hecho, se ha podido ver a diversos personajes públicos, como el primer ministro del país, luciendo esta prenda, al igual que ha hecho el presidente de la Rada Suprema o el propio Zelenski, junto a su esposa.
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