La Administración Trump ha decidido congelar finalmente, tal y como se temía, la ayuda militar a Ucrania con carácter inmediato, buscando así forzar a Volodímir Zelenski a un alto el fuego. No ha sido, sin embargo, la única noticia de una jornada en la que se ha sabido que Úrsula von der Leyen presentará en cuestión de horas el nuevo «Paquete de Defensa» europeo, a la espera además de lo que se decida pasado mañana en Bruselas. Además, también han trascendido las divisiones franco-británicas a propósito de la forma que debería tomar un alto el fuego que para unos debería reducirse a las operaciones terrestres y, para otros, incluir además los ataques a larga distancia. Todo ello en un día en el que los combates han seguido, al igual que los ataques contra las infraestructuras de una y otra parte que han provocado, por ejemplo, apagones en Odesa y daños en varias instalaciones rusas relacionadas con los hidrocarburos.
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Desde los Estados Unidos han decidido suspender todos los envíos de armas y municiones a Ucrania (aunque en realidad ya había venido reduciendo la intensidad de los mismos), con la intención de forzar a este país a aceptar un alto el fuego. Una decisión que llega apenas unos días después del tormentoso encuentro entre Zelenski, Trump y Vance y entre declaraciones por parte de Trump sugiriendo o adelantando lo que podría ser la próxima dimisión o convocatoria de elecciones por parte de Zelenski y de Vance afirmando que el presidente ucraniano tiene la puerta de la Casa Blanca abierta si «está dispuesto a hablar seriamente sobre la paz».
En última instancia, a la espera de la capacidad de superar diferencias y de la voluntad que puedan demostrar los divididos aliados europeos de Ucrania, a lo que asistimos es a un espectáculo bastante incomprensible en el que los Estados Unidos están presionando mucho más sobre Kiev que sobre Moscú de cara a un acuerdo de alto el fuego. Incomprensible no tanto per se (al fin y al cabo, es mucho más fácil presionar a una Ucrania que está en una situación muy precaria) como porque no se termina de atisbar cuál es el plan -si lo hay- de la Administración estadounidense más allá de dicho alto el fuego; lo que multiplica los temores a que se llegue a un mal acuerdo en el que sólo gane Rusia.
Por una parte, como sabemos, Washington parece mostrar cierta urgencia en sus planes de reducir la presencia militar en el Viejo Continente, planes que son anteriores a la primera Administración Trump y que ahora se están retomando con fuerza; algo lógico en vista de los escritos previos de los principales asesores del presidente republicano. Por otra, estaría -se explica en la segunda parte del informe- trabajando en levantar las sanciones a Rusia, en un intento por asegurar la relación con este país e intentar de paso separarle seguramente de China (esfuerzo en el que difícilmente triunfará, a pesar de que la geopolítica clásica parezca estar del lado de los estadounidenses).
Es hasta cierto punto lógico que algunos analistas, hasta ahora conocidos por su moderación, hayan elevado el tono notablemente para pasar a hablar de cómo «Trump y sus adláteres, con sus acciones, palabras y silencios, han dejado claro que les importa un carajo la seguridad de Ucrania y de Europa, y que no piensan mantener los compromisos fundamentales que han garantizado la seguridad de los aliados occidentales desde mediados del siglo XX».
El problema aquí no es tanto que los Estados Unidos vayan a desligarse completamente de la vieja Europa, a la que muchos allí consideran débil y poco más que un puñado de «free riders» (no se van a ir por completo, sino sólo a reducir presencia mientras los europeos van asumiendo a una velocidad mucho mayor de la esperada, las cargas de su propia defensa) como que las formas de la actual Administración norteamericana para con sus aliados (véanse los aranceles contra Canadá o Méjico) están provocando un rápido decoupling y dinamitando unas relaciones que datan de muchas décadas y que si bien son sólidas, se pueden ver irremediablemente dañadas como denunciaba Lech Walesa, por la actitud de Trump.
Por «suerte» para los Estados Unidos, los aliados europeos de Ucrania se están demostrando notablemente incapaces a la hora de presentar una posición común y la dependencia respecto del otro lado del Atlántico seguirá siendo duradera en muchos aspectos, lo que les confiere una importante libertad de acción (eso por no hablar de las otras dependencias, las que la UE mantiene respecto de Rusia…). No hay más que atender a cómo las reuniones pasadas no han servido para que británicos y franceses se pongan de acuerdo respecto a la forma que debería tomar un alto el fuego que, en vista de la situación, los ucranianos siguen interpretando no sin razón como algo que sólo sería útil a una Rusia que no deja de rearmarse y prepararse (superando, incluso, sus objetivos de reclutamiento).
Es decir, que a falta de una posición firme por parte europea, la Administración Trump tiene margen para presionar a Ucrania a voluntad, ya que no hay ningún contrapeso claro a Washington por el momento (a la espera de lo que salga de los anuncios de Úrsula von der Leyen y de la reunión del día 6, si bien en principio se espera que afecten más a temas presupuestarios e industriales que a la propia relación con o apoyo a Ucrania).
Tan ridículas son en ocasiones las discrepancias entre los acomplejados pero aun así soberbios europeos (soberbios, por la vehemencia con la que defienden posiciones individualistas en lugar de hacer concesiones) que, como se ha visto con los británicos y los franceses, pueden dar al traste con un acuerdo porque los primeros pretenden que los ataques a larga distancia continúen (lo que, en vista del creciente desequilibrio, en realidad perjudica más que ayuda a Ucrania, a pesar del daño que este país está causando al sector ruso de los hidrocarburos), limitándose el alto el fuego a tierra y mar, mientras que los segundos quieren un parón completo de las hostilidades.
Así las cosas, y a la espera de lo que ocurra con el anuncio de Von der Leyen o el próximo día 6, por el momento Zelenski (quien sigue diciendo que un acuerdo sobre el fin de la guerra continúa estando «muy, muy lejos») sigue teniendo aspecto como dijimos de «cadáver político», Ucrania sale doblemente damnificado al ser forzada cada vez con más fuerza a un alto el fuego (y acuerdo de minerales, no lo olvidemos) sin garantías de paz tangibles y públicas por ahora y los Estados Unidos se erigen como vencedores absolutos de un conflicto por delegación que ha sido un bloodletting de libro frente a Rusia. Eso sí, esta «victoria» podría llegar a quedar muy empañada si el daño hecho a las alianzas en vigor es lo suficientemente amplio como para erosionar en lugar de fortalecer la posición estadounidense en el mundo…
(Los otros que van a ganar sí o sí los los accionistas de las empresas de defensa, especialmente las europeas si se anuncia la lluvia de millones que se espera, así que ya saben).

Cambiando ya de tercio, la última jornada de guerra nos ha dejado según el Ministerio de Defensa ucraniano 83 ataques con drones de la familia Shahed contra distintos puntos del país. Además, los militares ucranianos aseguran haber derribado 46 de estos aparatos empleando medios cinéticos, mientras que otros 31 más habrían sucumbido a los medios de guerra electrónica.
A pesar de ello, se han registrado algunos impactos, como los que han afectado a la localidad costera de Odesa, en donde además se ha producido un apagón parcial tras ser alcanzada la infraestructura eléctrica. No sólo eso, sino que además cuatro personas han resultado heridas, requiriendo atención hospitalaria. Además de esto, se han registrado explosiones por ejemplo en Dnipró o en Járkov, hablándose en este último caso de un supuesto misil balístico, si bien no ha figurado en los informes oficiales.
En el caso de Rusia, se ha producido un incendio en una nueva instalación relacionada con los hidrocarburos, concretamente un depósito de petróleo en la localidad de Chortkovo, situada en la región de Rostov. Además, se ha reportado también un incendio en la refinería de petróleo de Novoshakhtinsk, en la misma región aunque más al sur, otra más en Syzran, a 800 kilómetros de la línea de frente y en la región de Samara y también explosiones en una fábrica de municiones en Perm, aunque podría tratarse de un sabotaje o un accidente, algo por confirmar.

En cuanto a los combates y los movimientos, las novedades son relativamente escasas. Así, por una parte, en la región de Kursk los rusos han seguido reduciendo el territorio controlado por Ucrania, en esta ocasión en la parte más occidental del sector, tomando algunas pequeñas posiciones al norte de Lebedevka. La situación, como venimos advirtiendo, es precaria para las AFU, que ven cómo los rusos estrechan la franja de tierra en su poder poniendo en cada vez mayores dificultades especialmente a la logística ucraniana.
En el sector del Oskil, en lo que era la antigua línea Kupiansk-Svatove-Kreminna, tras los últimos avances ucranianos al norte de Kupiansk, que habían permitido aliviar temporalmente la presión rusa sobre esta localidad, se han producido contraataques rusos, a la par que ataques en otras zonas como los alrededores de Kysilivka. Además, se han producido pequeños avances rusos al sur del saliente de Pischanne, concretamente al sur de la localidad de Kruhlyakivka.
En el caso de Chassiv Yar, hay fuentes que hablan de un contraataque ucraniano exitoso horas atrás, lo que habría permitido a las AFU retomar algunas posiciones en al oeste del núcleo urbano. Todo ello mientras el Ejército ruso atacaba al norte, desde Hryhorivka y al sur, desde Ivanivske.
Lo mismo que en el sector de Pokrovsk, concretamente en la localidad de Udachne, en donde habrían recuperado el control de una parte sustancial del centro de este pueblo. Eso sí, en este sector los rusos habrían retomado alguna posición en Pischanne, donde se han librado intensos combates, además de atacado en numerosas dirección, sin éxito.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones
Y, finalmente, a última hora de la jornada se cumplieron los malos presagios para Ucrania: el presidente Donald Trump ha ordenado la suspensión de toda la ayuda militar a Ucrania.
Según declaraciones anónimas recogidas por Reuters: “El presidente [Trump] ha dejado claro que está centrado en la paz. Necesitamos que nuestros socios también se comprometan con ese objetivo. Estamos haciendo una pausa y revisando nuestra ayuda para asegurarnos de que contribuya a una solución”. Por el momento, a la hora de redacción de este informe, las autoridades ucranianas aún no se han pronunciado públicamente sobre la medida.
Hay que tener en cuenta que esta decisión llega después de una acalorada jornada en los medios y redes sociales, pues AP News publicaba una declaración del presidente Zelenski en la que afirmaba que el fin de la guerra con Rusia “está todavía muy, muy lejos”. Comentario que, de inmediato, fueron criticadas por el presidente Trump en redes sociales y calificándolas como “la peor” declaración que podría haber hecho Zelenski.
Sin embargo, el mensaje no se detenía ahí, pues Trump advertía que “América no lo tolerará mucho más tiempo”, reiterando que tenía razón en que “este tipo no quiere que haya paz mientras tenga el respaldo de Estados Unidos y Europa”. Además, recuerda que en la reunión que mantuvo con Zelenski, este declaró que no pueden hacer el trabajo sin Estados Unidos -algo que también dejó claro en su entrevista para Fox News tras salir de la Casa Blanca.
Nuevamente, en redes sociales el presidente Zelenski contestaba al presidente Trump afirmando que desde Ucrania siguen trabajando con sus socios y que “es muy importante que intentemos que nuestra diplomacia sea realmente sustantiva para poner fin a esta guerra lo antes posible”. Además, añadía: “Necesitamos una paz verdadera y los ucranianos son quienes más la desean, porque la guerra está destruyendo nuestras ciudades y pueblos. Estamos perdiendo a nuestra gente. Necesitamos detener la guerra y garantizar la seguridad”. Por último, expresaba sus esperanzas de que Estados Unidos les apoye en el camino hacia la paz, necesaria lo antes posible.
Además, su discurso diario ha estado centrado en reafirmar que para ello son esenciales las garantías de seguridad, recordando que la falta de estas hace 11 años fue lo que permitió a Rusia comenzar la ocupación de Crimea y la guerra en el Donbás, y, posteriormente, iniciar la invasión a gran escala.
Por tanto, las relaciones entre Washington y Kiev han alcanzado un nuevo punto de tensión, si bien el vicepresidente JD Vance ha comentado que la puerta de la Casa Blanca permanece abierta mientras que Zelenski esté dispuesto a hablar seriamente sobre la paz. Así, puntualizaba que “no se puede venir al Despacho Oval ni a ningún otro lugar y negarse a discutir incluso los detalles de un acuerdo de paz”, de modo que “cuando la actitud cambie (…) creo que el presidente Trump será la primera persona en levantar el teléfono”. Sin embargo, Vance considera que el presidente Zelenski todavía no está en ese punto. Además, el vicepresidente estadounidense atacó a los europeos apelándoles a ser realistas y expresando que “esta guerra no puede durar indefinidamente”.
Por su parte, Trump también ha criticado a los europeos en su red social diciendo que Europa se ha gastado mucho más dinero en comprar gas y petróleo ruso que en defender a Ucrania.
Todo ello al mismo tiempo que Reuters informaba de que Estados Unidos está diseñando un plan para potencialmente aliviar las sanciones a Rusia. De este modo, el presidente Trump ha pedido a los departamentos de Estado y del Tesoro que elaboren una lista de sanciones que podrían levantarse para que los equipos estadounidense y ruso puedan discutirlas en los próximos días como parte del plan de la Administración estadounidense para mejorar las relaciones diplomáticas y económicas con Moscú.
No obstante lo anterior, no todos serían noticias completamente negativas, pues Trump también ha insinuado que aún se podría alcanzar un acuerdo sobre los minerales críticos y las tierras raras, señalando que Zelenski “podría estar más agradecido a este país que los ha apoyado en las buenas y en las malas”. Por su parte, el asesor de Seguridad Nacional, Mike Waltz, comentaba que lo que necesitan escuchar del presidente Zelenski es que lamenta lo ocurrido en la Casa Blanca, que está listo para firmar el acuerdo sobre minerales y listo para entablar conversaciones de paz.
A colación de acuerdos, tras la cumbre de líderes europeos celebrada en Londres el pasado 2 de marzo y las declaraciones del presidente Macron sobre una posible tregua parcial de un mes gestada por Francia y el Reino Unido, el ejecutivo británico ha expresado que no hay ningún acuerdo. Además, el primer ministro Keir Starmer aseguraba ante la Cámara de los Comunes que Londres “debe fortalecer su relación con Estados Unidos, por nuestra seguridad, por nuestra tecnología, por nuestro comercio y nuestra inversión” de forma que EE. UU. “es y siempre será indispensable, y nunca elegiremos un lado u otro del atlántico”. Así, también subrayaba que “es justo que Europa” asuma la mayor carga para apoyar la paz en el continente, pero que para que el esfuerzo sea un éxito, Washington debe apoyarlo firmemente.
Siguiendo con Francia, el primer ministro François Bayrou opinaba ante la Asamblea Nacional sobre el incidente en la Casa Blanca calificando la escena de “impactante” y “marcada por la brutalidad y el deseo de humillación, cuyo objetivo era obligar al presidente Volodímir Zelenski a ceder a las exigencias de sus agresores mediante amenazas”. Tras esto, comentaba que el sistema que surgió a partir de 1945 ya ha terminado y “hemos entrado en otro mundo”.
Por otro lado, Bayrou afirmaba que “somos fuertes y no lo sabemos” “y nos comportamos como si fuésemos débiles” apoyándose en el siguiente argumento: “El producto interior de la Unión, sumado al de [Reino Unido] , es más de diez veces el producto interior de Rusia» y «si comparamos los arsenales (…) , nuestras fuerzas armadas continentales sumadas a las del Reino Unido, son más de 2,5 millones de soldados profesionales, un 25% más que las fuerzas rusas. «Se trata de 3.000 aviones de combate (…) , el doble de los que tiene Estados Unidos y el doble de los que tiene la aviación rusa”.
Por su parte, Marine Le Pen ha declarado que su partido, Agrupación Nacional (RN) nunca apoyará el envío de tropas de combate francesas a suelo ucraniano, calificándolo de locura, aunque precisaba que “solo podría preverse una posible participación bajo un mandato [de la ONU]”. Además, por si fuese poco, tras las últimas declaraciones del presidente Macron acerca de profundizar el diálogo con otros socios sobre la disuasión nuclear extendida francesa que analizamos en detalle en nuestro anterior informe, Le Pen se ha posicionado en contra de “compartir” con los socios europeos. En particular, considera que “compartir la disuasión significa abolirla” sosteniendo que “el fuego nuclear, grado supremo de la soberanía, es un absoluto” que “no puede relativizarse, a menos que ya no exista”.
Desde Alemania también se han pronunciado sobre el choque entre Trump y Zelenski en la Casa Blanca, siendo el próximo posible canciller Friedrich Merz quien ha afirmado que la situación había sido orquestada deliberadamente: “No fue una reacción espontánea a las intervenciones de Zelenski, sino obviamente una escalada fabricada en esta reunión en el Despacho Oval”.
Más allá de las declaraciones de unos y de otros, lo sucedido en la Casa Blanca ha tenido un impacto también económico para Ucrania, ya que, por ejemplo, sus bonos internacionales han alcanzado durante la jornada su punto más bajo en más de un mes. En particular, el vencimiento en 2026 experimentó la mayor caída, bajando 3,362 centavos para cotizar a 60,775 centavos por dólar.
Cambiando de tercio, finalizamos el informe de hoy hablando de la Unión Europea. Como comentamos en nuestro informe anterior, durante la cumbre en Londres la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen afirmaba que uno de los elementos esenciales ahora mismo es el rearme de Europa. Para ello, confirmó que presentaría un plan integral de defensa que dé respuesta a cómo lograr ese rearme a los Estados miembros durante el Consejo Europeo (EUCO) extraordinario el 6 de marzo. Sin embargo, los planes se han adelantado y se espera que durante la próxima jornada, 4 de marzo, la Comisión presente este plan. Las dudas surgen en torno a la ambición de este paquete, el apoyo de los distintos Estados miembros a las distintas medidas que contengan (pueden ir desde emitir eurobonos para defensa hasta flexibilizar las reglas fiscales para permitir un mayor gasto en defensa a nivel nacional), así como por si el Libro Blanco sobre el Futuro de la Defensa Europea cuya publicación se esperaba para el próximo 19 de marzo dejará de tener sentido, ya que lo más esperado era precisamente el pilar dedicado a la financiación de la defensa europea.
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