Guerra de Ucrania – Día 1063

La llegada de Trump a la Casa Blanca ha dejado ya las primeras muestras de cómo podría ser su mandato. Así, más allá de los decretos firmados sobre numerosas materias, tanto la limitación por un periodo de 60 días de la ayuda exterior (que podría afectar severamente a Ucrania incluso en el plano humanitario) como las referencias a España y su gasto en defensa o a una hipotética negociación sobre Ucrania adelantan cuáles serán sus líneas de acción en materia de política exterior. Al mismo tiempo, Zelenski pedía en Davos el despliegue de un mínimo de 200.000 militares en Ucrania como garantes de una futura paz, objetivo a todas luces imposible. Mientras tanto, en una jornada intensa en el apartado internacional, sobre el frente continuaban produciéndose combates, logrando Rusia un día más nuevos aunque muy limitados avances en sectores como los de Kupiansk, Pokrovsk o Velika Novosilka.

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El nuevo presidente estadounidense, quien apenas lleva unas horas en el cargo, ya ha dejado algunos «grandes» momentos. Uno de ellos, incluso, en relación con España y que adelanta por dónde irán las relaciones bilaterales futuras, en las que la defensa tendrá un papel primordial. Así, a una pregunta del periodista español David Alandete acerca del gasto en defensa de nuestro país, no dudó en incluir, seguramente de forma muy irónica (aunque hay quien considera que por error y desconocimiento, lo que es poco probable ya que parecía conocer a la perfección cuál era la posición de España en cuanto a presupuesto militar dentro de la OTAN) a España en el saco de los BRICS, amenazando con aranceles del 100 por 100 a los productos de exportación si no se aumenta inmediatamente la inversión en defensa.

Desde el Gobierno español, como es lógico, se ha respondido a Trump afirmando que España no es un BRIC (acrónimo que hace referencia a Brasil, Rusia, India y China) ni un país en desarrollo, así como que el país es el octavo de la OTAN por inversión absoluta en defensa. Sin embargo, es poco probable que a Trump estos argumentos le sirvan de demasiado, pues como sabemos pidió hace algunos meses a los aliados europeos dentro de la organización una inversión del 5% del PIB y España, en este aspecto, es el país más incumplidor, con un misérrimo 1,28% en 2024, quedando por detrás de otros como Eslovenia, Luxemburgo o Bélgica.

Así las cosas, España se arriesga, al ser dentro de los países que podrían considerarse «grandes», el que menos atención dedica a defensa, a ser el blanco de la furia de Trump en los próximos meses y años, lo que obligará a mover ficha incluso a pesar de las recientes declaraciones de Sánchez en sentido contrario. Además, llegados a este punto, será difícil que como país podamos seguir amparándonos en nuestra contribución a las misiones en el exterior (aspecto en el que España destaca sobremanera), pues lo que se solicitan son aumentos sustanciales tanto en la inversión como en la adquisición de hardware militar, el nivel de preparación de la Fuerza, el I+D militar, las capacidades industriales, etc. Es decir, que tampoco por la vía del gasto en personal, que es la más sencilla de implementar, podrán evadirse las cuestiones más espinosas, en un momento en el que nuestras Fuerzas Armadas ni siquiera están preparadas ni cuentan con personal suficiente como para ejecutar presupuestos mucho mayores que los actuales.

Necesitamos, pues, un pacto de Estado sobre defensa. Algo extremadamente difícil con el crispado contexto político interno español de estos últimos años, pero que es imprescindible si de verdad se quiere recuperar peso internacional; lo cual pasa entre otras cosas por cumplir con las exigencias que un entorno de seguridad como el actual imponen, del mismo modo que intentan hacer buena parte de nuestros aliados, si no todos. El enfrentamiento, máxime frente a unos Estados Unidos que aplicarán una aproximación exterior mucho más transaccional (y en algunos aspectos, agresiva) no parece una buena idea (y menos teniendo en cuenta la diferente situación económica a ambos lados del Atlántico o la creciente dependencia en materia de seguridad).

De hecho, a día de hoy y a diferencia de lo ocurrido en 2016, ninguno de los Estados miembros de la UE -ni la UE en su conjunto, por supuesto- parecen pensar en constituirse como una alternativa a los Estados Unidos, sino que en vista de la debilidad relativa de los europeos, esta vez son mucho más proclives como dijimos semanas atrás a contemporizar y negociar, adoptando una posición pragmática.

Trump no ha sido, en cualquier caso, el único protagonista del día, pues Zelenski, el presidente ucraniano, también ha tenido su momento ante los focos, provocando la publicación de varios titulares a raíz de su intervención ante los asistentes al Foro Económico de Davos. En concreto, al pedir que se desplieguen en Ucrania un mínimo de 200.000 militares europeos como garantía de disuasión frente a Rusia. De hecho, Zelenski dijo «¿De todos los europeos? 200.000, es un mínimo. Es un mínimo, de lo contrario no es nada».

El problema aquí es que, aunque Ucrania como de costumbre hace una petición de máximos, esta es absolutamente imposible de cumplir. En total, en la Unión Europea no hay ahora mismo ni dos millones de militares en activo, sumando el personal de todos los Estados Miembros. Aunque no es muy ortodoxo hacer las «cuentas de la lechera», en este caso un cálculo rápido es suficientemente ilustrativo. De esta forma, si tenemos en cuenta que por término general tras un soldado desplegado se necesitan varios en retaguardia que se aseguren de la logística, la administración y otras tareas y si a esto le añadimos que las unidades desplegadas en el exterior deben rotar periódicamente, lo que tenemos es un imposible.

En su día, cuando la Guerra Fría ni siquiera había concluído en puridad (faltaban meses para que la bandera roja fuese arriada de las torres del Kremlin), los 39 aliados que tomaron parte en la guerra del Golfo como parte de la coalición internacional encabezada por los Estados Unidos fueron capaces de suministrar un total de 670.000 soldados, de los que apenas una fracción tomaron parte en los combates y que, en cualquier caso, sólo fueron desplegados durante unos meses en su mayoría. Del total, además, los Estados Unidos aportaron unos 470.000 efectivos. Eso en tiempos en los que el tamaño de las Fuerzas Armadas de muchos de los implicados era muchísimo mayor que el actual… y de forma temporal.

En el caso de Ucrania, las fuerzas de interposición, paz o como queramos llamarlas que se desplieguen deberán estar en el país no durante unos meses, sino durante años o incluso decenios, salvo que se logre diseñar y acordar una nueva arquitectura de seguridad para el continente en la que se incluyan acuerdos de control de armamentos, se discuta el futuro trasatlántico de la propia Ucrania y se varios elementos más. De esta forma, acercarse a las cifras que solicita Zelenski implicaría una presión insoportable sobre los ejércitos europeos tanto a nivel humano como económico. Todo ello sin hablar de cómo sería interpretada por la propia Rusia la presencia de un número tan alto de tropas extranjeras a unos metros de su territorio, algo que podría aumentar su paranoia. Será pues necesario buscar alternativas más razonables a las peticiones de Zelenski que, como hemos dicho, parecen ser una vez más de máximos.

Y por si todo lo anterior no fuera poco, la actualidad sobre el terreno ha sido intensa durante la última jornada, comenzando por los ataques a larga distancia que un día más han alcanzado a ambos contendientes. Así, el Ministerio de Defensa de Ucrania ha hablado del lanzamiento por parte rusa de hasta 131 drones tipo Shahed-131/136 (Geran-1/2) y de 4 misiles balísticos Iskander-M, de los que habrían derribado 72 drones, mientras que 59 más habrían sido apartados supuestamente de su rumbo original.

Así las cosas, se ha podido ver a las defensas antiaéreas trabajando sobre Kiev, se ha informado de explosiones en Mykolaiv y Odesa y se han registrado daños materiales y humanos (al menos 2 heridos) en la localidad de Dnipró, blanco al parecer de un ataque con misiles.

Del lado contrario, al reciente ataque ucraniano contra un depósito de petróleo ruso en Lisky, del que hablamos ayer, se suma otro contra el cuartel general del 29º Ejército de Armas Combinadas ruso, que estaría ubicado en la localidad de Volnovaja (en la parte ocupada de la región de Donetsk) y que habría sido alcanzado hace unas horas. Además, se habría registrado otro ataque con drones, en este caso contra Novoshakhtinsk, en la región de Rostov, siendo alcanzada una refinería.

Más allá de esto, desde el Ministerio de Defensa de Rusia aseguran haber derribado en las últimas horas un total de «4 bombas guiadas Hammer de fabricación francesa, 6 lanzacohetes múltiples HIMARS de fabricación estadounidense y 156 vehículos aéreos no tripulados de ala fija».

Mapa físico del sector de Velika Novosilka
Mapa físico del sector de Velika Novosilka. Fuente: @divgen.

Pasando a los combates y los movimientos, en una jornada en la que el jefe de Estado Mayor ruso, Valeri Guerásimov, ha visitado a las tropas cerca del frente, comenzamos hoy por el sector de Kursk, en donde el Ejército ruso ha acumulado diversos avances en la parte más occidental del mismo, en dirección a Loknya. Todo al tiempo que las tropas norcoreanas desplegadas allí acumulan por su parte nuevas pérdidas. Continúan en cualquier caso los enfrentamientos en el sector, sin que por el momento haya riesgo inmediato para las AFU de verse obligados a una retirada.

En el sector de Kupiansk, por su parte, lo más destacado de la jornada son los nuevos ataques (y también avances) del Ejército ruso en los alrededores de Dvorichna, en la orilla oriental del río Oskil. Y, más al sur, en la latitud de Svatove, también en dirección a Novojehorivka, localidad en la que habrían conseguido entrar.

En cuanto a Chassiv Yar, más allá de los avances rusos, cabe comentar que incluso a pesar de los largos meses de combates, según la administración ucraniana hasta 229 civiles continúan viviendo en la localidad. Algo que hemos visto anteriormente en otros lugares, desde Severodonetsk a Avdíivka y que es inevitable ya que siempre hay gente mayor o impedida que no puede moverse del lugar o incluso quien es reacia a hacerlo por distintas razones.

Cambiando ya al sector de Pokrovsk, allí continúan los intentos rusos por avanzar al suroeste de dicha ciudad, que sigue siendo blanco de bombardeos a diario. En concreto, se han lanzado nuevos asaltos al norte de la vía férrea, que según algunas fuentes seguirían la dirección hacia Serhíivka. Por otra parte, en esta ocasión al noreste del sector, prosiguen también los intentos rusos, por ahora infructuosos, de alcanzar el cruce de la H32.

En Kurajove, por su parte, se han producido nuevos avances rusos al oeste de Petropavlivka, al norte del río Vovcha. Además, al sur del mismo río -de hecho, al sur del Sukhi Yaly-, las tropas rusas han conseguido también un pequeño avance al suroeste de Konstyantynopil’.

En Velyka Novosilka, para finalizar, si bien no se han producido cambios de consideración, sí que han continuado los combates, estando la localidad asediada por tres de los cuatro puntos cardinales, pero especialmente desde el sur. Todo ello a la espera de que se confirme la retirada ucraniana hacia posiciones al norte del río Shaitanka.

Situación en el sector de Pokrovsk a 21 de enero de 2025
Situación en el sector de Pokrovsk a 21 de enero de 2025. Autor: @JominiW.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

El apartado internacional nos lleva hoy -si bien ya hemos hablado de las peticiones que allí ha hecho Zelenski- a Davos, en Suiza, pues más allá de las declaraciones, se han producido distintos encuentros, como los mantenidos por el jefe de la Oficina del Presidente de Ucrania, Andriy Yermak, con directivos de empresas o los del propio Zelenski con otros mandatarios, caso del alemán Olaf Scholz o del presidente de Finlandia, Alex Stubb, con quienes ha hablado sobre el fortalecimiento de las Fuerzas Armadas ucranianas, las sanciones a Rusia o las garantías de seguridad.

Zelenski se ha reunido también con el primer ministro de Vietnam, Pham Minh Chinh, hablando con él sobre el fortalecimiento de las relaciones bilaterales, incluyendo las comerciales y la cooperación.

Además, ha mantenido una reunión con la presidenta de Suiza, Karin Keller-Sutter, en la que se han centrado en la cooperación en el apartado humanitario, pero también en las formas de conseguir una «paz justa para Ucrania y para toda Europa». Y es que Zelenski cada vez más tiende a intentar hacer calar la idea de que este conflicto va más allá de las fronteras de su país.

Albania, por su parte, ha firmado con Ucrania hace unas horas un acuerdo de cooperación en materia militar que tendrá una duración de una década, pero que va más allá de la propia defensa al incluir temas como los intercambios de inteligencia, la ciberseguridad, la seguridad nuclear o el mutuo para la adhesión de cada uno a la Unión Europea. El documento ha sido firmado, aprovechando la celebración del Foro Económico Mundial de Davos, por el primer ministro albanés, Edi Rama y el presidente ucraniano, Zelenski.

A Davos, además de Zelenski, también se ha dirigido el ministro de Exteriores ucraniano, Andrii Sybiha, quien se ha visto en cuestión de unas pocas horas con: 1) su homólogo checo, a quien ha agradecido tanto la iniciativa de adquisición de municiones como el apoyo a la iniciativa «Alimentos de Ucrania»; 2) el vicepresidente de Yemen; 3) su homólogo suizo, Ignacio Cassis; 4) el viceprimer ministro de Luxemburgo, Xavier Bettel.

Lo más relevante de la presencia de los ucranianos en Davos, en cualquier caso, es que Zelenski ha pedido unidad y firmeza a sus aliados europeos, así como una mayor colaboración en materia de defensa, afirmando que «Europa no puede permitirse el lujo de ser la segunda o la tercera en la lista de sus aliados. Si eso sucede, el mundo empezará a avanzar sin Europa, y ese será un mundo que no será cómodo ni beneficioso para todos los europeos». De hecho, el ucraniano no ha parado aquí, e intenta actuar como si de facto fuese miembro de la Unión Europea, afirmando que «Europa suele centrarse más en la regulación que en la libertad, pero cuando se necesita una regulación inteligente, Bruselas duda. Deberíamos garantizar el máximo desarrollo tecnológico en Europa y tomar juntos todas las decisiones importantes, para toda Europa» y que «Europa debe tomar la iniciativa, desde la producción de armas hasta el desarrollo tecnológico. Europa debe convertirse en el mercado más atractivo del mundo, y eso es posible. Europa debe ser capaz de garantizar la paz y la seguridad, no sólo para sí misma, sino para los demás, para aquellos en el mundo que son importantes para Europa». A lo que ha añadido que «Europa merece ser fuerte y, para ello, necesita a la UE y a la OTAN. ¿Es posible sin Ucrania y sin un final justo de la guerra de Rusia contra Ucrania? Estoy seguro de que la respuesta es no. Sólo unas garantías de seguridad reales para Ucrania servirán como garantías de seguridad reales para todos en Europa».

Todo lo anterior es particularmente interesante, porque Zelenski estaría en cierto modo jugando a dos bandas, alentando por un lado la unidad europea y pidiendo respaldo y apoyo a sus socios de este lado del Atlántico, mientras por otro negocia una próxima reunión con Trump y se muestra esperanzado con su llegada a la Casa Blanca y la posibilidad de que el republicano contribuya a lograr una «paz justa». De hecho, en Davos Zelenski, al mismo tiempo que calificaba a los Estados Unidos de «aliado indispensable» ponía en duda el compromiso de Trump con la OTAN y sus aliados europeos lanzando una pregunta: «¿Prestará el presidente Trump siquiera atención a Europa? ¿Considera necesaria la OTAN? ¿Y respetará las instituciones europeas?» A lo que ha contestado él mismo afirmando que «Necesitamos una política europea unida de seguridad y de defensa» y que «Europa debe saber defenderse». Es decir, que intenta que la UE sirva de contrapeso a los Estados Unidos en relación con el futuro de Ucrania, algo que no parece en cualquier caso estar en manos de Zelenski.

Volvemos ahora sobre el presidente estadounidense, Donald Trump, quien ha tomado como adelantábamos en la entradilla una medida que podría afectar directamente a Ucrania. En concreto, el republicano ha firmado un decreto que suspende durante 90 días la ayuda exterior que los Estados Unidos conceden a muchos otros países, tiempo que será empleado al parecer en reevaluar cada uno de estos programas de ayuda y ajustarlos a los intereses norteamericanos. Así, según reza el texto «Es política de los Estados Unidos que no se desembolsará más asistencia exterior de los Estados Unidos de una manera que no esté totalmente alineada con la política exterior del Presidente de los Estados Unidos».

Trump, además, ha declarado que es «probable» que incremente las sanciones contra Rusia en caso de que este país se niegue a negociar sobre Ucrania. Sanciones que llegarían en un momento en el que, a pesar del daño que sin duda están haciendo las aprobadas hasta la fecha, los ingresos presupuestarios rusos han aumentado a niveles récord como explica el medio estadounidense Bloomberg.

Desde Rusia, mientras tanto, algunos medios sostienen que el Kremlin tiene la esperanza de que Trump deje «caer» a Ucrania antes de que la economía rusa se agote por completo; algo que hemos explicado en varias ocasiones que es poco probable, pues difícilmente Trump aceptará cualquier resultado para su aliado, por impredecible que pueda parecer. De hecho, las declaraciones de su entorno, como ocurre con el nuevo secretario de Estado, Marco Rubio (quien ha sido felicitado por la Alta Representante de la UE por su nuevo cargo), no van por ahí, sino que hablan sobre la necesidad de terminar el conflicto con un acuerdo en el que cada una de las partes tendrá que «ceder en algo». Sus declaraciones exactas han sido: «Queremos que la guerra termine. Eso está bastante claro. Ustedes vieron que el presidente dijo que quiere ser un presidente que promueva la paz y ponga fin a los conflictos, y eso también será complicado […]. Son cosas complicadas. No podría ponerle un plazo, salvo decir que cada vez que se pone fin a un conflicto entre dos partes, ninguna de las cuales puede lograr sus objetivos máximos, cada parte tendrá que ceder en algo».

Pasando ahora al tema de la ayuda militar, Israel ha ofrecido a Ucrania de forma oficial un lote de armamento capturado recientemente a los milicianos de Hezbolá y que, en su mayoría, está compuesto por material de procedencia ruso-soviética, como es habitual en estos casos.

Siguiendo con esta temática, la empresa francoalemana KNDS ha anunciado la creación de una joint venture (entendemos que distinta a la anunciada en octubre del pasado año) con una compañía ucraniana que tendrá como finalidad la colaboración en materia de reparación y mantenimiento de sistemas de armas en suelo ucraniano. Un paso que, según el Ministro de Industrias Estratégicas de Ucrania, Herman Smetanin, «acelerará significativamente las reparaciones y fortalecerá nuestras capacidades de defensa».

Pasando a Rusia, los medios de este país hacen hincapié, como algo positivo para los intereses rusos, en la disposición de Trump a reunirse con Putin «cuando quiera». Eso sí, evitan publicar nada relativo a la amenaza por parte del norteamericano de adoptar nuevas sanciones si Putin se niega a verse con él.

En otro orden de cosas, Moscú ha notificado a Tokio que rescinde los acuerdos que permiten que Japón disponga en Rusia de centro de asistencia técnica destinados a apoyar las reformas económicas y políticas en el país. Así, según anuncian desde el Ministerio de Exteriores ruso, «De conformidad con la Orden Ejecutiva del Gabinete de la Federación de Rusia № 11-p del 15 de enero de 2025, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia notificó a la parte japonesa el 21 de enero sobre la terminación del memorando entre el Gabinete de la Federación de Rusia y el Gabinete de Japón sobre el establecimiento y funcionamiento en el territorio de la Federación de Rusia de Centros de Japón para la asistencia técnica a las reformas en la Federación de Rusia». Algo que hacen amparándose en que Japón ha venido tomando «hostiles sin precedentes» contra Rusia de forma que «dado que el gobierno japonés continúa con su política antirrusa, es obvio que los objetivos y metas declarados en estos documentos han perdido su relevancia y la cooperación para la que sirvieron de base ha llegado a su fin».

Putin, por su parte, ha hablado en las últimas horas con su homólogo chino, Xi Jinping, en una conversación telemática en la que se han tocado temas com el «Año de la Cultura China-Rusia», que se celebra en este 2025, las relaciones de ambos países en el «marco de la ONU, la OCS, los BRICS (quizá hayan hablado de España, quién sabe) y otras plataformas internacionales» o los «nuevos planes para el desarrollo de la asociación integral y la cooperación estratégica entre Rusia y China». En cualquier caso, aunque en la nota de prensa oficial del Kremlin no se hace referencia a nada de ello, sin duda habrán tratado también a propósito de la llegada de Trump a la Casa Blanca, o de la situación en Ucrania y la posible evolución del conflicto.

Por último, para cerrar el informe y en relación con Rusia, cabe decir que el nuevo gobierno sirio ha cancelado oficialmente el acuerdo -en vigor desde 1971- en virtud del cual antiguamente la Unión Soviética y desde 1992 la Federación de Rusia podían hacer uso del puerto de Tartus como base naval. Es más, hay informes que sugieren que se está negando a los rusos el acceso al puerto, lo que complica una evacuación que todavía no se ha completado. Se confirma pues el descalabro estratégico del que hablamos en su momento…


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