La Federación Rusa ya cuenta con un borrador de Ley de Presupuestos para 2025 que, de aprobarse, supondrá un incremento del 30% en la inversión en defensa, hasta alcanzar los 130.000 millones de euros. Implementa así una política keynesiana el gobierno de Putin en la que las adquisiciones de armamento y material hacen de tractores de la economía, permitiendo de paso depender en menor medida de los hidrocarburos y las exportaciones. Todo mientras en el frente sus tropas continúan avanzando en puntos como Kupiansk, Pokrovsk y Vuhledar y el país celebra la «reunificación» de Rusia y los territorios ucranianos ocupados. En el apartado internacional, por su parte, mientras Zelenski hace su balance de la visita a los Estados Unidos, su ministro de Exteriores se reúne con su homólogo húngaro.
Sin ti, este sitio no podría seguir funcionando. Ayúdanos mediante una pequeña donación a través del siguiente enlace:
https://www.buymeacoffee.com/guerradeucrania
La Federación de Rusia incrementará su presupuesto de defensa alrededor de un 30 por ciento durante 2025, hasta alcanzar una cifra total de 13.5 billones de rublos o, lo que es lo mismo, unos 130.000 millones de euros (por comparar, la inversión en defensa estadounidense para este año es de 755.000 millones de euros). Una subida que se suma al 70 por ciento que este mismo presupuesto ya había subido en 2024 y que habla a las claras sobre las intenciones del régimen de Putin tanto de continuar con su «Operación Militar Especial», como de reconstituir en lo posible sus Fuerzas Armadas y con ellas la capacidad de disuasión convencional, para lo que deberán crear nuevas unidades y expandir el tamaño del Ejército, tal y como se había anunciado meses atrás. Una decisión, la de seguir aumentando los presupuestos, sobre la que cabe hacer al menos tres comentarios:
En primer lugar, aunque es ciertamente de perogrullo, hay que aclarar que buena parte del incremento presupuestario se consumirá en mantener en marcha las operaciones militares en Ucrania, incluso aunque estas pudiesen llegar a su fin en 2025. Hay que tener en cuenta que dependiendo de las fuentes, la «Operación Militar Especial» -según la particular retórica del Kremlin- habría supuesto desembolsar alrededor de 200.000 millones de euros hasta principios de este año, implicando además un coste creciente a lo largo del tiempo, como demuestra el estudio de Janis Kluge.
En segundo lugar, que pese a lo impactante de las cifras, en términos históricos no son ni mucho menos tan altas, más bien al contrario. De hecho, la Federación Rusa se situaría en niveles de gasto inferiores al 10 por ciento del Producto Interior Bruto. De hecho, de «apenas» el 6,2%, según medios como Bloomberg. Por comparar, durante la Segunda Guerra Mundial la Unión Soviética llegó a destinar alrededor del 60-62% de su PIB a defensa, mientras que los Estados Unidos dedicaron más o menos el 53-54%.
Es más, en tiempos de la Guerra Fría hubo picos, como ocurrió en 1982 en los que Washington destinó a este particular más del 6,8% de su PIB sin necesidad de que hubiese una guerra en marcha; hasta el punto de que esa inversión y tratar de compensarla simétricamente fue uno de los elementos que terminó por provocar el colapso soviético, ya que Moscú llegó a destinar a defensa por esas fechas más del 15% de su propio PIB a defensa.
En tercer lugar que, lejos de perjudicar al país, la elevada inversión en defensa está permitiendo (junto con la inestimable ayuda de China, sin la que mantenerse en guerra habría sido probablemente imposible desde 2023 por el efecto de las sanciones) a la economía rusa situarse en máximos. En este sentido, puede argumentarse que la inflación es alta o que la ciudadanía ha experimentado restricciones y problemas, como los relacionados en algunos momentos con la disponibilidad de hidrocarburos para el consumo particular. Sin embargo, lo cierto es que la inflación se explica en buena medida por el recalentamiento de una economía que funciona a todo gas, precisamente por las necesidades derivadas de la guerra.
Es decir, que Putin y su camarilla están apostando conscientemente por un «keynesianismo militar» que ha permitido disminuir el paro al mínimo (de hecho, tienen notables problemas de falta de personal) y estimular la economía a través del gasto, provocando un crecimiento del PIB durante el pasado año de un 3.6%, lo que supone una cifra muy superior a la lograda por el conjunto de la UE. Es más, el desarrollo de la industria armamentística y las necesidades de la guerra están haciendo posible que el país dependa cada vez menos de los hidrocarburos como motor de su economía.
Y hablando de la UE, merece la pena recordar, aunque alguna vez hemos compartido gráficas de este estilo, que a pesar de las sanciones impuestas a Rusia, de la retórica y de todo lo que se quiera, en la práctica se ha seguido comerciando con este país. Es más, no solo se ha continuado adquiriendo gas y petróleo (España, de hecho, ha sido el Estado miembro más activo en este sentido), sino que se han canalizado buena parte de las exportaciones a través de terceros países como Kirguistán, que se ha beneficiado sobremanera de su papel de intermediario, como se puede ver en las siguientes gráficas.
Por supuesto, la guerra no es gratis para Rusia, pese a todo, sino que tiene un coste social, aunque por el momento este parece ser perfectamente asumible para el Kremlin. Así las cosas, el gasto social ha disminuido en los últimos años, siendo superado por la inversión en defensa desde 2022. Además, está la problemática de cómo gestionar la transición de esta pseudo-economía de guerra hacia otra de paz, si el conflicto militar con Ucrania llega a su fin. Ahora bien, como cabe esperar que Rusia necesite años para reconstruir sus Fuerzas Armadas y restablecer, como decíamos al principio, la disuasión convencional, todo apunta a que será un «aterrizaje suave». Es más, Putin tiene cierto margen de tiempo para reducir la inversión en defensa y aumentar de nuevo el gasto social, ya que no se contemplan elecciones en los próximos años…
Y mientras tanto, además, continúa firmando periódicamente los decretos que permiten el reclutamiento de jóvenes rusos (aunque la edad aumentó hasta los 30 años recientemente), si bien estos no serán enviados a las cuatro regiones ucranianas ocupadas por Rusia, aunque sí podrán ser destinados por ejemplo a las operaciones en marcha para recuperar el territorio perdido en Kursk. Por de pronto, durante la próxima primavera se espera que sean convocados hasta 133.000 jóvenes rusos, cada uno de los cuales deberá servir durante 12 meses.
Cambiando de tercio, ha sido una nueva jornada de lanzamientos masivos de drones y misiles, con las Fuerzas Armadas rusas empleando hasta 73 vehículos no tripulados tipo Shahed-131/136 (Geran-1/2), así como 1 misil balístico Iskander-M, un misil de crucero Kh-59/60 y un misil antirradiación X-31P, de los que el Ministerio de Defensa de Ucrania asegura haber derribado 67, 1, 0 y 0 respectivamente. Dicho esto, las defensas aéreas han estado activas por ejemplo en la región de Kiev o en la de Mikolaiv, en donde han sido atacadas infraestructuras críticas.
En cuanto a la Federación Rusa, según el gobernador de la región de Kursk, fronteriza con Ucrania, habrían sido derribados dos misiles ucranianos, si bien no se conoce su destino. Por otra parte, después de los últimos ataques tenemos que en la región de Rostov ha sido declarado el estado de emergencia, según ha informado el gobernador, Vasily Golubev.
En cuanto a los combates y los movimientos, comenzando como es habitual por el sector de Kursk, hay que decir que apenas se han producido cambios. Estos se ciñen a ligeros avances rusos al este del sector, en las inmediaciones de la aldea de Borki, en donde habrían tomado algunas posiciones.
En el caso del sector de Járkov, las novedades son también mínimas, limitándose a un intento de asalto ruso sobre la fábrica de cementos de Vovchansk que ha culminado en desastre al ser alcanzado el MT-LB en el que se movían los infantes rusos por un dron tipo FPV de las AFU.
Más preocupante es la situación en el sector de Kupiansk, en tanto a pesar de los frustrados intentos mecanizados de las jornadas previas, las tropas rusas sí han logrado ciertos avances al sur de Pischanne. Además, si por una parte se han situado prácticamente a las puertas de Khrulakivka, a orillas del Oskil, por otra continúan atacando en Stelmakhivka, más al sur, buscando alcanzar las alturas desde las que se defienden las AFU en la zona también desde el este. No solo esto, sino que el Ejército ruso continúa atacando al sur de la antigua línea Kupiansk-Svatove-Kreminna tanto en Makíivka como en Nevs’ke, buscando forzar el cruce del Zherebets y controlar la mayor parte de la orilla oriental.
Sin novedades importantes ni en el sector de Toretsk (aunque hay fuentes que hablan sobre cómo los rusos habrían completado recientemente la toma del espacio al este de Neplivka, tras la salida ucraniana que ya conocíamos) ni en el de Chassiv Yar en las últimas horas, pasamos al de Pokrovsk, en donde el Ejército ruso no solo «empuja» desde Hrodivka y Novohrodivka, sino que también prosiguen con los intentos de sobrepasar Selydove desde el sur, desde Ukrainsk. Además, se habría confirmado la toma de Krasnyi Yar y de Kruti Yar, a apenas 9 kilómetros de Pokrovsk.
Por último, en el sector de Vuhledar, continúa complicándose la retirada ucraniana del casco urbano, toda vez que las tropas rusas, tras haber tomado en jornadas anteriores la mina Nº3, habrían hecho lo propio con la mina Nº1 y su escombrera, más cercanas a la ciudad, si bien no todas las fuentes confirman este extremo.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
El apartado internacional, si bien el grueso de la atención se centra una vez más en sur del Líbano y en la campaña terrestre -en principio «limitada»– que ha comenzado Israel, son aun así varias las noticias que afectan directamente a Rusia y Ucrania.
Comenzamos una vez más, dicho esto, con el viaje del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, a los Estados Unidos. Un viaje del que ya ha vuelto, pero del que también toca hacer balance. Así las cosas, Zelenski ha explicado a la ciudadanía a través de las redes sociales que recientemente ha mantenido una reunión con la cúpula militar y política ucraniana en la que han hecho precisamente ese balance y en la que también han comenzado a preparar los siguientes pasos, comenzando por la próxima reunión en formato Ramstein. Reunión que, según Zelenski, será «especial», al tiempo que ha afirmado que la diplomacia funciona mejor cuando va de la mano de lo militar y ha hecho una nueva referencia a su «Plan para la Victoria de Ucrania» del que, por lo demás, sigue sabiéndose muy poco.
A propósito de este viaje, por cierto, parece que en uno de sus habituales cambios de opinión el candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, ha afirmado que mantiene una buena relación con Zelenski y que «le gusta». Todo incluso a pesar de las críticas vertidas recientemente sobre el ucraniano, a quien define además como el «mejor vendedor del planeta», toda vez que «Cada vez que viene a nuestro país, se marcha con 60 mil millones de dólare».
Además de esto, Zelenski ha aprovechado la ocasión para agradecer al primer ministro saliente de Japón, Fumio Kishida, el apoyo prestado hasta la fecha por el país nipón y la «amistad que ha demostrado hacia Ucrania en estos tiempos difíciles». A propósito, aunque el político japonés, cuyo gabinete ha dimitido recientemente en masa, será sustituido por Shigeru Ishiba, resulta difícil que esto pueda afectar a la relación entre los dos países, pues se espera que la línea exterior del país asiático se mantenga sin cambios.
Pasando al ministro de Exteriores de Ucrania, Andrii Sybiha, este se ha reunido con su homólogo húngaro, Péter Szijjártó, en Budapest. Durante su encuentro, ambos diplomáticos han hablado, entre otros, sobre la agenda bilateral, la implementación de la «Fórmula de Paz» de Zelenski o la forma de enfocar las relaciones entre los dos países de forma que sean «pragmáticas y predecibles», algo que no siempre ha ocurrido en estos últimos años.
Cambiando hacia Rusia, sus diarios han estado centrados tanto en la situación en Oriente Medio como en el proyecto de ley presupuestaria, del que ya hemos hablado en la primera parte del informe. Ahora bien, no hay que olvidar que durante la última jornada los rusos han celebrado también el «Día de la Reunificación de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk y las regiones de Zaporiyia y Jersón con Rusia», para lo cual se han llevado a cabo diversas ceremonias en las que han tomado parte, entre otros, el propio Putin, quien ha pronunciado un discurso en el que ha vuelto a cargar contra Ucrania y «las élites occidentales».
En otro orden de cosas, toca tratar el apartado humanitario, pues gracias a la iniciativa Bring Kids Back UA tres menores y su madre han podido regresar a Ucrania en las últimas horas, según ha anunciado el jefe de la Oficina del Presidente, Andriy Yermak en las redes sociales.
Por último, cerramos con dos interesantes columnas publicadas respectivamente por Financial Times y por The Economist y que suponen una buena muestra acerca de cómo ha cambiado la visión de muchos sobre la evolución del conflicto y la forma en que se está torciendo cada vez más para Kiev. Así, en la primera de estas columnas, titulada «Ukraine faces its darkest hour» (Ucrania enfrenta su hora más oscura), se hacen varias referencias tanto al agotamiento ucraniano, como a la dependencia respecto de los Estados Unidos y al temor que genera la posible llegada al poder de Trump tras las elecciones de noviembre.
En la segunda, por su parte, se habla sobre el cambio de rumbo que Ucrania y sus aliados deben acometer si pretenden obtener un buen resultado en la guerra en marcha. Un artículo que empieza con una sentencia demoledora: «Si Ucrania y sus aliados occidentales quieren ganar, primero deben tener el coraje de admitir que están perdiendo. En los últimos dos años Rusia y Ucrania han libado una costosa guerra de desgaste que es insostenible».
Deja una respuesta