Guerra de Ucrania – Día 945

Durante las últimas horas, los Estados Unidos han anunciado la concesión a Ucrania de un nuevo paquete de ayuda militar, por valor de 375 millones de dólares, que precede al encuentro entre Zelenski, Biden y Harris. En Rusia, por su parte, han aprobado una serie de modificaciones en su doctrina nuclear que, sin suponer cambios radicales, sí implican variaciones y aclaraciones de importancia, especialmente en relación con Ucrania y sus aliados, a quienes parecen ir dirigidas. Sobre el terreno, mientras tanto, la situación continúa evolucionando como en los días previos, en contra de los intereses de Ucrania, sobre todo en los sectores de Pokrovsk-Kurajove y Vuhledar.

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El presidente ruso, Vladímir V. Putin, ha encabezado por primera vez una reunión pública del Consejo de Seguridad Nacional ruso (detallándose incluso el listado de asistentes), dedicado en exclusiva a la disuasión nuclear; un encuentro anunciado previamente y que ha servido para introducir toda una serie de modificaciones en la doctrina vigente que en última instancia suponen un claro signalling a Occidente y, también, un intento de que no se produzcan malentendidos respecto a las famosas (y como hemos visto, escurridizas) «líneas rojas» rusas.

De entre todos los cambios, alguno de los cuales ya habían sido adelantados al estudiar las modificaciones introducidas en el diseño de las maniobras nucleares rusas, los más relevantes son los que afectan directamente a Ucrania y a sus aliados, para los que se han introducido algunas explicaciones prácticamente ad hoc. Así, por ejemplo, el borrador del nuevo texto:

  • Amplía la categoría de estados y alianzas frente a los cuales se lleva a cabo la disuasión nuclear;
  • Pasa a considerar que la «agresión contra Rusia de cualquier estado no nuclear que cuente con el apoyo de una potencia nuclear será considerado como un ataque contra el país».
  • Determina que cualquier amenaza crítica contra la soberanía rusa (incluyendo la que provenga de armas convencionales) podrá ser respondida con armas nucleares, o;
  • Establece que la información fiable sobre un lanzamiento masivo de armas de ataque aeroespacial hacia Rusia, incluyendo aviones estratégicos y tácticos, misiles de crucero, drones, aviones hipersónicos y otros, implicará unas respuesta nuclear.

Además de esto, se hacen referencias también al esfuerzo ruso por impedir la proliferación nuclear, a las posibles respuestas a un ataque contra Bielorrusia (país al que han suministrado armas nucleares tácticas) y al papel del presidente de este último país, como miembro del Estado de la Unión, en relación con la disuasión nuclear rusa.

A propósito de los cambios en la doctrina nuclear rusa, cabe hacer una serie de matizaciones. En primer lugar, en relación con la guerra de Ucrania, lo que Rusia intenta es como decíamos en al inicio, evitar malentendidos. En Moscú saben perfectamente que las «líneas rojas» no han funcionado como debieran (a pesar del éxito obtenido al manejar la escalada, limitando efectivamente el grado de ayuda a Ucrania por parte de sus aliados). No, como piensan algunos, porque los Estados Unidos piensen que no pueden imponerse en un conflicto con una Rusia «invencible» (de hecho, nada más lejos de la realidad), sino porque al tratarse de una guerra por delegación y entrar en juego los puntos de Schelling, en Washington apenas tienen incentivos para asumir ningún tipo de escalada.

En segundo lugar, en Moscú saben también que una de las pocas bazas que queda a Ucrania en esta guerra es lograr un respaldo importante a los ataques contra su territorio; especialmente aquellos que afectan a sus infraestructuras, sobre todo las relacionadas con la energía y los hidrocarburos. Intentan por tanto evitar que lo visto hasta ahora siga in crescendo, buscando así que el final de la fase militar de la guerra venga determinado por lo que ocurra sobre el terreno, en donde la ventaja respecto a Ucrania es clara ahora mismo y continúa creciendo (a la espera del posible agotamiento de sus inventarios o de que puedan seguir creciendo los problemas de reclutamiento, si bien la situación ucraniana no parece ser mejor…).

En tercer y último lugar lugar, el lector ha de tener claro que lo recogido en el borrador no es consecuencia únicamente de la guerra de Ucrania. Es más, a pesar de que en comparación con los textos de 2014 y 2020 los cambios en la redacción pueden considerarse importantes, mucho de lo que ahora se recoge en el nuevo articulado ya se daba por hecho que era así y es el resultado lógico de la erosión que la credibilidad rusa, en términos de disuasión, viene sufriendo desde hace años; de ahí la locura de embarcarse en el desarrollo de armas de «tercer ataque» como el Status-6 o el misil Burevestnik que, independientemente del valor disuasivo que puedan llegar a tener, podrían provocar un problema ecológico de primer nivel. Rescatamos, de hecho, una explicación que en su día incluimos en un artículo dedicado a las «Cuatro olas de la estrategia nuclear rusa» y que dice:

«En la mentalidad rusa, la credibilidad de su arsenal nuclear estratégico está a punto de ser anulado, desbaratando todo el edificio estratégico que ha ido evolucionando en varias olas desde el fin de la Guerra Fría, que aunque adaptándose para prevalecer en guerras nucleares y estratégica-convencionales de escala limitada, en realidad era una forma de dar credibilidad a un uso nuclear que fuera escalando hasta una guerra nuclear global. Si no hay credibilidad de que pueda hacerse ese uso nuclear masivo y global, por la superioridad técnica americana que permitiría prevalecer a EEUU gracias al concepto de Supremacía Nuclear (como se explicó en un artículo anterior), Rusia tendría pocas opciones y escaso margen de maniobra en caso de enfrentamiento directo con los norteamericanos.

Ese es el motivo por el que el presidente Putin, desde su discurso anual a la Asamblea Federal en 2014, comenzara a hacer alusiones a la adopción de una estrategia nuclear asimétrica (¿cuarta ola?), por el que garantizar que las fuerzas nucleares estratégicas rusas conserven su capacidad de supervivencia, de respuesta y que garanticen su funcionalidad como fuerza de segundo ataque. A la vez, en las publicaciones y círculos de debate estratégico rusos, se observa un creciente rumor sobre la conveniencia de adoptar doctrinas de ataque preventivo y anticipatorio, como forma de tener alguna oportunidad de victoria contra la superioridad norteamericana. Esto es lo que subyace al impulso que están recibiendo armas nucleares exóticas en Rusia, como el dron submarino kamikaze nuclear Poseidón (antes Status-6), el misil de crucero nuclear, misiles hipersónicos Avangard, el futuro ICBM Sarmat, etc».

Más allá de lo anterior, la guerra continúa, en este caso con nuevos ataques rusos con drones y misiles sobre Ucrania, si bien a la hora de redacción de este informe no se ha publicado información oficial relativa al número de estos. En cualquier caso, se ha hablado de explosiones y de actividad antiaérea en localidades como Ivano-Frankivsk, Kiev o Járkov, entre otras. Precisamente, en esta última ciudad se han registrado al menos cuatro fallecidos tras los recientes ataques con bombas planeadoras. Además, en la región de Odesa se han producido también varias explosiones, las cuales han provocado por ejemplo un incendio y un posterior apagón.

Del lado contrario, los medios rusos han hablado de cinco heridos en la región de Bélgorod tras un ataque ucraniano. Por su parte, el Ministerio de Defensa ha publicado en su informe acerca del supuesto derribo de «cuatro bombas guiadas Hammer de fabricación francesa, 14 misiles HIMARS de fabricación estadounidense y Vampire de fabricación checa, así como 31 vehículos aéreos no tripulados».

En lo relativo a los combates y los movimientos, las novedades al norte del frente son mínimas, centrándose el grueso de las acciones una vez más en Donetsk. De hecho, no hay ninguna noticia y prácticamente todo lo que se ha compartido tiene que ver con cambios que ya incluimos en informes anteriores, como los avances ucranianos en Vovchansk o los rusos en Kursk.

En el sector de Kupiansk, por su parte, continúan los combates, tanto en el saliente de Pischane, como a la altura de Nevske y Makíivka, en donde el Ejército ruso ha progresado durante la última jornada, controlando ya buena parte de esta pequeña localidad ucraniana.

No hay tampoco noticias de consideración procedentes de los sectores de Chassiv Yar o Pokrovsk, con lo que pasamos directamente al sector de Pokrovsk-Kurajove y al de Vuhledar.

En el primer caso, los movimientos más importantes (aunque no los únicos) se han producido en torno a Selydove, con las tropas rusas cortando la línea férrea entre esta localidad (en puridad la vecina Wyschnewe) y Zukuryne, lo que implica que controlan también el «Terrikon» o escombrera de la mina de Selydove. El Ejército ruso, además, continúa atacando tanto desde Nevels’ke como en dirección a Górnik y en Hostre. Los ucranianos, por su parte, continúan intentando acabar con las concentraciones rusas gracias al uso de M142 HIMARS y de cohetes dotados de submuniciones.

En el segundo, como puede verse en la imagen bajo estas líneas, la situación es crítica para las tropas ucranianas que todavía resisten en el centro de Vuhledar, cada vez más cercadas y en riesgo de quedar aisladas, si bien esto último es difícil que ocurra, aunque la retirada campo a través se antoja complicada. Dicho esto, las tropas rusas han concluido también la toma de la mina Nº3, con lo que tendrán una posición desde la que batir precisamente a los ucranianos en su retirada.

Por último, en lo que era el antiguo eje de Velyka-Novosilka, el Ejército ruso ha vuelto a hacerse con nuevos terrenos al norte de Staromaiors’ke y de Urozhaine.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

En el ámbito internacional, comenzamos con el nuevo paquete de ayuda aprobado por los Estados Unidos y que permitirá suministrar a Ucrania equipos y materiales por valor de 375 millones de dólares, cubriendo así, como dice el propio texto, sus necesidades militares «más urgentes». En este sentido, el nuevo paquete incluye el envío de disparos para artillería y de cohetes para los HIMARS, de armas contracarro, de vehículos blindados y MRAPs, armas ligeras y patrulleras.

La gran novedad reside, en cualquier caso, en la inclusión de bombas planeadoras AGM-154A, posiblemente dotadas de submuniciones, aunque no se ha especificado su número y como es lógico, estarán limitadas en su uso a los territorios ucranianos controlados por Rusia, con lo que serán empleadas en labores de interdicción.

En total, gracias a este último paquete, los Estados Unidos han aprobado ayuda militar a Ucrania por valor de 56.300 millones de dólares desde el inicio de la invasión rusa y de 56.900 millones desde la llegada a la Casa Blanca de Joe Biden.

Se trata de un paquete ordinario, que no tiene nada que ver con otro, mucho mayor, en el que se trabaja desde los Estados Unidos y que podría ser anunciado coincidiendo con el encuentro que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, mantendrá en cuestión de horas. En este caso, en realidad, se trataría de la extensión de los fondos para Ucrania, antes de que expiren antes de fin de mes, a lo que se sumaría un segundo anuncio, en este caso de 2.400 millones de dólares, en el marco de la Iniciativa de Asistencia para la Seguridad de Ucrania. A propósito, Biden decía:

«Estoy decidido a garantizar que Ucrania tenga lo que necesita para triunfar en su lucha por la supervivencia. Mañana anunciaré una serie de medidas para acelerar el apoyo al ejército de Ucrania».

Un Zelenski que continúa intentando «vender» en los Estados Unidos su «Plan para la Victoria de Ucrania», para lo que se ha reunido con Joe Biden al margen de la Asamblea General de las Naciones Unidas y en las próximas horas hará lo propio nuevamente con Biden y también con Kamala Harris. Plan, por otra parte, que muchos consideran vacío de contenido y muy poco impresionante, a tenor de lo expresado por funcionarios de la Administración estadounidense al diario The Wall Street Journal.

Todo mientras se genera una curiosa polémica en los Estados Unidos a propósito de la reciente visita de Zelenski a una fábrica de armas en el estado de Pensilvania que ha llevado a Trump a lanzar duras acusaciones, culpando los republicanos al presidente ucraniano de «injerencia electoral» y pidiendo en algunos casos la salida de la embajadora de este país en Washington.

Por supuesto, Zelenski no intenta que su plan «cuaje» únicamente entre los estadounidenses, sino también entre el resto de sus aliados, manteniendo reuniones entre otros con el británico Keir Starmer, a quien ha agradecido el compromiso de su país con Ucrania.

Eso sí, los que mantenga Zelenski en los Estados Unidos no serán los únicos encuentros relevantes para el futuro de Ucrania. De hecho, y prácticamente al mismo tiempo, el ministro de Exteriores ucraniano tomaba parte en la ministerial del G20, donde ha llamado la atención sobre los peligros que implica la agresión rusa contra Ucrania. Posteriormente, ya junto al jefe de la Oficina del Presidente de Ucrania, Andriy Yermak, se ha reunido con el ministro de Exteriores de la República Popular de China, Wang Yi, para agradecer el apoyo de este país a la soberanía y la integridad territorial de Ucrania (lo que no deja de tener cierta retranca, visto su papel como suministrador de Rusia, que recientemente le han afeado desde la UE) y hablar sobre la implementación de la «Fórmula de Paz» de Zelenski. De hecho, en Kiev saben que Beijing jugará un papel importante a la hora de llegar a cualquier acuerdo, lo que explica el buen tono de los ucranianos.

Más allá de esto, aunque en relación también con la «Fórmula de Paz», se ha producido una reunión entre el primer ministro ucraniano, Denys Shmyhal y su homólogo noruego, Petteri Orpo, en la que han tratado tanto este tema como el apoyo a Ucrania por parte del país nórdico. Una reunión en la que además, y a buen seguro, han hablado sobre la implantación de empresas noruegas en Ucrania, siguiendo el ejemplo de lo que está haciendo por ejemplo Suecia, cuya empresa Saab ya ha anunciado planes para instalarse y producir en Ucrania.

También en apoyo de Ucrania se ha pronunciado el presidente francés, Emmanuel Macron, quien ha asegurado que «Francia seguirá haciendo todo lo que esté a su alcance para garantizar que Ucrania se mantenga firme, salga del peligro y obtenga justicia», además de confirmar que su país continuará proporcionando a Kiev «equipo esencial para su defensa «.

Todo mientras desde la UE el primer ministro del país que ostenta la presidencia de turno (Hungría) se ha quejado de lo que considera una actitud «infantil» de algunos de sus socios de la UE, que pondrían en peligro la presidencia bianual del país centroeuropeo al boicotear las reuniones. Según Víktor Orban, quien irritó a sus socios al viajar sin previo aviso a Moscú y China, lo que ha provocado este boicot: «Tenemos ministros y comisarios infantiles que a veces vienen y a veces no vienen, sin que sepamos quién viene y quién no», a lo que añadió que «creen que se están burlando de nosotros, pero sólo se están poniendo en ridículo, porque la UE no debería convertirse en una guardería».

Siguiendo con la diplomacia, en Nuevo York ha tenido también lugar la reunión del G7+Ucrania, durante la cual más de 30 países, además de la Unión Europea, adoptaron una Declaración Conjunta de Apoyo a la Recuperación y Reconstrucción de Ucrania.

En el caso de Rusia, como no podía ser de otra forma, la mayor parte de las noticias que tienen que ver con la guerra de Ucrania han girado en torno a los cambios en la doctrina nuclear, tema que hemos abordado en la primera parte del informe y sobre el que, por lo tanto, no volveremos.

Más allá de esto, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, ha vuelto a rechazar las acusaciones contra Rusia por las presuntas violaciones de la Carta de la ONU, afirmando que su país se «opone categóricamente a los dobles raseros en la interpretación del derecho internacional». Es más, ha asegurado que Rusia actúa siempre de conformidad con el derecho internacional, acusando a los Estados Unidos y Gran Bretaña de mantener una doble moral.


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