Guerra de Ucrania – Día 918

En las últimas horas la Federación Rusa ha continuado atacando con drones y misiles el territorio ucraniano. Además, se ha confirmado que uno de los F-16 entregados a Ucrania ha resultado destruido, si bien todavía no está claro si por accidente o en un incidente de fuego amigo, falleciendo el piloto. Sobre el terreno, las Fuerzas Armadas rusas continúan avanzando en el este de Ucrania, mientras Sirskyi y sus subordinados trabajan en medidas de estabilización del frente en puntos como Prokrovsk, ya al alcance de la artillería rusa de menor alcance. En el apartado internacional, por su parte, tenemos que en la Unión Europea se ha retomado la actividad, con los ministros de Exteriores volviendo a reunirse en Bruselas. Además, se ha sabido que Putin viajará por primera vez a un Estado que ha ratificado el Estatuto de Roma -Mongolia-, tras la emisión de su orden de arresto.

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En los últimos días hemos tocado en varias ocasiones el controvertido asunto del uso de armas de largo alcance por parte de Ucrania. Decimos controvertido, porque no hay acuerdo acerca de los efectos que estos ataques podrían tener ni para el curso de la guerra, ni en términos de escalada. Además, tampoco parece haber ni inventarios suficientes de sistemas de este tipo en los principales aliados de Kiev (con la salvedad de los Estados Unidos), ni voluntad de entrega. En cualquier caso, el punto más polémico continúa siendo el de la gestión de la escalada y la existencia o no de «líneas rojas» por parte de Rusia, con opiniones de todo tipo que, en muchos casos, están basadas más en los deseos o en la intuición que en la razón.

Las «líneas rojas» existen. Una frase que no pasa de perogrullada, pero que conviene de vez en cuando recordar. Y sin embargo, se han ido superando regularmente sin consecuencias inaceptables (en términos de escalada, pues consecuencias sí ha habido, como los ataques masivos por parte de Rusia contra Ucrania, por ejemplo, o la progresiva erosión de las relaciones entre este país y Occidente). El asunto aquí estriba en determinar dónde están esas «líneas rojas» que en ningún caso deben ser traspasadas, para evitar que el conflicto degenere de lo que ahora vemos, hacia escenarios inmanejables (como una escalada vertical que sin duda Rusia tampoco desea).

Respecto a esto último, como en su día explicamos en un artículo específico, escrito cuando el escenario era mucho más favorable para Ucrania (es decir, en el momento de mayor tensión y posibilidad de uso nuclear por parte de Rusia): «Debe destacarse, para no dar por hecho acontecimiento futuros, que Rusia aún no ha sido derrotada del todo en Ucrania, y que el escenario nuclear hipotético sería de producirse el caso en el que Ucrania estuviera a punto de derrotar al ejército ruso y de reconquistar todo el territorio perdido».

Además, debemos rescatar una segunda idea básica -aunque complementaria- antes de proseguir nuestra exposición: incluso los intelectuales rusos más propensos al primer uso nuclear, como Karaganov, defienden el empleo de armas nucleares para evitar una derrota, considerando que es la existencia de Rusia la que está en peligro por los avances de Occidente. Es decir, que incluso los más beligerantes aceptan que la escalada vertical solo debe producirse en un caso extremo del que, desde mediados del pasado año, nos hemos ido alejando.

A día de hoy, pensar que la existencia de Rusia o la supervivencia del régimen de Putin (y hasta cierto punto ambas ideas se superponen) está en peligro parece una quimera. Putin ha logrado, especialmente desde la rodomontada de Prigozhin, fortalecer su control sobre el país. Sus Fuerzas Armadas, por otra parte, están en una posición mucho más fuerte que en otoño de 2022 o incluso en verano de 2023, cuando todavía había dudas sobre si la ofensiva ucraniana podría o no constituir un éxito.

Así las cosas, las «líneas rojas», que son algo flexible como hemos explicado en muchas ocasiones, se habrían ido moviendo; todo al tiempo que la OTAN, por su parte, ha seguido fortaleciéndose y mejorando su capacidad de disuasión frente a Rusia, lo que tiene un efecto añadido que no debe ser desdeñado y que hace más improbable si cabe que Rusia recurra al arma nuclear. Es decir, que si por una parte ya no hay atisbo de «desesperación» alguno en el Kremlin (lo que es positivo en la medida en que las decisiones son más predecibles y racionales), por otra los incentivos a la escalada ofrecidos por un Occidente más unido y capaz, han disminuido, todo lo cual redunda en una mayor estabilidad estratégica. Incluso la ruptura de algunos tratados, por más que a priori supongan un retroceso, puede haber sido positiva en este aspecto ya que es más sencillo entender hacia dónde evolucionará un competidor que no se ve constreñido por ningún articulado que otro que debe «hacer trampas» porque sigue atado por el mismo, pero no está dispuesto a respetarlo.

Todo lo cual nos lleva a pensar que a día de hoy la única «línea roja» real es la que sugiere sir Lawrence Freedman cuando dice: «la única línea roja real en todo esto es que los países de la OTAN decidan luchar directamente con los ucranianos contra las fuerzas rusas. Incluso en esas circunstancias, no está claro cómo respondería Moscú, ya que el uso de armas nucleares seguiría teniendo poco sentido estratégico. Sin embargo, es comprensible que esta no sea una propuesta que los gobiernos de la OTAN quieran poner a prueba».

Eso sí, Zelenski se equivoca de plano al afirmar que «Todo el concepto ingenuo e ilusorio de las llamadas líneas rojas con respecto a Rusia, que dominaba la evaluación de la guerra por parte de algunos socios, se ha derrumbado estos días en algún lugar cerca de Sudzha». Se equivoca, porque no tiene en cuenta que los documentos oficiales rusos no hablan de responder automáticamente a una invasión mediante el empleo de armas nucleares (en ese caso, en 1999 habríamos visto cómo eran utilizadas en el Cáucaso), sino frente a amenazas existenciales.

En cualquier caso, además, conviene no pensar como sugieren muchos que el empleo de armas nucleares no se producirá bajo ningún concepto, pues aunque el «fantasma nuclear», en términos de esta guerra, se haya ido alejando desde septiembre de 2022, hay factores ajenos a este conflicto que hacen que, en términos generales, un primer uso nuclear sea cada vez más probable y, afortunadamente, también cada vez más difícil que degenere en una guerra nuclear a gran escala. Por otra parte, quienes aseguran que en ningún caso se producirá el empleo de armas nucleares, bien porque carece de sentido operacional o táctico o bien por razones más elusivas e ilusorias, suelen ser los mismos que, amparándose en su ausencia de sentido, sostenían en contra de las evidencias que Rusia fuese a lanzar una invasión a gran escala sobre Ucrania.

En resumen, y para finalizar con esta primera parte del informe, hay demasiados argumentos a favor de suministrar a Ucrania armas de largo alcance y de permitir su uso contra el interior del territorio ruso (eso sí, graduándolo adecuadamente y confiriéndole sentido estratégico), como para que sus aliados sigan ignorándolos. Todo lo cual, en parte, casi obliga a pensar que el interés de algunos de estos, en el contexto de una guerra proxy como la actual, pasa por seguir desangrando a Rusia más que por buscar una salida relativamente rápida a la fase militar del conflicto.

Eso sí, ha de tenerse en cuenta en cuenta que es muy posible que gobiernos como el estadounidense dispongan de información de inteligencia suficiente como para argumentar su negativa a cambiar de posición a propósito de las armas de largo alcance y su uso contra Rusia, por más que no la hagan pública. También que, como argumenta nuevamente Freedman, es posible que estén intentando que las relaciones con Rusia no se rompan todavía más, de forma que se haga completamente imposible una negociación. Y, por último, está el hecho de que incluso aunque pueda haber voluntad negociadora, como apuntan precisamente Lawrence o Frank Hoffman, no hay ninguna solución diplomática «rápida», sino una serie de posibles escenarios a cada cual más complejo.

Pasando a la actualidad puramente militar, por una parte tenemos que se ha confirmado la pérdida del primer F-16 recibido por Ucrania, sin que esté del todo claro a la hora de redactar este informe si ha sido por accidente o en un incidente de fuego amigo, mientras hacía frente a la oleada de misiles. Sea como fuere, la versión oficial es la del accidente, dicho lo cual durante horas se especuló, además, con la posibilidad de que el avión se hubiese visto afectado, al igual que el piloto, por el impacto de un misil ruso mientras estaba en tierra, aunque esta hipótesis parece quedar descartada, igual que las ideas difundidas en algunos canales prorrusos que hablaban de hasta siete aparatos perdidos, sin aportar pruebas. El piloto, el teniente coronel Oleksiy «Moonfish» Mes ha fallecido como consecuencia, siendo ascendido a título póstumo a coronel.

Más allá de esto, durante la pasada jornada desde Ucrania aseguran haber derribado 60 de los 74 drones Shahed-131/136 (Geran-1/2) lanzados por Rusia, así como 2 de los 3 misiles Kh-59/69 empleados por este país. Por el momento, a falta de más datos, al menos dos personas habrían fallecido y otras dos habrían resultado heridas en Odesa tras el impacto de un misil. Los daños más severos, sin embargo, volverían a sufrirse por parte de la infraestructura eléctrica ucraniana, que ha visto reducida su capacidad de generación a menos de la mitad, desde los 55 gigavatios antes de 2022 a los alrededor de 20 actuales, como consecuencia de la campaña de lanzamiento de misiles y drones rusa.

Del lado contrario, en la región de Rostov se ha registrado un apagón tras ser alcanzada una subestación eléctrica en Shakty. Además, de forma similar a lo ocurrido la pasada semana en Proletarsk, el incendio en los depósitos de combustible de Kamensk, en esta misma región de Rostov, continúa activo, ya que no hay medios suficientes para extinguir un fuego de esta entidad y los bomberos deben limitarse a controlarlo en lo posible.

En cuanto a los movimientos y los combates, iniciando nuestro recorrido por el sector de Kursk, allí continúan produciéndose signos de estabilización, a la espera de ver qué decisión toma Ucrania respecto a esta ofensiva: profundizar en ella, defender lo defendible buscando réditos a nivel estratégico (lo más probable) o retirarse a posiciones iniciales infligiendo a Rusia el máximo desgaste posible. Las únicas novedades, por el momento, apuntan hacia la recuperación, por parte de Rusia, de algunas posiciones perdidas en el eje de Korenevo.

Bajando hasta el sector de Kupiansk, allí las tropas rusas habrían avanzado por una parte hacia el sur de Pishchane, mientras por otra, las ucranianas habrían retomado algunas posiciones al noreste de Tavaivka, amenazando la posición rusa en la zona.

En el sector de Toretsk los cambios pasan por un ligero avance ruso al oeste de Niu-York, así como por ganancias en dirección al centro de Toretsk por parte de un Ejército ruso que avanza desde Pivnichne (ya completamente bajo control ruso) y Zaluzne.

Pasando al sector de Pokrovsk, que ha motivado que Zelenski y Sirskyi se reúnan (lógico, dada la avalancha de críticas hacia Zelenski por la gestión que se está haciendo de la defensa de Donetsk) la situación continúa complicándose para las Fuerzas Armadas ucranianas, si bien como apunta Tatarigami, todavía dista de ser desesperada. Eso sí, los fríos datos indican que el ritmo de avance ruso en este sector se ha duplicado desde que Sirsky ordenase la ofensiva de Kursk, todo lo cual no indica causalidad, pero al menos sí resulta sugerente. Dicho lo cual, Ucrania todavía mantiene cierto número de brigadas que podría destinar a este sector, lo que le da cierto margen de maniobra.

Siguiendo con este sector, a la vista del mapa resulta evidente que cuanto más se acerque el Ejército ruso a Pokrovsk, más vulnerable resultará a los ataques ucranianos tanto desde el norte como desde el sur, si bien también hay elementos que juegan a su favor. Además, están intentando corregir las posibles vulnerabilidades ampliando el saliente especialmente hacia esta última dirección, algo que habrían conseguido al expulsar a los ucranianos de Karlivka. Al mismo tiempo continúan progresando también al oeste, iniciando la batalla por el control de Selydove, otra localidad de mediano tamaño cuyo control es importante para poder rodear Pokrovsk desde el sur o, en el caso de Ucrania, evitar esta posibilidad. Por último, se han registrado avances también hacia Mirhorad, a caballo de la vía férrea.

Por otra parte, tampoco hay que olvidar que todo lo que ocurre en el sector de Pokrovsk está íntimamente ligado con los de Maríinka y Vuhledar y que, en este último, las Fuerzas Armadas rusas también están logrando progresos (en las últimas horas en torno a Paraskovíivka, aprovechando como es habitual para sus avances la existencia de zonas edificadas), lo que obligará a Ucrania a destinar refuerzos o a tomar decisiones difíciles.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

Vuelve la actividad a Bruselas tras el receso de verano con la reunión informal de los ministros de Exteriores de la UE, a la que seguirá otra de los ministros de Defensa en la próxima jornada. Más allá de los temas discutidos que ahora se explicarán, hay que recordar en primer lugar que esta reunión debía haberse llevado a cabo en Budapest, pero debido al abrupto comienzo de la presidencia de Hungría del Consejo, especialmente, en cuanto a sus acciones y/o declaraciones respecto de Ucrania y Rusia, los jefes de Estado y de Gobierno pidieron celebrar estos dos encuentros en Bruselas.

Al margen de la reunión, el aún Alto Representante Josep Borrell se ha reunido con el ministro de Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, quien, una vez más, ha participado presencialmente en la reunión con sus homólogos europeos. Durante su encuentro, analizaron las distintas opciones para impulsar conjuntamente la adopción de lo que ha denominado “decisiones audaces a corto plazo” en relación con, por ejemplo, ataques a largo alcance, la defensa aérea y la ayuda militar. Ante el jefe de la diplomacia europea, Kuleba ha puesto de relieve “los éxitos de Ucrania en Kursk [que] demuestran que es capaz de recuperar la iniciativa y prevalecer en el campo de batalla”.

También ha dado las gracias a Borrell por su apoyo para levantar las restricciones al uso de armas en territorio ruso contra objetivos militares legítimos al considerar que si se proporciona armamento con limitaciones es “inútil”, y han tenido tiempo de discutir acerca de los avances de Ucrania para adherirse a la UE, y coordinar esfuerzos para avanzar en la implementación de la Fórmula de Paz antes de la segunda Cumbre y aumentar la presión política, diplomática y económica sobre Rusia y sus aliados.

A su llegada a la sede del Consejo, Kuleba destacó ante la prensa que “La seguridad a largo plazo para Europa comienza con decisiones audaces a corto plazo para Ucrania”, mientras que durante la reunión afirma haber transmitido “un sentido de urgencia” en relación con la entrega de la ayuda militar ya comprometida por los socios europeos, incluyendo los sistemas de defensa aérea. En este sentido, ha agradecido la disposición de los ministros europeos para tomar las medidas necesarias para acelerar las entregas.

Como no podía ser de otro modo, Kuleba ha aprovechado la ocasión para insistir a sus colegas europeos -igual que hiciera ayer el ministro de Defensa ucraniano en el Consejo OTAN-Ucrania- acerca de la importancia de responder al llamamiento de Ucrania y abogar por levantar las restricciones al empleo de armas de largo alcance contra “todos los objetivos militares legítimos en Rusia”.

De la misma forma, ha agradecido a los Estados miembros que han prometido intensificar sus esfuerzos para ayudar a Ucrania y proporcionar equipos y recursos adicionales para apoyar al sistema energético ucraniano, máxime tras los últimos ataques. De hecho, durante la próxima jornada se prevén cortes de electricidad que durarán todo el día en Kiev, Dniéper, Járkov, Sumy, Chernígov y Zaporiyia con el objetivo de estabilizar el sistema.

Asimismo, Kuleba ha destacado que Ucrania está cumpliendo con las obligaciones necesarias para adherirse a la UE, señalando especialmente la reciente ratificación del Estatuto de Roma (si bien con salvedades para enjuiciar a ucranianos por crímenes de guerra), y ha expresado su confianza en el apoyo de los Estados miembros para que las negociaciones avancen a buen ritmo. Recordemos en este sentido que antes de ayer, era el primer ministro Denys Shmyhal quien expresaba que el interés de Ucrania es que en la primera mitad de 2025 se abran los 35 capítulos de negociación.

Curiosamente, del lado de la UE todavía no se ha publicado ningún comunicado oficial relativo a la reunión, pero cabría esperar que se realice a lo largo del día de la próxima jornada teniendo en cuenta que tendrá lugar la reunión de los ministros de Defensa y discutirán muchas de las cuestiones ya tratadas por los ministros de Exteriores.

No obstante, el ministro de Exteriores de Hungría, Peter Szijjarto, no ha dudado en publicar en sus redes sociales que su país “no quiere más armas en Ucrania” ni “una escalada de la guerra”, en respuesta a la petición de levantar las restricciones al uso de armamento y las declaraciones de Borrell respecto tanto de Ucrania como de Oriente Medio. A colación de Serbia, se ha confirmado también por parte de este país el acuerdo con Francia para la adquisición de 12 aviones de combate Rafale por importe de 3.000 millones de dólares.

Asimismo, desde el Elíseo aunque no en clave UE, sí se ha emitido un comunicado de prensa en el que el presidente Emmanuel Macron y el primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, han expresado que “es fundamental seguir apoyando a los ucranianos durante el tiempo necesario para garantizar la defensa y la seguridad del país y de todo el continente”. Un encuentro en el que los líderes también han acordado su deseo de profundizar en sus relaciones bilaterales en lo que concierne especialmente a defensa, seguridad y energía.

Volviendo sobre la actividad del ministro Kuleba, este también ha emitido un comentario oficial titulado “La única amenaza a la seguridad nuclear de Europa es la agresión rusa contra nuestro país” en el que subraya “el cinismo de las acusaciones rusas” tras haber llevado ataques masivos contra la infraestructura crítica ucraniana. Asimismo, destaca el caso de la central nuclear de Zaporiyia, ocupada desde el 4 de marzo de 2022 y en la que hay presencia continua de una misión del Organismo Internacional de la Energía Atómica (IAEA), respecto de la cual acusa a Rusia de estar “violando descaradamente” los siete pilares del IAEA para garantizar la seguridad nuclear. También destaca en el comentario que ha sido precisamente el IAEA quien ha desmentido una vez más “las mentiras rusas sobre el supuesto desarrollo de la denominada ‘bomba sucia’ por parte de Ucrania y otras insinuaciones de la propaganda rusa”. En virtud de lo anterior, Kuleba defiende que para evitar riesgos y amenazas a la seguridad nuclear, es necesario, en primer lugar, implementar el primer punto de la Fórmula de paz, apoyado por 100 países y organizaciones internacionales durante la primera Cumbre de Paz, y devolver el control de la central de Zaporiyia a Ucrania.

Cambiando de tercio, la segunda noticia más destacada de la jornada es la confirmación de que el presidente Putin viajará por primera vez a un país que ha firmado y ratificado el Estatuto de Roma. En particular, está previsto que viaje hasta Mongolia el próximo martes día 3 de septiembre por invitación del presidente del país, Ukhnaagiin Khürelsükh, para participar en la celebración del 85º aniversario de la victoria conjunta de las fuerzas armadas soviéticas y mongolas sobre las japonesas en la batalla de Khalkhin Gol. Asimismo, está previsto que los líderes discutan sobre las perspectivas de desarrollo de las relaciones ruso-mongolas. Sin embargo, lo verdaderamente relevante es que es la primera vez que el presidente ruso viaje a un país que, con base en la orden de detención emitida por la Corte Penal Internacional en marzo de 2023 por los crímenes en Ucrania, incluida la deportación ilegal de menores, tenga la obligación de arrestarle cuando pise su territorio al haber ratificado el Estatuto de Roma. No hay ningún indicio, por el momento, de que este vaya a ser el caso, si bien habrá que esperar al desarrollo de los acontecimientos, ya que anteriormente Putin ha venido saltándose la Cumbre de los BRICS en Sudáfrica y la del G20 en India en 2023.

Por su parte, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha reiterado que “Nuestra disposición para las negociaciones estaba fuera de toda duda, aunque, por supuesto, después de la temeraria acción en la región de Kursk, cualquier discusión sobre este tema ya no es relevante”.

Por último, mientras tanto en Ucrania, han rendido homenaje a los soldados caídos en defensa del país cuando Rusia derribó una columna de defensores ucranianos mientras atravesaban un campo de girasoles durante una retirada acordada cerca de Ilovaisk, en Donestk. El presidente Zelenski ha sido quien durante un acto en memoria de los soldados caídos se reunió con las familias de las víctimas y entregó un total de 16 Órdenes de la Estrella de Oro y 22 certificados de viviendas.

El jefe de la Oficina de la Presidencia ucraniana, Andriy Yermak, por su parte también ha mantenido una conversación con Maarten Boef, asesor de Seguridad Nacional de Países Bajos con motivo de su reciente elección.


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