Mientras dese Ucrania afirman que Rusia está reuniendo efectivos para lanzar un nuevo ataque en Járkov o incluso abrir otro nuevo frente en el norte del país, un ataque con misiles ha destruido la terminal del aeropuerto de Zaporiyia. Continúa al mismo tiempo el debate sobre el empleo de armas occidentales en territorio ruso, al que países como Italia se oponen. Más allá de esto, la noticia del día la protagoniza España, país que ha anunciado un paquete de ayuda por valor de 1.129 millones de euros como previa a la visita que Zelenski realizará a Madrid en cuestión de horas. Un Zelenski que, en otro orden de cosas, ha extendido invitación tanto a China como a Estados Unidos de cara a su participación en una Cumbre de Paz Global que difícilmente arrojará los resultados esperados, a pesar de los esfuerzos que en ella se están volcando.
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En las últimas horas ha vuelto a saltar a la palestra la capacidad industrial de la Federación Rusa, especialmente en relación con la defensa. En primer lugar, a colación de un artículo publicado por el medio británico Sky News en el que, citando un análisis de la consultora Bain & Company, se asegura que Rusia estaría produciendo disparos de artillería a un ritmo tres veces superior al de Occidente y, además, a un coste que sería del orden de una cuarta parte del que deben abonar europeos y estadounidenses por cada proyectil. Cifras que, todo sea dicho, tampoco suponen una novedad por más que el debate haya vuelto a ponerse de actualidad y que, de hecho, podrían ser incluso peores en algunos casos.
No son, en cualquier caso, y como decíamos, cifras nuevas. Mientras desde los Estados Unidos y la Unión Europea se toman medidas destinadas a aumentar la capacidad de producción de municiones –aunque al menos en el caso europeo los contratos, a pesar de iniciativas como ASAP– han tardado en llegar más de lo que la industria desearía (ya que se le solicitó por parte de la Comisión y el SEAE ya a principios mayo del pasado año que invirtieran en aumentar la producción, prometiéndoles contratos futuros, en lugar de poniendo sobre la meda dinero contante y sonante), en el caso de Rusia desde septiembre de 2022 se han tomado medidas más drásticas.
Estas, por una parte, se han basado en el talonario, regando de dinero público a la industria de defensa; por otra, en la capacidad coercitiva del Estado, con el Ministerio de Defensa y la Presidencia presionando constantemente a las empresas para aumentar el ritmo de trabajo contratando nuevos turnos, etc. Lo que ha dado como resultado en demasiadas ocasiones, por cierto, más corrupción, algo contra lo que desde la llegada de Belousov se está luchando con encono, pero que no deja de ser una constante en una Rusia que sigue preparándose para la única guerra que le favorece, al menos frente a Ucrania: la del desgaste.
Esa sería, por decirlo de alguna forma, la cara amarga del artículo, pues también hay que tener en cuenta que, incluso con un ritmo de producción muy inferior, los disparos occidentales, llegados a Ucrania en las últimas semanas a un ritmo mucho mayor al de los últimos meses (aquí se ha notado tanto la iniciativa checa como la reanudación de la ayuda estadounidense), podrían tener un impacto similar al de los rusos. Al fin y al cabo, una mayor calidad y una precisión superior por parte de los obuses y las municiones suministradas a este país compensaría su menor número.
Dicho esto, Rusia ha llegado (momentáneamente y a la espera de que nuevas inversiones e incluso llegada de mano de obra extranjera permitan un nuevo incremento) al techo de su producción industrial, lo que dificultará en los próximos meses que se produzcan nuevos aumentos de producción, incluso aunque intenten seguir desviando recursos de la civil a la militar, algo que podría complicar sus planes en el campo de batalla. Algo que ha ocurrido gracias a una guerra que ha beneficiado enormemente a su economía, a pesar de que esta presente desequilibrios y riesgos.
Está por ver, en cualquier caso, si ahora que han alcanzado este techo teórico, son capaces de superar el nudo gordiano al que se enfrenta el Ministerio de Defensa ruso, esto es, la necesidad de transicionar desde una industria que básicamente se ha dedicado a modernizar y devolver al servicio plataformas y sistemas ya existentes, pues habían sido heredados de tiempos soviéticos, a otra capaz de producirlos desde cero, algo muchísimo más complejo de llevar a cabo, incluso a pesar de la ayuda que China está prestando en forma de suministros de componentes críticos.
Siguiendo con Rusia, pero cambiando de tercio -y de latitudes-, en las últimas horas también se ha vuelto a hablar de los planes de este país para establecer una base naval en Sudán, aunque según algunos autores, es posible que no se produzca ningún avance. La noticia viene a colación de la próxima firma de una serie de acuerdos militares y económicos entre ambos países en el que se incluiría la apertura de un centro de apoyo logístico naval ruso en el Mar Rojo, tema que había quedado anteriormente en suspenso.
En relación con esto, recordemos que es un tema que viene de tiempo atrás y que, ya el 11 de noviembre de 2020, en la página oficial del Gobierno ruso se publicó un documento que no era sino una propuesta de acuerdo destinada al Gobierno de Sudán de cara al establecimiento de “un centro de apoyo logístico” en donde se llevarían a cabo reparaciones (sin especificar la complejidad de las mismas), se podría reabastecer a los buques de la Armada Rusa y que podría servir también para el descanso de las tripulaciones durante sus despliegues en el Índico.
Así las cosas, y según las coordenadas que aparecían en el borrador de 30 páginas, la base estaría situada al norte de la ciudad de Puerto Sudán, algo alejada del puerto de mercancías. Las instalaciones podrían albergar un máximo de 300 efectivos tanto militares como civiles, cuatro buques y, lo que es más importante, entre estos se contarían aquellos propulsados mediante energía nuclear; lo que permitiría, al menos teóricamente, recalar en dicho puerto incluso a los submarinos estratégicos y a los cruceros de propulsión nuclear de la clase Kirov.
En este sentido, una base en Sudán permitiría retomar una presencia naval que décadas atrás fue firme (la Armada Roja llegó a contar con las bases de Dahlak, Adén y Socotra) en el Cuerno de África y que viene reforzando de una forma u otra desde septiembre de 2008, cuando la Federación Rusa comenzó a tomar parte junto al resto de naciones en las misiones internacionales en la lucha contra la piratería en el golfo de Adén y, especialmente, tras la toma de Crimea, la guerra del Donbás y las consiguientes sanciones, momento en el cual Rusia se lanzó ya sin complejos a participar en el nuevo Scramble for Africa.
De hecho, lo más importante de cualquier acuerdo de este tipo con Sudán no tendría tanto que ver con la implantación de la marina de guerra Rusa en estas aguas –el estado de la Marina de guerra rusa, al menos en términos de aguas azules, es el que es- como con el hecho de que serviría de punto de llegada de suministros de cara a reforzar las actividades rusas en África. Así, Rusia podría transportar a través de los puertos de Sudán, las armas, municiones, y equipamientos necesarios para el funcionamiento de la propia base, pero no sólo, pues esta permitiría también a sus PMC contar con una ayuda inestimable a su labor, facilitando a Rusia continuar, de paso, con sus actividades «de flanqueo».
Pasando ya a las novedades sobre el terreno, tenemos que en las últimas horas se han producido nuevos ataques rusos con drones y misiles, mientras se sigue haciendo recuento de las víctimas que el ocurrido ayer contra el centro comercial «Epicenter» de Járkov dejo. Rusia, además, ha vuelto a golpear infraestructura civil, destruyendo durante esta última jornada la terminal del aeropuerto de Zaporiyia, reabierta en 2020, tras su modernización, y que ha quedado totalmente destrozada tras el impacto de varios misiles. No ha sido el único suceso de la jornada en Ucrania, pues se ha encontrado un artefacto explosivo en una subestación eléctrica de Dnipró. Además, se han registrado explosiones en otras localidades como Pokrovsk, en este caso más cercanas al frente. También se ha hablado del ataque que habría sufrido el aeródromo militar ucraniano de Starokonstantinov, en Khmelnitsky, aunque en este caso son especialmente las fuentes rusas las que se hacen eco del que según algunas de ellas sería «mayor ataque hasta la fecha» contra unas instalaciones que se estarían preparando para su futuro uso por parte de los F-16 (es más, incluso algunos aseguran que ya había unidades en la zona). La información contrastable, desgraciadamente, es mucha menos.
Del lado ruso, mientras su Ministerio de Defensa asegura haber derribado en las últimas horas «cinco misiles tácticos operativos ATACMS de fabricación estadounidense, 32 misiles HIMARS de fabricación estadounidense y Vampire de fabricación checa, un misil antibuque Neptune y 41 vehículos aéreos no tripulados», tenemos una explosión y posterior incendio en Skadovsk, en la parte ocupada de la región de Jersón.
Más allá de esto, pasando a los combates y los movimientos, no hay apenas novedades procedentes de Járkov, más allá de que prosiguen los enfrentamientos, especialmente en el centro de Vovchansk.
Sí cabe comentar que desde Ucrania han manifestado una vez más su preocupación por lo que sería una nueva concentración de tropas rusas en las regiones al norte de su frontera, con la intención bien lanzar un nuevo ataque en esta zona, de fijar tropas ucranianas o incluso de abrir un nuevo frente.
Además de esto, ya en el área de Kremmina, tenemos que las tropas rusas han logrado avanzar al oeste de Kolomychikha.
Más al sur, en el sector de Bakhmut, las modificaciones de líneas son también pocas, más allá de algunas acciones de consolidación rusas en Klischiívka y sus alrededores.
En el sector de Avdiívka siguen produciéndose ataques rusos tanto desde Umans’ke hacia Yasnobrodivka, como desde Netaylove hacia el oeste y sudoeste.
Por último, en el sector de Mariínka, Rusia ha vuelto a ganar terreno, en esta ocasión hacia poniente de Novomykhailivka, así como algo más al sur, hacia el oeste de Solodke. Al mismo tiempo, han avanzado ligeramente hacia el centro de Krasnohorivka.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
En cuanto al apartado internacional, y como ocurre cada fin de semana, la actividad se ha reducido considerablemente, por lo que nos centraremos en lo esencial. Así, en primer lugar tenemos que el presidente ucraniano, Zelenski, salvo sorpresa de última hora visitará Madrid a lo largo de la jornada del lunes para reunirse, entre otros, con el presidente del Gobierno español y, también, con el Jefe del Estado, el rey Felipe VI.
Encuentros que llegan tras anunciarse, por parte de España, la concesión a Ucrania de un paquete de ayuda récord hasta la fecha, valorado en 1.129 millones de euros y que incluirá desde misiles Patriot a carros de combate Leopard 2A4, así como disparos de artillería, sistemas antidron y armas contracarro, entre otros. Además de esto, se espera que ambos presidentes firmen el acuerdo de seguridad bilateral que comprometa a España con la defensa de Ucrania durante los próximos años, siguiendo el ejemplo de otros países como Reino Unido, Francia o Alemania.
Las otras noticias de la jornada han girado, en muchos casos, en torno a la futura Cumbre de Paz Global, a celebrar en Suiza a mediados del próximo meses, pero también en torno a las ofertas de conversaciones de paz rusas, que Ucrania ha vuelto a rechazar de pleno, por considerarlas poco creíbles. De hecho, este ha sido una vez más el tema de algunos de los mensajes lanzados por Zelenski y otros miembros del Gobierno ucraniano a través de las redes sociales.
Es más, el presidente de Ucrania ha lanzado invitación pública a los líderes de China y de Estados Unidos para que tomen parte en la reunión, que se celebrará en Lucerna y que debe, a juicio de Zelenski, perseguir una «Paz real, no solo una pausa entre los ataques». En el caso de China, por el momento no hay respuesta, mientras que en el de Estados Unidos, se asegura que habrá representación, aunque por el momento no se conoce ni el tamaño ni la composición de la misma. No es de extrañar, por tanto, que haya quien dude de las posibilidades de éxito de un evento que tendrá lugar en Lucerna y en cuya organización Suiza, tradicionalmente neutral, está volcando sus esfuerzos.
Quienes no son neutrales son los lituanos, que como hemos visto en jornadas pasadas, se han mostrado dispuestos incluso a enviar tropas a Ucrania, aunque sea para tareas de formación. El caso es que este país báltico ha celebrado en las últimas horas elecciones, imponiéndose nuevamente Gitanas Nauseda, en unos comicios en los que el temor a Rusia ha jugado un papel importante.
Los mismos temores, o parecidos, que parecen asolar a la sociedad georgiana, una vez más en la calle para protestar por la ley de «agentes extranjeros» -que obliga a las ONGs financiadas por Occidente a registrarse ante el Gobierno, siguiendo el ejemplo de lo que ocurre en Rusia- y para celebrar su Día de la Independencia al son del himno de la Unión Europea.
Otro tema candente ha vuelto a ser el del empleo de armas occidentales sobre territorio ruso. Si países como Alemania se oponen firmemente a esta posibilidad, parece que Italia es de la misma opinión. De hecho, Giorgia Meloni ha afirmado en una entrevista en televisión, a propósito de las recientes palabras del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, mostrándose a favor de permitir a Ucrania atacar Rusia que “No sé por qué el señor Stoltenberg dijo tal cosa. Creo que hay que tener mucho cuidado. Estoy de acuerdo en que la OTAN debe permanecer firme y no dar señales de que está cediendo ”. Más duro se ha mostrado, de hecho, Matteo Salvini, vicepresidente del consejo y líder de la Liga, quien ha cargado contra Stoltenberg diciendo que «Este señor, o pide perdón, o corrige sus comentarios, o dimite».
Y mientras todo esto ocurre, Putin se dirige a Tashkent, capital de Uzbekistán, en donde hablará con el presidente Shavkat Mirziyoyev, sobre cooperación económica, cultural, humanitaria y en «otras esferas», en el marco de la que será su tercera visita oficial al exterior desde que jurase de nuevo su cargo como Presidente, hace apenas unas semanas.
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